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CRISIS DEL CORONAVIRUS

El silencio fallero retumba en una Valencia abatida

La fiesta convertía esta ciudad en un gigante pasacalles con un millón de personas rodeadas de color y fuego

Las falleras han vivido otras fiestas tristes.
Las falleras han vivido otras fiestas tristes.
Efe

El abatimiento se apodera de la comunidad fallera en Valencia, que vio este viernes cómo en el silencioso día de San José tampoco ardieron sus fallas ni fue el colofón a esa semana de fiesta que, antes de la covid, convertía a la ciudad en un gigante pasacalles con un millón de personas rodeadas de color, música, flores, ruido, ninots y, al final, fuego para recibir a la primavera.

Una crisis inédita, la incertidumbre por cuándo se podrán celebrar “con normalidad”, un silencio atronador solo alterado por algún petardo suelto y, encima, mal tiempo -con registros térmicos no vistos desde 1939, cuando tampoco hubo Fallas- dominaron este viernes gris para un sector tradicionalmente lleno de color, hedonismo e ingenio, que calcula a la desesperada cómo puede sobrevivir.

Si en 2020 al menos hubo convocatorias para que sonara música tradicional valenciana en los balcones -comenzaba el confinamiento-, retumbaban grabaciones de mascletàs antiguas, se viralizaban retos ingeniosos en honor a la fiesta y había un sentimiento optimista para celebrar las Fallas ese verano, como se había prometido, este año reinó el silencio.

Apenas ha habido ruido de petardos o de tracas, que solo se dejaron sentir de forma esporádica en algún parque y vigilando que no hubiera policía cerca -al no haber Bando consistorial de Fallas, está prohibida la pirotecnia callejera-; no ha habido ninguna “despertà” a las ocho de la mañana, ni “mascletà” a las dos de la tarde, ni castillos de fuegos artificiales a la medianoche.

El sector pirotécnico asegura estar al límite y ahora su indignación es máxima, al haberse planteado oficialmente la posibilidad de una “Nit del Foc” descentralizada y sin público pero Sanidad la tumbó días después ante el riesgo de aglomeraciones en las azoteas. Su patronal ha roto relaciones con el Ayuntamiento.

Tampoco se escuchó música en las calles a cargo de bandas valencianas, ni hubo verbenas vespertinas ni nocturnas en barrios. Imperó un silencio nocturno que, aun siendo lo habitual desde hace meses -por el toque de queda a las 22 horas-, en esta semana ha abrumado y resultado atronador.