Aragón

ALTO ARAGÓN - COLABORAN: CAJA RURAL DE ARAGÓN Y DIPUTACIÓN DE HUESCA

Vicente Pinilla, catedrático de Historia Económica: "Hay que contar con la gente, ver qué oportunidades quiere y acompañarla"

#CONTRALADESPOBLACIÓN

Vicente Pinilla, catedrático de Historia Económica: "Hay que contar con la gente, ver qué oportunidades quiere y acompañarla"
Vicente Pinilla, catedrático de Historia Económica: "Hay que contar con la gente, ver qué oportunidades quiere y acompañarla"
S.E.

HUESCA.- Vicente Pinilla. (Zaragoza, 1959), doctor en Economía y catedrático de Historia Económica en la Universidad de Zaragoza, es coautor con Fernando Collantes (Torrelavega, 1976), profesor de Historia e Instituciones Económicas en la citada universidad, de "¿Lugares que no importan?". Esta obra, editada por la Cátedra DPZ sobre Despoblación y Creatividad, analiza la pérdida de habitantes de la España rural desde 1990. Es una versión en castellano del libro que estos mismos autores publicaron en 2011 en el Reino Unido. Entonces, en España no resultaba interesante y ahora se ha editado con datos actualizados.

Dice que ni es España vacía ni vaciada, sino despoblada. ¿Por qué?

-Vacía no está porque hay gente viviendo. Hay que hablar de España despoblada en todo caso. Y lo de vaciada tiene una connotación que parece que hay alguien que la está vaciando. Las cosas son más complicadas porque la causa principal de la despoblación del medio rural no son una serie de políticas que han tenido como objetivo marginarlo y facilitar su vaciamiento. Hay una serie de causas que son más complejas y, en estas, la política puede tener un papel, pero no es lo principal.

Quizá es la consecuencia de otra época.

-Estamos en desacuerdo con esa idea. Ni siquiera las políticas de la época franquista eran las responsables del vaciamiento rural, porque alguien me tendría que explicar por qué en Gran Bretaña, Francia, Italia, Portugal, Suecia... en países donde no hubo dictaduras, sucedió lo mismo. No decimos que las políticas no jueguen un papel. Por ejemplo, si cuando se construía el estado del bienestar en España tímidamente en los años 60 y 70 y se hacían institutos, hospitales, carreteras... si en determinadas zonas no había estos servicios, obviamente pudo incentivar que hubiera gente que se marchara. No negamos que pudiera suceder, lo que decimos es que hay otras causas que seguramente tienen un papel más relevante, porque incluso esa especie de brecha en infraestructuras o servicios tiende a reducirse hoy en día y aun así la gente puede que se siga marchando.

¿Y cuáles son esas causas que están por encima?

-Están juntas y creemos que lo más decisivo son las oportunidades laborales. Lo que realmente impulsó a moverse a la gente, antes de que estas políticas pudieran tener un valor importante, fueron las oportunidades laborales. En las ciudades estaba creciendo el empleo y había posibilidades de tener ingresos más altos. La gente se movió buscando mejorar su situación. A ello tendríamos que añadir que en el medio rural la agricultura tuvo posibilidades de mecanización, es decir, que no solo no generó puestos de trabajo sino que destruyó, por lo tanto el medio rural no pudo ofrecer alternativas en otras actividades económicas. No había actividades no agrarias con suficiente fuerza, porque la industria se concentró en las ciudades, especialmente en las grandes.

¿Se agotó el modelo?

-Se dio un caso peculiar porque el Pirineo aragonés fue de las primeras zonas de España que empezó a expulsar población, un poco vinculado a esta crisis del modelo tradicional. Lo que activa el gran éxodo rural en España, Francia y otros países, es la industralización. Pero no porque las políticas vayan deliberadamente a ponerlas en las ciudades, sino porque las empresas obtienen rentabilidades más altas. Cuando se reparten las cartas, las zonas rurales de baja densidad tienen muy pocas oportunidades a no ser que sean industrias que cuenten con algún recurso natural. Por ejemplo, el complejo electroquímico de Sabiñánigo, mientras las tarifas eléctricas fueron favorables para instalarse cerca de los saltos hidroeléctricos. Sabiñánigo, que en 1900 era un pueblito, se convierte en uno de cierto tamaño.

¿Qué papel juegan entonces las políticas?

-Pueden tener un papel. Por ejemplo, si a partir de 1951 se unifican las tarifas eléctricas y da igual instalarse en Sabiñánigo o en Barcelona, ahí si que podíamos decir que hay una política que afecta a las posibilidades de desarrollo del medio rural. Por eso, no decimos que las políticas no cuenten sino que el diagnóstico de que todo son las políticas implica que la solución es dar un puñetazo en la mesa y empezar a poner en marcha políticas que tengan en cuenta el medio rural, de infraestructuras... Estas políticas, que pueden ser razonables y justas, seguramente no van a solucionar el problema del medio rural.

En ocasiones, hay pueblos con infraestructuras, accesos, comunicaciones... y siguen sin ir a vivir allí. ¿Qué pasa?

-Es la gran pregunta. Tenemos una tendencia a hacer ingeniería social y decir que la gente tiene que estar en los pueblos. ¿Le has preguntado a la gente dónde quiere estar? Primera pregunta importante: habrá que contar con la gente. Segundo: hay mucha gente que quiere vivir en el medio rural pero, ¿tiene condiciones adecuadas o no? Ahí sí que hay un papel para las políticas, pero más que de trenes y de carreteras, tienen que ser de si hay servicios, educación... ¿Es suficiente con eso? Esas políticas claro que influyen, pero ¿qué oportunidades laborales hay ¿Y si soy mujer? Porque en los años 50 y 60 las mujeres fueron una parte proporcionalmente mayor del éxodo, porque pensaban que en el medio rural tenían menos alternativas. Por ejemplo, sería importante que el tren de Teruel a Zaragoza y a Canfranc funcionara bien y en tiempos razonables porque es una vergüenza, pero aunque pongamos AVE, no cambiará sustancialmente. Ahora bien, los habitantes tienen derecho a un tren digno. No tratamos de negar que las políticas cuenten, sino que intentamos decir que ¡ojo!, que el problema es más complejo.

Si las políticas no son las responsables, entonces ¿se cree que con otras se puede contribuir? Quizá es desalentador.

-Más que más políticas, más dinero... lo que necesitamos son políticas mejores. Además de proporcionar condiciones de vida adecuadas, tenemos que atacar el nudo gordiano que son las oportunidades de empleo. Hay una filosofía que funciona, que es la de los programas Leader de la Unión Europea. Deberíamos contar con la gente, ver qué oportunidades le interesa y acompañarla con esta colaboración público-privada, de abajo a arriba, no desde los despachos de las administraciones. Con estos procesos de emprendimiento vamos a ver qué dificultades se encuentran. Que no hay banda ancha, entonces tendremos que proporcionarla. Por ejemplo, qué pasa si el hotelito rural no hay conexión a internet, entonces sí hay un lugar para las políticas. Además, hay una ley magnífica de Desarrollo Rural.

Se apela mucho a esa ley, pero no se desarrolla.

-Tanto en el programa del PSOE como el acuerdo de la coalición se incluye el desarrollar... Esta ley tiene una filosofía adecuada que parte de esta idea de planes comarcales, de abajo a arriba, que tengan en cuenta las necesidades de la comarca y los objetivos de la gente. Pues pongamos esto en marcha y a ver qué se puede hacer aquí. Nuestro objetivo no es la ingeniería social sino que la gente que quiere vivir en los pueblos pueda hacerlo en condiciones adecuadas y eso implica servicios, apoyo a iniciativas emprendedoras, económicas... La ley da un marco y una filosofía, pero implica destinar recursos y tomarse las cosas en serio.

¿Eso es lo que falta? Tenemos directrices en Aragón, comisionados por todas partes, va a haber un ministerio...

-Las directrices de la DGA están muy bien, pero lo que nos gustaría es que se coordinaran las administraciones. La comisionada del gobierno del PP no hizo nada y la que sucedió, hay que reconocer que tuvo poco tiempo, y apresuradamente presentó algo antes de las elecciones. No sé si vamos a seguir muchos más años así. Como el tema es importante se nombran cargos pero nos gustaría hacer un diagnóstico adecuado. Si vamos a hacer autovías y trenes y con esto lo solucionamos, tenemos un problema.

¿No hay muchos diagnósticos?

-Pero mal hechos. Toda la filosofía en España sobre la despoblación no tiene en cuenta cuáles son las causas reales. Otras personas y yo hemos hecho análisis, pero en el debate público brillan por su ausencia y dicen simplismos. Al final se cree que poniendo dinero se va a solucionar todo. Tenemos una cierta confusión en saber cuál es la raíz del problema y en cómo atacarlo. Hay que consensuar los problemas, buscar una solución y pensar que en cuatro años no se va a solucionar nada. Además, las zonas rurales son muy diversas, no tiene nada que ver Aínsa, con un crecimiento espectacular en los últimos años, con un pueblo de la Sierra de Teruel, que las diferencias son abismales.

Pero los pueblos del entorno se están quedando vacíos.

-¿Pero es realista pensar de la red urbana medieval va a volver a tener esa vitalidad? O es más realista pensar que habrá que apostar por ciertas cabeceras de comarcas donde habrá que concentrar servicios. Nosotros tampoco decimos lo que hay que hacer. Si la gente quiere, tiene que poder vivir, pero hay que ser racional en la oferta de servicios, que no puede haber un hospital en la cabecera de cada comarca. Ahora bien, sí un helicóptero para una urgencia. Ver cómo con las nuevas tecnologías podemos solucionar estos problemas. Hay que ser un poco imaginativos.

La estadística dice que la población tiende a concentrarse en las cabeceras.

-No solo en detrimento de los pueblos del entorno de Aínsa, ya que más del 20 % de la población son inmigrantes. Sin la aportación de la inmigración, el medio rural no se va a revitalizar. Aragón en su conjunto tiene más defunciones que nacimientos.

¿Qué se puede hacer para generar empleo?

-Va a depender de las posibilidades. La filosofía Leader no decía en qué hay que invertir, sino plantear las iniciativas empresariales que en cada zona se consideraban por parte de la gente que vive allí. Podemos estar hablando de zonas que tengan funciones turísticas como el Pirineo o Guara, otras con funciones residenciales, otras tengan un potencial de industria de transformación agraria... No tenemos una receta de cuál es la actividad que puede funcionar, pero habrá que contar con qué proyectos pueden desarrollarse en cada zona y tratar de darles salida, porque al final son los únicos capaces de crear empleo. Pero esto ya funciona. Ha habido iniciativas Leader y tenemos una buena evaluación en la UE del resultado. Por qué no se dedican más recursos a proyectos de desarrollo rural que tienen una filosofía adecuada.