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EN COLABORACIÓN CON EL COLEGIO DE ENFERMERÍA DE HUESCA

“No podemos bajar la guardia porque la amenaza de rebrotes sigue ahí”

Carmen Tosat, presidenta del Colegio de Enfermería de Huesca, cree que la experiencia vivida con la pandemia “ha hecho posible que los ciudadanos sean conscientes de la tan importante labor que llevamos a cabo las enfermeras”

Carmen Tosat es la presidenta del Colegio de Enfermería de Huesca.
Carmen Tosat es la presidenta del Colegio de Enfermería de Huesca.
Colegio de Enfermería de Huesca

Carmen Tosat es la presidenta del Colegio de Enfermería de Huesca. Habla sobre la situación de la profesión, el valor que tiene su trabajo para la sociedad y las perspectivas de futuro.

¿El trabajo de las enfermeras, que representan la mayor profesión sanitaria, es suficientemente valorado por los responsables públicos de la Sanidad y la ciudadanía en general?

Si me hubieses hecho esa pregunta en enero de 2020, hubiese respondido de forma rotunda que no, pero creo que con la pandemia ha habido un antes y un después en la percepción social de nuestra profesión. La experiencia que hemos vivido ha hecho posible que los ciudadanos sean conscientes de la tan importante labor que llevamos a cabo las enfermeras. Hasta los medios de comunicación habéis contado con nuestra opinión en numerosas ocasiones, lo cual agradecemos, porque eso nos ha ayudado a visibilizar nuestro trabajo. Pasasteis de centrar durante años las informaciones de salud de forma casi exclusiva en los médicos a incluir a las enfermeras de forma continua. Y esta circunstancia ha contribuido a hacer justicia en la sanidad, porque nosotras estamos allí, siempre, a pie de cama del paciente hospitalizado, o a su lado en la consulta, en su domicilio, con su familia… controlando sus constantes y su evolución, analizando cada avance o retroceso, tomando decisiones en cada momento. Allí hemos estado siempre, y allí estaremos.

Dicho lo anterior, la verdad es que queda todavía mucho camino por recorrer para que las enfermeras ocupemos el lugar social y político que nos corresponde. Es importante conseguir que la sociedad sea plenamente consciente de qué es una enfermera, de sus capacidades, de su potencial, y cuál es la labor fundamental que realiza, una labor esencial en el cuidado de las personas, en la educación para la salud y en la prevención de la enfermedad, que tan patente ha quedado durante esta pandemia lo importante que es, y de eso, de prevención, las enfermeras sabemos mucho, ya sea en hospitales, residencias de ancianos, entornos laborales, atención primaria, escuelas, etc.

¿Después de un año de pandemia, ¿cómo llega la enfermería a la celebración de su Día Internacional?

El próximo 12 de mayo vamos a celebrar nuestro día internacional en una situación novedosa respecto a otros años porque ahora contamos con un mayor reconocimiento social. Esto puede suponer que toda la sociedad se sienta también parte de nuestra celebración, lo que resulta especialmente gratificante, sobre todo después de no haber podido celebrar nuestro año Internacional en 2020. Porque ya casi nadie se acuerda, pero 2020 había sido declarado por la Organización Mundial de la Salud como el Año Internacional de las enfermeras y las matronas. Lógicamente la pandemia mundial que hemos sufrido impidió realizar cualquier tipo de celebración porque tuvimos que encerrarnos en hospitales, centros sanitarios y residencias, y enfrentarnos a la covid-19. Dejamos de lado las celebraciones para luchar al máximo, y esto es así, por las vidas de cada uno de nuestros pacientes. Paradójicamente, nuestra entrega en esta guerra contra el virus nos ha dado una visibilidad social sin precedentes.

Por otra parte, todo el trabajo asistencial que hemos tenido nos ha dejado con mucha carga emocional que habrá que gestionar. El desgaste profesional y personal ha sido enorme y, aunque queramos ver la luz al final del túnel viendo que las tasas de vacunación van subiendo, la realidad es que no podemos bajar la guardia porque la amenaza de rebrotes sigue ahí. Y esto es importante decirlo. No estamos fuera de peligro, aunque se levante el estado de alarma. Cuidado, vayamos poco a poco.

¿Qué demandas profesionales tienen las enfermeras en estos momentos?

Como decía hace un momento, este año hemos conseguido un reconocimiento social importantísimo, sin embargo, si hablamos de los responsables políticos la realidad es muy diferente porque, a pesar de sus buenas palabras, seguimos teniendo pendientes todas las reivindicaciones históricas de nuestra profesión.

La primera de estas demandas es la necesidad de desarrollar de una vez por todas las especialidades de enfermería que están pendientes desde el año 2005. Es una necesidad acuciante para la salud de las personas que, además, se ha puesto especialmente de manifiesto en la pandemia, por ejemplo, con las enfermeras especialistas en Geriatría, entre otras. Tenemos que llegar a la situación de que, igual que tenemos muy claro que una matrona no se sustituye más que con una matrona, cualquier otro puesto de especialista se sustituya con una especialista igual. Actualmente están ya desarrolladas seis de las siete especialidades de enfermería, aunque no todas tienen su puesto en plantilla. Pero, las comunidades autónomas apenas han apostado de verdad por ellas y prefieren apostar por un modelo de enfermera generalista, enfermera para todo, que es contrario a las necesidades asistenciales de los pacientes. No podemos echar por tierra esos 6 años de formación que tiene una enfermera especialista. La sociedad tiene que poder aprovecharse de esas competencias adquiridas por estas enfermeras y enfermeros.

La segunda de ellas es una injusticia y discriminación histórica, que lleva más de 15 años, frente al resto de profesiones en la Administración Pública, que es nuestro principal empleador. Para poder ejercer como enfermera es necesario estar en disposición de un título de Grado Universitario de 4 años y 240 créditos. Es decir, un título idéntico en duración y créditos al que tienen abogados, economistas, biólogos, psicólogos o físicos, por ejemplo. Sin embargo, todos estos profesionales pertenecen al Grupo A1 de los cuerpos de la Administración mientras que las enfermeras han sido incluidas en el Grupo A2. Si es por formación está claro que nos lo merecemos, somos Grado igual y si es por responsabilidad, la nuestra es mucha, la vida de las personas.

Reunión del Colegio de Enfermería de Huesca.
Carmen Tosat en una reunión del Colegio de Enfermería de Huesca.
Colegio de Enfermería de Huesca

Y la tercera es como consecuencia de la anterior demanda, pues al no estar en el grupo A1, las enfermeras tenemos vetados algunos puestos directivos. Se da la paradoja de que un psicólogo, un periodista o un economista con una carrera universitaria idéntica a la nuestra puede ser gerente de un hospital, pero una enfermera no, limitando su acceso a puestos de gestión sanitaria de primer nivel en los que, por su formación, experiencia y competencias, podría realizar una gran aportación al Sistema Nacional de Salud.

Desde la Organización Colegial de Enfermería se ha decidido que es el momento de actuar para terminar de una vez por todas con esta injusticia, y por eso, se ha puesto en marcha una campaña con la que queremos pedir ayuda a los pacientes y ciudadanos que nos han mostrado su reconocimiento cada día. Sabemos que sólo podemos conseguirlo con su ayuda y su apoyo.

¿Desde su punto de vista, ¿cómo se ha visto alterada la atención de la salud a causa de la covid?

Sobre todo, se ha visto alterada la atención de los pacientes con patologías crónicas. La pandemia ha obligado a priorizar la atención de los pacientes afectados por la covid-19, tanto a nivel hospitalario en los casos más graves, como en la atención primaria, con el seguimiento de los contagiados, los contactos estrechos, la realización de cribados a la población, y ahora con la estrategia de vacunación.

El seguimiento de los pacientes crónicos se ha visto reducido y mermado. En la primera ola de la pandemia se estima que el 80% de los pacientes crónicos tuvieron retrasos en ser atendidos, y según estos mismos estudios, también ha provocado que muchos procesos agudos como ictus, infartos, etc. no se hayan diagnosticado a tiempo y la atención se ha retrasado, provocando una mayor mortalidad en la población.

¿Qué importancia tiene para ustedes la declaración del Hospital San Jorge como centro universitario?

Es muy relevante que un hospital consiga el nivel de universitario. Se estaban haciendo las cosas bien y se cumplían, hacía tiempo, muchos de los requisitos que se precisan, pero ese “apellido” de universitario ha supuesto un reconocimiento público, y no solo a nivel local, de una actividad de primer nivel. La Escuela de Enfermería de Huesca, adscrita a la Universidad de Zaragoza, lleva 50 años formando en este hospital, y en el resto de los centros sanitarios, a enfermeros. Son muchas las promociones que han salido de esa escuela, formadas en su parte práctica gracias a todos los compañeros enfermeros que trabajan en este hospital y en el resto de centros, y que además lo hacen de una forma incondicional y profesional, llevando a cabo esa función docente que también tenemos los enfermeros.

¿Habría que revisar la programación de los actuales estudios universitarios de Enfermería?

Los planes de estudios son vivos y se van incorporando áreas y competencias claves para que los alumnos de enfermería tengan una formación completa y de calidad. Y así debe estar siendo, pues las enfermeras y enfermeros españoles están entre los mejores formados del mundo, y son muy solicitados por muchos países que los reciben con los brazos abiertos. Pero, esto tiene su parte negativa para mí, y es que se tengan que ir. Me explico. Deberíamos tener unas condiciones laborales y de reconocimiento social que no compensase salir de nuestro país, sino quedarnos aquí y devolver a la sociedad esa formación de calidad que hemos recibido. Si tuviera que pedir un deseo, sería ese, que si alguien se va a trabajar fuera sea porque quiera, no para encontrar mejores condiciones de trabajo ni más consideración. Mi deseo es que lo encuentre en nuestro país.