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CRISIS EN CATALUÑA

Josep Ramon Bosch: "El objetivo de Lliga Democràtica es servir y derrotar al nacionalismo en su campo"

El fundador de Sociedad Civil Catalana lidera la creación del nuevo partido de centroderecha

Josep Ramon Bosch: "El objetivo de Lliga Democràtica es servir y derrotar al nacionalismo en su campo"
Josep Ramon Bosch: "El objetivo de Lliga Democràtica es servir y derrotar al nacionalismo en su campo"
R.G.

HUESCA.- Josep Ramon Bosch, fundador y presidente en dos etapas en Sociedad Civil Catalana, es uno de los fundadores de Lliga Democràtica, un partido político de centro-derecha con el que contribuir a superar la división en Cataluña con un camino que combine el orgullo por lo catalán y por su identidad dentro de la construcción de España. Como secretario general, este empresario e historiador, prevé la concurrencia en las próximas elecciones autonómicas catalanas para tener la influencia suficiente junto a otras fuerzas constitucionalistas de modo que comience la "reversión" de "la negra noche" de huida de empresas y de inseguridad jurídica. Elogia el discurso del rey de 3 de octubre de 2017, al que atribuye gran parte del éxito de la manifestación de más de un millón de catalanes el 8 de octubre. Hoy, Mon Bosch es "moderadamente optimista" aunque la clave está en un relato con el que se alineen capas de la sociedad, sobre todo los jóvenes. Esta semana, participó en Huesca en un acto privado y una entrevista con nuestro diario.

Un lustro después de la fundación de Sociedad Civil Catalana, ¿aprecia avances en una cierta "reconquista"?

-Sociedad Civil Catalana nació de una forma inesperada, más para el nacionalismo, que no preveía una reacción desde una sociedad absurdamente adoctrinada por cuarenta años de nacionalismo. No hay que olvidar que Jordi Pujol en el año 90 publicó el proyecto Cataluña XXI, en el que diseñaba cómo nacionalizar a la sociedad catalana y cómo conquistarla con los medios de comunicación, el marketing, la propaganda y sobre todo la educación que hemos vivido y sufrido. En 2014, en un momento de máxima tensión, surgió con gente de distintas sensibilidades un proyecto de aunar en un mínimo común denominador que nos sentimos profundamente catalanes, que somos y nos sentimos profundamente españoles y queremos construir un relato frente al nacionalismo. Surgió de la voluntad de tres personas que luego, por suerte, hemos tenido el apoyo de decenas de miles de catalanes, y españoles.

¿Existe voluntad de extender su filosofía y acción en otras comunidades?

-Los españoles realmente no valoramos lo que tenemos. Este es uno de los puntos que inspiraron Sociedad Civil Catalana. No nos hemos convertido en un movimiento nacional, pero allí donde existe un problema nacionalista, hemos ayudado a germinar una respuesta contra el nacionalismo. El nacionalismo es la guerra, es el caos y, ante el nacionalismo, nosotros proponemos el patriotismo. Nacionalismo es el odio a otros pueblos. El pueblo catalán odia al pueblo de Castilla, el pueblo vasco odia a Madrid, el pueblo aragonés no odia a nadie, pero podría odiar si despertase a otro pueblo vecino. Ante el nacionalismo, nosotros proponemos el patriotismo dual, que en su momento ya puso en marcha Capmany en las Cortes de Cádiz: sentirse orgulloso de ser catalán en nuestro caso y de ser español. En aquellos lugares donde detectamos un riesgo importante, como Navarra, donde el nacionalismo vasco ha puesto la hoja de ruta en marcha para eliminar ese sentimiento navarrista y español, y Baleares, en una fase de expansión rapidísima, ayudamos. Sucede con el movimiento de la Sociedad Civil en la Comunidad Valenciana y estamos trabajando para crear Sociedad Civil Vasca. Porque, si es verdad que todos ven al PNV como un partido adocenado y dado a la colaboración, quienes hemos sufrido el nacionalismo en primera mano sabemos lo que es el vasco, eminentemente racista, supremacista desde sus orígenes. No vamos a impulsar Sociedad Civil en Aragón o Madrid, porque no tendría sentido. Lo que necesitamos es que la sociedad civil despierte y que las personas que estamos interesadas en política pero que no nos dedicamos a ella entremos para ayudar a los políticos a decir claro que el nacionalismo es el cáncer de España.

¿Cuáles han sido las bases para el crecimiento y el simbolismo de Sociedad Civil Catalana?

Nacimos en un momento muy difícil, con todos los elementos en contra, pero tuvimos la suerte de unirnos una serie de personas que creo excepcionales y muy transversales. Gente que procedía del PP, de Cs, del PSOE, incluso del nacionalismo, del catalanismo no independentista. Hubo tres factores fundamentales: el primero, que las personas que salimos a luchar contra el nacionalismo no veníamos de la política o no éramos políticos; la segunda, que éramos personas a las que meternos en este berenjenal no nos importaba, porque teníamos un poco las espaldas y la vida cubiertas; y el tercero, que la mayoría de nosotros éramos catalanoparlantes, que sentíamos la catalanidad de una forma muy intensa, pero que no estábamos dispuestos a dejarnos arrebatar Sevilla, Zaragoza, la Mezquita…. Queríamos seguir siendo partícipes de un proyecto común como ha sido y es España, que nació en los albores casi de la humanidad. Y no estábamos dispuestos a comprar el relato falso que nos han intentado imponer los nacionalistas, porque antes de ser catalanes ya éramos españoles. Y el punto fundamental fue poner en marcha la generación de un relato en catalán ante la dejadez de un Estado español que nos ha abandonado, y esto es lo más doloroso para nosotros, y nos ha mentido. Y aquí no es cuestión del PP o del PSOE, es el Estado en general quien nos ha abandonado, como lo hicieron en su momento a los vascos, a los baleares y en buena medida a los navarros. Y ante esta dejadez surgimos como una reacción en un medio hostil y hemos hecho un proyecto ganador, aunque es verdad que la situación política cambia y hoy estamos en otra pantalla totalmente distinta a la de cuando salió Sociedad Civil en 2014.

¿Fue el gran punto de inflexión en la trayectoria el 1-O?

-El 1-O los españoles tuvimos mucha suerte porque nos libramos de la trampa y la tormenta perfecta que nos hizo el separatismo. El Estado español se enfrentó a un monstruo poderosísimo muy bien respaldado por fuerzas internacionales y el 1 de octubre desgraciadamente cayó en un error brutal que fue no saber trabajar lo que en el marketing y la propaganda, porque es de lo que hablamos, se llama relato. No hubo ningún muerto, que es el punto importante, porque el nacionalismo buscaba un mártir de la causa para agarrarse e internacionalizar lo que llamaban el proceso. Al nacionalismo no le interesa Cataluña ni España, sino internacionalizar el proceso. Lo hemos visto con Puigdemont y con Oriol Junqueras. El 1-O se produjo una rotura sentimental en Cataluña. Los nacionalistas decidieron señalar a los no nacionalistas, a los catalanes libres de nacionalismo, como los culpables. Esa sociedad civil silente y algunos que nos habíamos manifestado fuimos los traidores, los "botiflers". Hubo un desgarro entre muchos de nosotros familiar, personal, que todavía dura. La cicatriz es muy profunda y va a durar muchísimo tiempo esa fractura sentimental en Cataluña entre familias y amigos y entre nacionalistas y no nacionalistas. Soy moderadamente optimista, pero mientras no tengamos capacidad de generar ese relato ante el España nos roba, el derecho a decidir, y obtengamos un relato positivo y en catalán, vamos a tener un déficit.

El recorrido desde aquel 1 de Octubre sigue siendo inquietante y no se aprecia la boca de salida del túnel a pesar de la bocanada de aire fresco del discurso del rey y de la manifestación del 8-O.

Realmente el golpe de estado se produjo el 6 y 7 de septiembre. Y ahí una serie de personas valientes que provenían de la izquierda, encabezada por un personaje clave como fue Joan Coscubiela, distinguió que la izquierda puede ser muchas cosas pero nacionalista debería ser muy poquito. Los nacionslistas son una falsa izquierda. El nacionalismo pertenece a ese esencialismo romántico, trasnochado. Yo pertenezco al centroderecha y creo poder analizar bien con la potestad que me da ese conocimiento. El 6 y 7 de septiembre fue la ruptura, pero se visualizó el 1-O, que se concretó el 3 de octubre con una huelga general en la que hubo detalles que llamaron la atención: las clases, zonas y barrios ricos de Cataluña paralizaban la producción, y los barrios y zonas populares y pobres estaban trabajando. Las dos "cataluñas" quedaron claras porque desde el mismo poder, la Generalitat, se estaba incitando a la huelga. Cataluña tiene 200.000 funcionarios que trabajan casi como un solo hombre, y esa maquinaria de Estado dentro del Estado ha hecho ese reto de descripción del propio Estado, con permisividad del Estado. Es el autosuicidio. Los catalanes y españoles podemos sentirnos muy orgullosos de Su Majestad el Rey, que dio un discurso que actuó como un aldabón para movilizarnos. Sin él, no nos hubiésemos movilizado, no hubiese tenido lugar la manifestación del 8 de octubre y no se hubiera producido la reacción de una sociedad catalana atemorizada, acobardada, callada la inmensa mayoría de la que se siente catalana y española. Ha empezado una lenta pero no por ello menos progresiva reacción, que tal vez llegue tarde, porque de Cataluña se han ido más de 5.500 empresas, dos bancos y la negra noche económica y social sobre Cataluña vendrá en los próximos años. No hay que ser muy ducho para entender lo que pasó en el Quebec tras un referéndum. Se marcharon las empresas, los bancos y ahora mismo el Quebec no quiere oír del nacionalismo.

¿Más que judicializar la política, los tribunales sólo juzgan actuaciones delictivas que se perpetran presuntamente desde las instituciones?

-La judicialización de la vida política en Cataluña no es una buena noticia. Que hayan sido condenados a la cárcel los delincuentes, los adalides, es bueno porque se ha cumplido la ley ante un golpe de estado que existió. Creo que el Estado debe ser generoso, porque en Cataluña hay un dolor muy intenso por el relato. Vivo a dos kilómetros de la cárcel de Lledoners. Cada día, miles de personas acuden a la cárcel, como en romería. Hay 2,2 millones de catalanes heridos por la sentencia judicial, justa, no voy a poner un palo a la rueda. Pero no se trata sólo de judicializar. No hablo de indultos. Ahora toca construir un relato hacia esos 2,2 millones de catalanes que, por cuestiones marquetinianas, han dejado de querer a España y han abandonado esa idea de unidad. Y, en ese relato no sé si desde el Estado o desde la sociedad civil, hay que abandonar la vía exclusiva de la judicialización, y construir aquello que decía el poeta: esos puentes seguros que de la vieja Sefarad no se tenían que haber roto y que ahora parecen rotos y no sé si seremos capaces de que sean seguros en tiempo y espacio.

Y ahora lidera como secretario general la Lliga Democràtica. ¿Cuáles son las expectativas y los objetivos?

-Así como Sociedad Civil Catalana es transversal y cabe todo el mundo que crea en la libertad y no se sienta herido por una ideología romántica del siglo XIX como es el nacionalismo excluyente y supremacista, Lliga Democràtica nace como un proyecto político para cubrir un espacio que muchos hemos creído que ha estado viciado y ha perdido la centralidad: el centro y centro-derecha catalanista. Cuando hablo de catalanismo, hablo de catalanismo integrador, amante de España como lo ha sido desde su momento primigenio de nacimiento en el siglo XIX, en defensa del catalán como lengua perdida que se hablaba en aquella corte medieval, la aragonesa además, en la que los Condes de Barcelona eran los "primus inter pares" de esos condados. Pero nunca fue antiespañol, fue con voluntad clara de mejorar y ayudar al crecimiento de España. Es verdad que ese catalanismo cogió una falsa ruta que empezó cuando nace ERC en 1931 y se convierte en el partido mayoritario en 1934 con el golpe de estado, y fue el antecedente de lo que luego vendría desgraciadamente, que es la guerra civil. La Lliga nace con esa voluntad de cubrir un espacio de centro-derecha catalanista, no independentista. En Cataluña está huérfano, no existe, porque Convergencia, el partido del "mainstream" catalán, abandonó con Pujol y después Artur Mas esa centralidad y nacionalismo integrador, y lo desvió casi hasta la ruptura de España. Y, en este análisis, hemos visto un espacio potente para derrotar al nacionalismo y al independentismo, y sumarnos a otras fuerzas constitucionales. Y es para aportar al resto de España un mensaje de que de lo que se trata es de construir España, pero también en catalán, se trata de una cuestión sentimental. Y en este desiderátum nace la Lliga con voluntad de servir y de ganar el poder para derrotar al nacionalismo en su campo.

En estos primeros pasos, no todo serán alfombras...

-Lliga Democràtica nació hace prácticamente un año pero el proceso de parto es muy lento por las circunstancias. En TV3 no somos los más queridos del mundo. En nuestro análisis del mercado catalán, hemos visto que hay una franja muy importante de catalanoparlantes que no se sienten identificados con ningún partido político y queremos meter la cabeza en este segmento. Lo tenemos todo muy bien estudiado y calculado, para crecer y mandar un mensaje de catalanidad y de españolidad: no nos queremos refugiar en Cataluña, este catalanismo tiene voluntad de intervención en España, intención muy clara de poder gobernar con el resto de los pueblos de España porque España también es nuestra.

Su proyecto está muy estructurado en los vehículos del márquetin y la comunicación...

-Hemos estudiado mucho lo que ha pasado en Baviera, donde gobierna un partido regionalista, los cristianodemócratas en unión de la CDU con la CSU, y ha ganado muchos enteros Los Verdes. Es cuestión de renovar. Lo primero es cómo hacer de la ecología política un arma, un instrumento, porque se trata de conservar el medio. Y este es el punto fundamental que trae la juventud. A la gente joven en Cataluña la política nacionalista le interesa más bien poco. El nacionalismo es una enfermedad que afecta a gente mayor de 40 años, los jóvenes necesitan otros valores y principios. Y trabajamos una serie de puntos para superar el discurso romántico supremacista. Es fundamental la seguridad jurídica. Se han marchado 5.500 empresas y se siguen marchando. Se han deslocalizado las centrales, pero el día de mañana, como ha amenazado Seat, pueden deslocalizar la producción fuera de Cataluña. Seguridad jurídica significa un gobierno no nacionalista. El tercer punto es un factor crítico para el futuro desarrollo de España: el Corredor del Mediterráneo, porque España no es Madrid aunque lo queramos mucho. España es Madrid, Barcelona, Huesca y Teruel. Somos un partido que tenemos desde un punto de vista ideológico una perspectiva distinta a lo que se aplica en Cataluña en el tema impositivo. Somos liberales y queremos rebajar los impuestos, una ley de sucesiones que no sea tan abusiva… Tenemos una propuesta económica clara, concreta y concisa para Cataluña, que ha sido la fuerza pujante industrial y lo estamos dejando de ser.

Pero, en la Cataluña actual del adoctrinamiento, los molinos de viento son colosales.

-Sabemos lo que es luchar contra los elementos, aunque necesitas tener voces potentes en los medios de comunicación porque, si no, es imposible llegar. En la sociedad del siglo XXI, hay muchos canales. Todos estamos pendientes del móvil y de las redes sociales, el elemento de propaganda, de comunicación, más rápido. Twitter es capaz de generar "trending topic" y muchas son falsas pero parecen noticia. Lliga Democràtica nace en un ambiente muy complicado y hostil, en una crisis importante de Estado, pero para poner calma y serenidad. En esas voces que nos acompañen, tienen que ver mucho los medios de comunicación. Es verdad que queremos dirigirnos a todos los catalanoparlantes y los medios en catalán son terriblemente hostiles a proyectos como el nuestro porque están viciados de origen por las subvenciones que reciben de la Generalitat, que está en guerra con el Estado español.

¿Es segura su concurrencia a las presumiblemente próximas elecciones autonómicas?

-La intención es concurrir a las elecciones autonómicas, pero los que estamos en este proyecto no somos políticos. La inmensa mayoría de nosotros no nos meteremos en una lista electoral. Estamos trabajando en las listas, porque tienen su sano juicio para entendernos personas de responsabilidad en España y sobre todo en Cataluña para meterse en política. Tienen que ser muy valientes, y las hay. No tenemos cerrada candidatura, pero hemos hablado con mucha gente y vamos a poder disponer de auténticos primeros espadas que, al final, puedan decidirse. Pero, más allá de convertirnos en partido político para concurrir en unas elecciones, queremos trabajar como "think tank" o como lobby para crear ese relato. Ahora empiezan a salir muchas voces para que ese centro moderado y no independentista nazca. Hemos tirado la piedra en el estanque y empieza a generarse mucho ruido y movimiento. Y esa es la intención de Lliga Democrática: no tanto ganar las elecciones como ganar el relato, para que la gente tenga un camino, una visión, un futuro que da sosiego a sociedad y empresas en Cataluña.

¿No parece que las fuerzas constitucionalistas sean asertivas con ustedes?

-Podemos pisar muchos callos, sobre todo al partido mayoritario en Cataluña dentro del constitucionalismo, Ciudadanos, desgraciadamente en proceso de desintegración pese a tener personas muy válidas. El nuestro no es un proyecto para restar votos y fuerzas al mundo constitucionalista, sino para ofrecer una salida a muchos nacionalistas de una disyuntiva de seguir votando por ejemplo a Puigdemont o de salir del lado oscuro para ver la luz. Podemos pisar algunos callos también en PSC, porque el PP en Cataluña es casi testimonial porque no ha encontrado lugar, mensaje ni discurso. Y de Vox poco podemos esperar con ese discurso tan anticatalán. Necesitamos más discursos de convivencia que de confrontación.