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El 80 % de los abusos sexuales en la infancia se producen en el entorno del menor

Muchas personas no saben cómo reaccionar y optan por callar

Presentación de esta iniciativa contra el abuso infantil.
Presentación de esta iniciativa contra el abuso infantil.
E. PRESS

Nuria, Carles y Mercè son tres adultos que sufrieron abusos sexuales cuando eran niños por parte de mayores que se encontraban en su entorno de confianza, al igual que sucede con el 80 % de los casos que se producen en el mundo.

Esta dura experiencia se dio a conocer en unas videocartas presentadas ayer en Barcelona, por parte de la Fundación Vicki Bernadet, con sedes en Barcelona y Aragón y que recibió el pasado año 1.350 demandas de ayuda y ofreció apoyo psicológico a 356 víctimas de abusos sexuales infantiles.

Los vídeos y la nueva campaña de la Fundación, “Cartas sobre la mesa”, se ha hecho con motivo del Día Mundial para la Prevención contra el abuso sexual infantil, que se conmemoraba ayer.

Se trata de sensibilizar y visualizar el abuso sexual infantil, ya que muchas personas no saben cómo reaccionar ante la sospecha de un posible abuso en la infancia y optan por callar, indicó Bernadet. Así se constató en entrevistas hechas a profesores de Barcelona hace 4 años por parte del Grupo de Investigación en Victimización Infantil y Adolescente (Grevia) de la Universidad de Barcelona.

La psicóloga e investigadora de Grevia Noemí Pereda indicó que un 72 % de los profesores entrevistados tenía sospechas de posibles abusos pero solo un 20 % las notificó a las autoridades, con lo que el resto se quedó sin denunciar.

“De la misma manera que para un niño o una niña resulta complejo asumir un abuso sexual por parte de un miembro de su núcleo de confianza, es igual de complejo para el resto de los miembros adultos de ese mismo núcleo pensar que el abusador es un integrante del que debería ser el entorno de máxima protección para un menor”, argumentó Vicki Bernadet.

Los testimonios de Nuria, Carles y Mercè ponen sobre la mesa situaciones distintas con un denominador común: la dificultad que surge al tratar de hablar sobre lo experimentado, y que se suele afrontar cuando se es adulto.

Pereda consideró, por su parte, que “el abuso sexual infantil se caracteriza por el secreto y el silencio impuesto a la víctima. El niño o niña no puede saber que lo que está ocurriendo es algo que debería denunciar, tiene miedo y confía en su abusador porque es un adulto de su entorno de quien se presupone recibirá atención, afecto y cuidados”.

Las víctimas necesitan de un proceso de maduración y reflexión personal para saber que lo que vivió es algo que no le pasa a todos los niños, que está mal y que el culpable es una persona a quien le une un vínculo de afecto, “un proceso que suele darse en la edad adulta, que es cuando las víctimas se atreven a denunciar”.