TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
Conde-Pumpido, el broche de oro a la carrera de un magistrado progresista
El nuevo presidente del Constitucional es un juez que genera tanta crítica como admiración en el sector de la judicatura
Cándido Conde-Pumpido ha puesto el broche de oro a una carrera como pocas en la judicatura. El nuevo presidente del Constitucional es un magistrado que genera tanta crítica como admiración en el sector, pero del que nadie cuestiona su incuestionable talla jurídica pese a su simpatía con el PSOE.
Lo hace tras superar a María Luisa Balaguer, que rehusó hasta el final el dar un paso al lado como le pedían algunas voces dentro del mismo bloque progresista que comparte con Pumpido, para dejar vía libre al considerado candidato nato de este grupo, que una década después recupera la ansiada mayoría en el tribunal.
Conde-Pumpido culmina así una carrera de vértigo en la alta judicatura española en la que lo ha sido todo tras abrirse paso en una insigne familia de juristas y forjarse como juez en la Audiencia de San Sebastián en los años de plomo de ETA, los más violentos de la banda, y la respuesta de la guerra sucia de los GAL.
Su ascenso en la carrera fue fulgurante. Con sólo 49 años se convirtió en el miembro más joven del Supremo. Lo hizo apadrinado por su padre, Cándido Conde-Pumpido Ferreiro, que llegó a ser el número 2 del Ministerio Fiscal pero cuya figura ha sido ampliamente superada y eclipsada por su primogénito, uno de los fundadores de la asociación progresista Jueces y Juezas para la Democracia.
Su paso por la Sala de lo Penal del Supremo dejó huella. Fue ponente de las sentencias que determinaron la condena y abandono del cargo de tres presidentes autonómicos -Gabriel Urralburu, de Navarra; Juan Hormaechea, de Cantabria; e Ignacio Velázquez, de Melilla. Lo mismo ocurrió con la sentencia que incrementó la condena de Luis Roldán, exdirector General de la Guardia Civil.
De ahí pasó a liderar la Fiscalía General del Estado encadenando las dos legislaturas de José Luis Rodríguez Zapatero. Es la etapa de la que más presume por el andamiaje que forjó en el Ministerio Público. Su mandato coincidió con el estallido de los peores años de la corrupción que persiguió con puño de hierro a través de Anticorrupción: Malaya, Palma Arena, Brugal, Palau y Gürtel. Pero también ocho años en los que se batió contra no pocas acusaciones del PP que reclamó su dimisión por distintos asuntos.