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NUEVA SERIE

Oriol Paulo: “Hubo como un ‘match’ de Tinder entre Harlan y yo”

El director acaba de estrenar la serie El inocente en la plataforma Netflix

Oriol Paulo y Mario Casas, en un rodaje.
Oriol Paulo y Mario Casas, en un rodaje.
Atresmedia

Aunque Oriol Paulo recibió el libro de El inocente del estadounidense Harlan Coben en una época en la que necesitaba descansar, no pudo decir que no al proyecto de adaptación de esta novela (con Netflix), especialmente tras reunirse con el autor, con quien tuvo “una especie de ‘match’ de Tinder”.

Así lo cuenta el cineasta, que acaba de estrenar la ficción homónima protagonizada por Mario Casas, una producción llena de esos giros inesperados que son una seña de identidad del director (Barcelona, 1975).

Paulo busca repetir el éxito conseguido en sus anteriores proyectos (Contratiempo, Durante la tormenta) con esta historia de accidentes del destino y de segundas oportunidades.

¿Cómo fue su encuentro con El inocente?

-Estaba acabando Durante la tormenta cuando Paco Ramos (el vicepresidente de contenido original) de Netflix me llamó y me dijo ‘tengo una novela que te va a encantar’ y yo le dije que necesitaba parar y pensar. Pero me la mandó y tenía razón. Viajé a Nueva York, me vi con Harlan y le conté cuál era mi visión, cómo la iba a adaptar. Él vio mis películas y hubo una especie de ‘match’ de Tinder: yo entendí muy bien su universo, él entendió muy bien el mío, me dio la libertad para poder jugar con su material y lo he hecho desde el respeto más profundo a su novela.

¿Qué le cautivó de la historia?

-A mí lo que me atrajo leyendo el libro es cómo a un personaje que ha sufrido tanto, el de Mario (Casas), de repente cuando está a punto de arrancar una vida nueva después de todo lo que le ha tocado vivir, le explota una bomba y no sabe por dónde le vienen los palos. Me sentí muy angustiado poniéndome en la piel de ‘Mat’ y eso me atrapó.

Un mal golpe en una pelea de bar y varias vidas destrozadas. ¿Tan frágil es todo?

-La vida es frágil. Ahora mismo podemos salir y que te atropelle un autobús. Al final hay algo en la vida que tú no puedes controlar y hay accidentes que te acaban definiendo. Todos somos en el presente consecuencia de cosas que nos han pasado. Algunas son decisiones propias y otras accidentes del destino.

¿Cómo escoge sus historias para hacer que tengan éxito en países como China?

-Lo que me atrapa es cuando puedo jugar con historias que no se mueven entre el blanco y el negro, sino que se mueven en una escala de grises en las que el espectador a veces se va más al gris oscuro y otras al gris claro. El Inocente es una serie que habla de las segundas oportunidades, todos los personajes cargan con una mochila que poco a poco vamos viendo y al final todos van a tener que confrontarla.

Repite mucho actores, ¿le gusta rodearse de caras conocidas?

-Cada proyecto tiene su proceso. En El inocente leyendo la novela ya veía a Mario Casas por la ambigüedad que él sabe dibujar perfectamente. Es un tío que se implica y me entiendo bien con él. A partir de aquí es un efecto dominó.

Dicen que el de Contratiempo fue el primer papel de adulto protagonista de Casas, ¿cree haber sido un empuje en su carrera?

-Cuando conocí a Mario ya tenía ganas de salir de su zona de confort, es un inconformista natural. Yo creo que él mismo tenía muy claro que quería colocarse en retos personales distintos. Estoy muy feliz del reconocimiento que está teniendo ahora.

Dice José Coronado (presente en El inocente) que usted es un “pequeño Hitchcock”. ¿Qué le parecen estas comparaciones?

-Estoy de acuerdo con que soy pequeño porque mido metro setenta y lo otro agradezco mucho que lo piense porque lo respeto mucho y lo admiro mucho como actor y como persona.

Háblenos del panorama audiovisual actual, ¿son buenos o malos tiempos?

-Estamos en un momento de incertidumbre por la pandemia, que está generando una serie de cambios en el consumo. Yo soy de los que piensa que cine y plataformas pueden coexistir e ir de la mano. La pantalla grande siempre te va a dar una experiencia sensorial más grande, pero es verdad que las plataformas nos dan una ventana al mundo que si no no tendríamos.