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ALTO ARAGÓN - COLABORAN: CAJA RURAL DE ARAGÓN Y DIPUTACIÓN DE HUESCA

La fórmula de Casbas contra la despoblación: un monasterio, una piscina, música y matemáticas

#CONTRALADESPOBLACIÓN

La fórmula de Casbas contra la despoblación: un monasterio, una piscina, música y matemáticas
La fórmula de Casbas contra la despoblación: un monasterio, una piscina, música y matemáticas
R.G.

¿Cuál es la fórmula contra la despoblación? Casbas de Huesca tiene varios elementos que suman: un monasterio cisterciense del siglo XII, ahora con el primer Museo de Matemáticas de Aragón en su interior. Allí sonó anoche la música de Trivium Klezmer, dentro del Festival EnClaves de la Hoya de Huesca, que lleva conciertos a monumentos de distintas localidades de la comarca y que consigue atraer a un público que quizá, de otro modo, nunca llegaría. Ah! y una piscina que se convierte en verano en la nueva plaza de todos los núcleos del municipio.

Todos estos factores suman con el objetivo de multiplicar visitantes y, a poder ser, vecinos, que llegan a 269 censados entre siete núcleos. El resultado de esta fórmula, a la que esperan incorporar próximamente un restaurante, está por demostrar, pero hay elementos, como el Festival EnClaves, que funcionan por sí solos. Eso sí, nada serviría si no hubiera gente detrás.

Suena la música en el monasterio de Casbas de Huesca, que recupera el esplendor que durante siglos, hasta principios del XXI (en concreto hasta 2004), le dieron las monjas cirtercienses. Con todo, siempre hay vida. Roberto García reside en su interior, que acoge visitas con el programa de Puertas Abiertas de la Comarca de la Hoya. Es el guarda del monasterio que cuida la huerta ecológica del cenobio, contratado por la Fundación Progea, que adquirió en 2007 el conjunto, declarado Monumento Nacional en 1979, ahora Bien de Interés Cultural del Gobierno de Aragón.

La idea de Progea era completar la rehabilitación de este monasterio de mujeres, pero la quiebra de la promotora inmobiliaria que estaba detrás dio al traste con el proyecto, aunque los voluntarios de la Fundación siguen ahí. En la huerta, que se mantiene gracias a la aportación de los socios que cada semana reciben una cesta de productos, brota la vida en silencio.

A pocos metros de allí, en las piscinas, el bullicio no se acalla en todo el día. Pascual Latorre, maestro en el CRA Montearagón, el colegio de la zona situado en Angüés, reflexiona sobre el futuro. "Estos pueblos todos adolecen del mismo mal: la despoblación", resalta, al tiempo que denuncia la merma de servicios como los días de atención del médico, de cuatro a uno a la semana. "La gente joven se va a Huesca por los hijos. En principio, es una ventaja tener transporte y comedor escolar gratis, pero el problema son las extraescolares. Yo podía bajar a mi hijo tres veces por semana a jugar a fútbol a Huesca, pero otros no", indica. A su hijo, Javier Latorre, que casualmente ayer cumplió 22 años, esto le palió el aburrimiento. "Me acuerdo de jugar solo en la pista y ¡menos mal que a mi prima Raquel (de tres años menos y la más próxima a su edad) le gustaba jugar al fútbol!", indica, al tiempo que recuerda que los fines de semana deseaban ir a buscar a los que llegaban de fuera para jugar, pero completar equipos siempre fue imposible. "Los dos últimos años antes de irme a Zaragoza a estudiar se me hicieron aburridos", comenta. Por ahora, no se plantea volver a vivir allí.

Su madre es la alcaldesa María Pilar Viu, que se esfuerza por dinamizar el pueblo en el que todo el año viven unas 60 personas, de los 105 que hay censados. Eso sí, en verano la población se multiplica y solo había que darse una vuelta este viernes a la hora del vermú por la piscina. Allí estaba también Ignacio Felices, que vive de la agricultura y de las granjas, pero que entre semana en época escolar, duerme en Huesca. Su hijo Aaron, de 13 años, es el más pequeño de Casbas, por lo que el crecimiento vegetativo es claramente negativo. Ignacio, su otro hijo, que también cumplió ayer 16 años, quiere continuar con el trabajo de su padre, aunque como a Javier, el día a día en invierno en Casbas se le haría duro.

De la piscina salían Sandra Calvo, de 24 años, que vive en Barcelona pero que siempre ha estado vinculada al pueblo del que salieron ya sus abuelos, y Laura Atarés, de 26 años, que nació en Huesca y dice que ni hablar de irse a vivir allí todo el año. Poco más jóvenes son dos hermanas de 19 años, llegadas hace unos meses a vivir a Angüés desde Nicaragua, que llevan el servicio de bar de las piscinas, en el que sirven bocadillos. La única restauración posible. "Llegamos a Angüés por unos amigos de nuestros padres y nos gustó porque el pueblo te da todo, acoge. La gente es amable, solidaria, atenta y, sobre todo, te hace sentir como en casa", indican Divana y Alejandra Gutiérrez.

"La piscina y las actividades que hacemos dan mucha vida al pueblo", comenta la alcaldesa María Pilar Viu. Además, ahora quiere volver a licitar el restaurante que tienen equipado en el edificio multiusos, y que en abril quedó desierto. "Creemos que puede funcionar y que podría llevarlo una familia que se instale aquí o en un pueblo próximo", indica. Los núcleos del municipio están peor: en Junzano viven todo el año cuatro personas, unas 35 en Sieso, cinco en Labata, en torno a un docena en Panzano, tres en Santa Cilia de Panzano y otros tres en Bastarás, la familia que guarda el polémico coto de caza.

Ángel Arilla, de Casbas pero residente en Lérida, acude regularmente con su mujer, Paquita Pérez, oriunda de El Bosque (Cádiz), igual que Mercedes Mairal y su marido, Alberto Guerrero, natural de Granada, que llegaron desde Barcelona y pasan temporadas en un pueblo del que valoran la tranquilidad. Es lo que le llevó precisamente a Pili Claver, la teniente alcalde, a abandonar su Barcelona natal para instalarse en el pueblo de sus padres, en Sieso. Ingeniera Informática de profesión, tiene la ventaja de poder trabajar desde su casa y no olvida las dos horas de atascos que sufría para desplazarse 30 kilómetros en la ciudad Condal. Por ello, no acaba de entender que haya personas que los 25 kilómetros que separan Casbas, por ejemplo, de Huesca, los vean como un impedimento para vivir allí. Ahora, dice, un madrileño se ha comprado una casa en Sieso y quiere ejercer su profesión desde allí. "Cuando empecé a trabajar en casa tenía muchos problemas con internet, pero desde que estoy con Embou, si se puede decir -apunta- me funciona muy bien". Y eso que todavía no tienen fibra en sus domicilios, aunque ya ha llegado al pueblo con el Plan de Extensión de la Banda Ancha de la Diputación Provincial de Huesca, que también desarrolla Embou. Para Pili Claver, es calidad de vida. Si alguien la escucha, verá opciones de futuro en estos pueblos.

LA MAGIA DE LOS NÚMEROS

Un simple juego de pares e impares nos lleva como por arte de magia a encontrarnos en una habitación de hotel o unas fórmulas sencillas, a imágenes espectaculares creadas con el ordenador. Solo hay media docena de museos de matemáticas en Europa y uno, recién inaugurado, está en el monasterio de Casbas de Huesca. El profesor de Matemáticas de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Zaragoza Julio Bernués es el impulsor de este entretenido espacio que quiere ser un foco más de atracción al turista. Su vinculación a la Fundación Progea es lo que determinó la ubicación, donde pasa los fines de semana. Sin duda, una singular segunda residencia. También se han interesado por el Museo de Matemáticas muchos docentes para llevar a sus alumnos. Además, de la exposición permanente con módulos interactivos, ahora se puede ver la muestra "Imaginary, una mirada matemática", de la Real Sociedad Matemática Española (RSME), que enseña la relación entre fórmulas matemáticas y una llamativa figura geométrica, que pueden probar a hacer en un taller. Se puede visitar los sábados de 11:00 a 14:00 y de 17:30 a 20:30 y los domingos de 11:00 a 14:00. La tarifa es de 4 euros par a los adultos y 3 para niños o grupos. El precio familiar es de 10 euros.