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María José Eneri dejó la hostelería en Jaca tras 23 años para volver a Caldearenas

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María José Eneri dejó la hostelería en Jaca tras 23 años para volver a Caldearenas
María José Eneri dejó la hostelería en Jaca tras 23 años para volver a Caldearenas
E.P.

Suena la bocina pero nadie se asusta. Forma parte del sonido cotidiano de Caldearenas, donde la vida también se escucha en el quiquiriquí que se cuela en la conversación vecinal. Es viernes al mediodía y todo cuadra. Óscar Daniel Fernández, el pescatero de Sabiñánigo, llega con su camioneta de frío para vender pescado recién llegado del mar.

Poder comprar merluza o sardinas frescas en esta localidad del Alto Gállego de solo 15 habitantes es algo así como un pequeño lujo al que están acostumbrados, pero ¿qué pasará el día que Óscar no vaya Quien dice a Caldearenas dice a cualquiera de las más de 30 localidades del Alto Gállego, Jacetania y Sobrarbe que recorre de martes a sábado -el lunes no hay pescado- porque permite a mucha gente mayor no tener que desplazarse ni depender de nadie para continuar viviendo en sus casas. Óscar ya cogió el testigo de su padre, que comenzó a hacer las rutas hace 40 años. Sin embargo, "hay pueblos a los que va a llegar un momento en que no iremos porque ya no habrá nadie", indica.

En Villalangua, por ejemplo, donde acaba la ruta de Caldearenas, solo viven en invierno cuatro mujeres, todas de más de 80 años. "Mucha gente mayor me compra prácticamente a mí todo lo de la semana. La gente joven sale fuera, pero para los mayores este servicio es fundamental", comenta Óscar. Como cada vez hay menos gente, la rentabilidad del servicio se resiente, por eso a su camión de frío ha incorporado un remolque donde lleva frutas y verduras. "Es para dar más servicio, porque por esta zona la gente es más de carne que de pescado, y para sobrevivir, porque en invierno no siempre es rentable parar en un pueblo. Lo bueno es que se compensa con el verano", explica Óscar, que se niega a abandonar a sus clientes y recalca que el precio del producto es el mismo que en la pescadería que tienen en Sabiñánigo.

Óscar empieza la ruta los martes por Gavín y el valle de Broto hasta la ribera del Ara, donde para en Ligüerre y Borrastre, por ejemplo; el miércoles se desplaza a la Canal de Berdún y Artieda; los jueves visita el valle de Hecho, con Embún, Javierregay, Jasa o Aragüés del Puerto; y los viernes va desde Latre, por Caldearenas, Javierrelatre, Anzánigo, dos paradas en La Peña, Triste, Salinas y Villalangua; y en verano también entra en Santa María.

HASTA CALDEARENAS POR EL BOCA A BOCA

Caldearenas es una parada ideal para estar a media mañana, ya que Óscar puede echarse un café en el bar-restaurante que se llama como el pueblo y entrar en calor, porque el camión frigorífico no es el mejor refugio. Pero el tiempo apremia porque hoy llegará a hacer nueve paradas y hay días que recorre hasta 11 pueblos.

En el bar, le atiende María José Eneri, que después de estar 23 años trabajando en hostelería y viviendo en Jaca, apostó por volver a su pueblo y coger la gestión del establecimiento. Tras un año, "estoy muy contenta, porque no es fácil abrir un bar en un pueblo así y que funcione", asegura. Trabajadores de la autovía, cazadores franceses que acuden a estos pueblos y, a partir de allí, el boca a boca hace que tenga el comedor lleno.

"Con los de aquí desde luego no podría trabajar porque no hay gente", señala. De hecho, resalta que de los 15 vecinos habituales del pueblo, nueve son de su familia.

Antes de tomar ella la decisión, su hija que se crió allí con la abuela y que siempre ha estado enamorada del pueblo, ya se había instalado con su pareja y tienen un niño de 20 meses, el único de la localidad. Además, la madre de María José, que ya se había mudado con ella a Jaca, ha podido volver a su pueblo, donde vive otro hijo. "Es calidad de vida," asegura Eneri, y para el visitante el único servicio en muchos kilómetros.