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CRISIS

Dina Boluarte o el reto de hacerse un hueco en el eterno sismo peruano

Castillo ha participado desde prisión en una audiencia judicial sobre su arresto

Dina Boluarte, la nueva mandataria peruana, en su primera comparecencia ante los medios.
Dina Boluarte, la nueva mandataria peruana, en su primera comparecencia ante los medios.
EFE

Dina Boluarte, la nueva mandataria peruana, fue elegida en las urnas puesto que, en el país andino, los ciudadanos votan una fórmula que incluye a candidato a la Presidencia y Vicepresidencia.

No obstante, tras la caída de Pedro Castillo, con un Parlamento altamente fragmentado y la polarización en máximos históricos, su primer reto es crear a su alrededor un espacio político que amortigüe la eterna inestabilidad del país.

La legitimidad que le dieron los votos fue, además, ampliamente reforzada por haber sido de las primeras voces en condenar el cierre del Congreso dictado por Castillo, una orden que no dudó en calificar como un golpe de Estado.

Llegó al Congreso para jurar su nuevo cargo entre aplausos y vítores, lo que le ha conferido una popularidad que debe saber gestionar si no quiere que se convierta en un espejismo.

Para evitar ser un nuevo exvoto ofrendado al perenne terremoto peruano, tiene que jugar con una fina habilidad para atraer las diferentes sensibilidades que componen las 14 bancadas en que están divididos los 130 congresistas peruanos, entre los que hay nueve no agrupados.

En esa tarea, será fundamental conocer a su nuevo presidente del Consejo de Ministros, un rol político clave para tender puentes y en el que Castillo ubicó a varias personas que tensaron todavía más la cuerda de la crisis.

Quien debe hacerlo es la primera mujer en ocupar la Presidencia de Perú, pero es también una incógnita política. Poco se conoce de ella, más allá de que es una abogada de 60 años, procedente de un pequeño pueblo del sur del país.

Tan desconocida es su vida personal, que hasta el miércoles pocos sabían que estaba divorciada. Este no es un tema baladí, puesto que el cónyuge de quien ocupa la jefatura del Estado tiene un rol protocolario. Por tanto, Perú tiene a su primera presidenta, pero no tendrá, por ahora, a su primer caballero, un desafío similar para el machismo del país.

De un modo analogo, se desconoce mucho del carácter de Boluarte en los pequeños espacios en los que se decide buena parte de la política.

Boluarte formó parte de Perú Libre, un partido marxista ortodoxo que sigue formas propias de los años 40, que llevó a la Presidencia a Castillo.

Sin embargo, se apartó de sus filas poco después de las elecciones y, aunque no son públicas, son bien conocidas las disputas que ha tenido con el líder único de Perú Libre, Vladímir Cerrón, un médico formado en Cuba y que nunca ha ocultado su voluntad de seguir el ejemplo de la isla mayor de las Antillas.

Su ortodoxia marxista parece que le aleja de Boluarte, aunque de los 37 congresistas inicialmente elegidos por Perú Libre hoy solo quedan 15 y el resto han conformado bancadas alternativas. Entre ellas, deberá buscar su primer caladero de apoyos.

Deberá ser una Boluarte con mucha capacidad de seducción, casi camaleónica, porque, más allá de ellos, necesitará apoyos transversales para sacar adelante proyectos legislativos en un Congreso muy escorado a la derecha.

Actualmente, el fujimorismo es la mayor fuerza en el Congreso, con 24 legisladores, acompañados por otros 37 de partidos que van de la ultraderecha a la derecha más moderada y 14 de Acción Popular, un partido tradicional que va del centro al centroderecha y algunos de cuyos miembros fueron cercanos a Castillo.

Otros 21 han formado nuevas y disléxicas bandas, además de los nueve no agrupados. El panorama lo cierran los 5 diputados de Juntos por Perú, el único partido progresista del Parlamento.

Panorama conservador

La línea que atraviesa todo el Parlamento, más allá de las diferencias entre izquierda y derecha, es el conservadurismo en distintas escalas, de los congresistas, con la excepción de Juntos por Perú y algunos congresistas no agrupados elegidos inicialmente por el centrista Partido Morado.

El último ejemplo de estas posturas se vivió el pasado 16 de noviembre, cuando la comisión de Justicia del Congreso rechazó la aprobación de un proyecto de ley que pretendía despenalizar el aborto en caso de violación con doce votos en contra, uno a favor y cuatro abstenciones.

Votaron en contra los congresistas de Perú Libre; el fujimorista Fuerza Popular, el ultraconservador Renovación Popular y los centroderechistas Avanza País y Acción Popular.

Tampoco han conseguido abrirse derechos distintos proyectos en favor de la comunidad LGBTIQ+.

En estas aguas turbulentas deberá tratar de nadar la primera mujer presidenta en 201 años de historia republicana, cuyas herramientas políticas se desconocen casi tanto como su propia vida con una obligación: dotar a Perú de una estabilidad desconocida en la última década.  

El expresidente peruano

El expresidente peruano Pedro Castillo participó virtualmente este jueves, desde la prisión donde está recluido desde el miércoles, en una audiencia para evaluar la petición fiscal de detención preliminar en su contra, mientras es investigado por rebelión por haber dictado la disolución del Congreso.

Acompañado de su abogado Víctor Pérez y de su ex primer ministro Aníbal Torres, quien también ejerce su defensa, Castillo escuchó junto al juez Juan Carlos Checkley los argumentos del Ministerio Público, que solicitó detención preliminar por siete días en su contra.

Al término de la audiencia, cuya resolución será dictada "dentro del plazo de ley", Checkley le dio la palabra al exmandatario, pero este se limitó a afirmar "eso es todo", en alusión a lo dicho por sus abogados.

En su intervención, Torres aseguró que durante la detención de Castillo nunca se empleó algún "medio coactivo o coercitivo", pero insistió en que en este proceso "se está violando flagrantemente el principio de legalidad" al considerar que en ningún momento se acreditaron los delitos imputados al expresidente.

En esa misma línea, Pérez sostuvo que el anuncio de Castillo sobre el cierre del Parlamento no implicó un levantamiento en armas que requiere, según dijo, el delito de rebelión y negó que exista peligro de fuga, por lo que solicitó al juez que declare infundado el requerimiento del Ministerio Público.

"Las declaraciones de mi patrocinado en su mensaje no configuran el delito de rebelión (...) ¿Cómo puede una persona querer fugarse cuando no ha cometido los presuntos delitos que le están imputando?", señaló Pérez.

En el otro extremo, el fiscal adjunto supremo Marco Huamán aseguró que "queda evidente la alta probabilidad de fuga" del expresidente, tras mencionar la supuesta intención de Castillo de dirigirse a la Embajada de México para salir de su país.

Huamán indicó que la detención del ex jefe de Estado es "necesaria" para asegurar los actos de investigación y acusó a Castillo de haber pretendido cambiar el modelo de Estado de derecho establecido en la Constitución, de manera ilegal y dolosa.

Castillo participó de esta audiencia tras pasar su primera noche en el penal de Barbadillo, en el distrito limeño de Ate, en el que también está recluido el expresidente Alberto Fuijimori, quien cumple condena de 25 años de cárcel, mientras es procesado por rebelión y conspiración.

El Ministerio Público anunció  el inicio de estas pesquisas preliminares mientras Castillo permanecía detenido en la Prefectura de Lima por presuntamente "quebrantar el orden constitucional", después de dictar el cierre temporal del Parlamento y la instauración de un Gobierno de emergencia nacional.

Esa orden ha sido interpretada mayoritariamente como un intento de golpe de Estado, incluso por los miembros de su gabinete.

La medida no obtuvo el aval de la mayoría de los ahora exintegrantes de su Gobierno, ni tampoco de las Fuerzas Armadas, la Policía Nacional, el Tribunal Constitucional y el Poder Judicial.

Horas después, el Congreso debatió un tercer pedido de destitución en su contra, que finalmente fue aprobado por 101 de los 130 legisladores que integran el hemiciclo peruano