Aragón

ALTO ARAGÓN - COLABORAN: CAJA RURAL DE ARAGÓN Y DIPUTACIÓN DE HUESCA

Los "trillizos de Olsón" votan por primera vez por un mundo rural con oportunidades

#CONTRALADESPOBLACIÓN

Los "trillizos de Olsón" votan por primera vez por un mundo rural con oportunidades
Los "trillizos de Olsón" votan por primera vez por un mundo rural con oportunidades
P.S.

HUESCA.- ¿Dónde está la catedral del Sobrarbe? La respuesta es: Olsón. Es curioso cómo esta localidad del municipio de Aínsa-Sobrarbe se conoce más por "los trillizos de Olsón" que por la iglesia de Santa Eulalia del siglo XVI, declarada Monumento Nacional. José, David y Alba, de cuyo nacimiento se hizo eco la prensa por la llegada de niños a este núcleo castigado por la despoblación, votan este año por primera vez. Es también el primer curso que han salido a estudiar a la universidad pero todos, a corto o largo plazo, quieren volver.

Y, además, este domingo pueden acudir a las urnas en transporte público, en una de las rutas que organiza su ayuntamiento para facilitar el acceso hasta Aínsa -único colegio electoral- a los vecinos, en buena parte mayores, que viven en núcleos dispersos con escasa población. Aínsa-Sobrarbe es uno de los 34 municipios que, como Graus, ha solicitado el servicio de autobús o taxis electorales que paga el Ministerio del Interior, a través de la Subdelegación del Gobierno, según informan desde esta última. Su vecino, José Grasa, se subirá este domingo al bus.

José, Alba y David Puyuelo Citoler, que cumplieron 19 años el 27 de enero, se convirtieron en los únicos niños de Olsón y nunca han dejado de serlo. En el año 2000, cuando nacieron, fueron recibidos como un signo de esperanza para este pueblo, donde vivían 19 personas. Hoy, contando con ellos, solo son 14, en las cuatro casas que hay abiertas todo el año. Este curso se han tenido que ir a estudiar a la universidad: el primero a Huesca y los otros dos a Barcelona.

"Tengo muy claro que quiero quedarme en Olsón, pero mis hermanos se irán, y estaré solo en el pueblo. Al paso que va esto, quedará una casa", indica José, que se identifica como el mayor de los trillizos. Esta frase es más realista que pesimista, ya que tiene la esperanza de que si llega a tener hijos se puedan criar allí como él. Estudia Ingeniería Agrícola en Huesca para continuar con el negocio familiar: la tierra, las ovejas y los terneros de cebo. Sin embargo, ve que sus hermanos no podrán trabajar allí. En los núcleos del entorno, tampoco son muchos más. En Lamata, aunque ahora vive un niño pequeño, no cree que puedan quedar abiertas más de tres casas; y una o dos en Javierre. Por el contrario, Modot se ha vuelto a poblar con la llegada de unos australianos.

Alba estudia Ingeniería Biomédica en Barcelona, por lo que ve su futuro laboral en una gran industria y de eso no hay en Sobrarbe. "Estamos obligados a irnos porque, según la profesión que elijas, aquí no hay salida -comenta-, excepto para todo lo relacionado con el turismo y la agricultura". "No hay elección. Y empezar de cero con 22 años -al acabar los estudios- no es fácil, lo fácil es ir a una ciudad", indica. Ahora, "me gusta el cambio porque es necesario ver más allá de aquí, pero estoy muy orgullosa de haber vivido en Olsón y si tuviera hijos me gustaría que se pudieran criar al menos en un pueblo", señala.

A David, igual que a Alba, le apetece "salir a estudiar, ver mundo e incluso trabajar fuera, porque aquí los empleos son limitados", pero en un futuro lejano se plantea volver, aunque sea para jubilarse. Admite que se ha criado en Olsón y que le tira mucho.

"¿Y no te aburrías?" Aunque no les molesta, esa pregunta están cansados de escucharla, y más ahora, cuando cuentan en Barcelona que viven en una localidad de 14 habitantes. "Y sin tiendas", le dicen a Alba para rematar. No necesitaban nada, lo tenían todo. José siempre se iba con su padre al campo, porque es lo que más le gustaba y sus hermanos hacían otras cosas. La ruta del transporte que los llevaba al colegio Asunción Pañart o al IES Sobrarbe de Aínsa los devolvía a casa a media tarde y hacían los deberes y jugaban como cualquier otro niño.

Este curso, por tanto, el transporte escolar ha dejado de ir. Un taxi público volverá este domingo a Olsón a recoger a los votantes y allí se subirá José Grasa. Quizá sea el único, porque los trillizos irán con sus padres y sus abuelos por sus propios medios. José tiene coche propio pero, puesto que ponen el servicio, "entiendo que tengo que usarlo porque después no nos podemos quejar de que estamos desatendidos". Otra vecina, Rosa María Pardina, lo usó hace unos años, pero en esta ocasión irá con su hijo y aprovecharán para pasar el día en Aínsa con la familia. Con todo, "estamos un poco desamparados", dice, ya que nunca han tenido autobús público. Si quieren coger uno, tienen que hacer por sus propios medios los 9 kilómetros hasta Ligüerre. Rosa se acuerda de ir caminando cuando era joven, y de eso no hace tanto porque aún le faltan unos años para los 70. Pero hoy en día, no es lógico.

El servicio público continuará por Javierre de Olsón, Castejón, Latorre, La Pardina, Camporrotuno, Coscojuela, Morillo de Tou y hasta la plaza Mayor de Aínsa. En este municipio, con tanto núcleo disperso hay dos rutas más: una, por Las Bellostas, Sarsa de Surta, Paúles, El Coscollar, Arcusa, Castellazo, Santa María de Buil, Latorrecilla y Guaso; y la otra parte de Arro, Gerbe, Banastón (Las Cambras/Iglesia), Polígono Industrial, Sudiera-Plaza San Lorenzo y la residencia de la tercera edad. Allí pueden subirse usuarios que no podrían ascender a pie hasta la parte histórica del pueblo donde se encuentra el ayuntamiento y el único colegio electoral. "De esta manera, vienen a hacer sociedad con otros vecinos y a pasar la mañana", indica Enrique Pueyo, el alcalde de Aínsa-Sobrarbe. A su juicio, el servicio que se ofrece desde hace más de 30 años es fundamental para municipios con núcleos muy dispersos y despoblados. En conjunto, suman 1.544 electores.

Los trillizos de Olsón han votado ya en el 28A y, por primera vez, lo harán en las municipales, autonómicas y europeas. Piden más oportunidades para los jóvenes del medio rural, para no tenerse que ir. Porque algo sí ha cambiado y es que "los jóvenes de nuestra edad estamos muy felices de haber vivido aquí y no queremos estar obligados a marchar".