Aragón

ALTO ARAGÓN - COLABORAN: CAJA RURAL DE ARAGÓN Y DIPUTACIÓN DE HUESCA

Cuando confinarse significa vivir al aire libre o, mejor dicho, trabajar a la intemperie

Ernesto Ferrer es un ganadero trashumante de San Juan de Plan, instalado durante los inviernos entre Almudévar y Tardienta

Cuando confinarse significa vivir al aire libre o, mejor dicho, trabajar a la intemperie
Cuando confinarse significa vivir al aire libre o, mejor dicho, trabajar a la intemperie
S.E.

"No se encuentran pastores. La gente no sabe estar sola", dice Ernesto Ferrer, ganadero trashumante de San Juan de Plan que se instaló con sus ovejas hace unos años entre Almudévar y Tardienta atraído por las grandes extensiones de terreno que le permitían crecer en su profesión. En estos días en los que abundan las reflexiones sobre la oportunidad de estar con uno mismo y, por otro lado, los vídeos de Youtube, las actividades en la red y las horas de aumenta el consumo de televisión, que no dejan tiempo para el silencio, su reflexión es más pertinente que nunca. El confinamiento apenas cambia la vida de un pastor que sigue disfrutando del aire libre o, mejor dicho, trabajando a la intemperie. Viento, lluvia, nieve o sol.

Ernesto Ferrer, de 44 años, es uno de esos profesionales que estos días merecen un aplauso desde los balcones, porque como los sanitarios, las fuerzas de seguridad, los repartidores, las limpiadoras, las cuidadoras... y tantas otras profesiones imposibles de enumerar, los ganaderos y agricultores siguen cada día en el campo, en el medio rural, para producir los alimentos para abastecer a toda la población. Lo suyo es el cordero.

Así que tiene salvoconducto para desplazarse cada día hasta su paridera en Almudévar o para salir a pastar con sus ovejas en este término municipal o en Tardienta, donde también tiene tierra arrendada. Por ello, en su confinamiento particular tampoco tiene los problemas físicos que se plantean ahora ni de falta de Vitamina D ni de movilidad o ejercicio físico.

No solo puede, sino que tiene que moverse por obligación. Y esta no se la impone el estado de alarma regulado por el Real Decreto sino las necesidades de sus 2.300 ovejas, que tiene repartidas en dos rebaños. "Algún rato también me gustaría estar encerrado en casa para estar tranquilo, caliente y hacerme las cosas. Pero por poco tiempo", bromea. "Todo tiene sus pros y sus contras. Y este trabajo es muy vocacional", admite.

LA DUREZA DE LA MONTAÑA Y DE LA TRASHUMANCIA

Ernesto Ferrer ha generado empleo en el medio rural porque para manejar esa cantidad de ganado tiene a otro pastor fijo y uno eventual. Sin embargo, no es fácil encontrar. En verano hace la trashumancia a la montaña y así es como comenzó su historia con la tierra baja. "En casa siempre habíamos tenido ovejas y, como me gustaban, me decidí por esto. Mi hermano sigue en San Juan de Plan con vacas", indica. Y fue hace 20 años cuando comenzó a hacer la trashumancia a Almudévar.

Así que finalmente, acabó por comprarse un piso en Huesca, "aunque cada vez voy menos a San Juan, porque con este trabajo no hay días de fiesta, me gusta subir a cazar y no he perdido el contacto el trato con el valle, donde vive mi hermano y mi madre", indica.

"Nuestro valle (de Chistau) es uno de los más desfavorecidos porque las parcelas son pequeñas y pendientes, y para muchas cabezas de ganado, es imposible. Aquí se puede hacer un pastoreo más sostenible porque se aprovechan los restos de cosecha, pero allí hay menos superficie de pastos y hay que subir la comida en camiones", lamenta. Por ello, porque quería mejorar su explotación y desarrollarse profesionalmente es por lo que poco a poco se fue asentando en la Hoya de Huesca y, ahora, en verano sus cabezas ya no vuelven a San Juan de Plan sino que las lleva a Panticosa.

Una de las razones es que frente al terreno abrupto del valle de Chistau en Panticosa encuentra prados pero, sobre todo, que está más cerca. En cinco días, sube el ganado al valle tensino por la cabañera, mientras que al suyo le lleva 8 o 9. Ahí, en Panticosa, en una caseta de propiedad municipal en medio del monte pasa parte del verano. Con placas solares, puede tener móvil y luz. "Leo mucho, llamo a algún amigo... no se me hace largo el tiempo y eso que en la montaña no es un pastoreo muy intenso y te dejan tranquilo", explica. Pero no todo el mundo está dispuesto a pasar así el verano, entre otras cosas porque, insiste, "la gente no sabe estar sola y eso que ahora con las nuevas tecnologías y con internet se puede leer y hacer de todo". Ya no se puede hablar de estar aislado, dice.

Pero no es fácil encontrar a alguien. En el día a día en La Hoya de Huesca, con sus compañeros se van turnando para sacar a pastar a las ovejas y así se ayudan con el manejo cuando hay que triarlas por alguna razón. Además, alguien tiene que atender las que por unas u otras causas se quedan en la paridera. Allí mismo es donde hace parte de su confinamiento, porque cuenta con una cocina en la que puede preparase la comida.

Lo cierto es que desde su valle lo tradicional, la costumbre de generaciones anteriores, era bajar el ganado a la zona de Zaidín, Almacellas, Altorricón... Sin embargo, explica que ahora hacen allí una agricultura muy intensiva, de forma que queda poco espacio para la ganadería extensiva.

SIN RELEVO GENERACIONAL

Ferrer defiende esta última y, especialmente, el ovino. "La carne de cordero es de las más saludables y sostenibles que hay, pero se consume mucho más pollo o cerdo", lamenta. De hecho, en esta situación de crisis del coronavirus ya se ha notado una caída del consumo. "El cordero tenía un precio aceptable, pero con esta incertidumbre... Además, tanto el ovino como el vacuno dependen mucho de la hostelería, por lo que baja el consumo", argumenta. "Antes, las familias con cuatro o cinco hijos comían cordero y ahora tienen uno o dos y dicen que no se puede comprar porque es cara", compara.

Este pastor defiende la ganadería extensiva y la trashumancia para la sostenibilidad del medio rural. Sin embargo, lamenta que cada vez hay menos jóvenes que quieren dedicarse a esto. "En este trabajo no se pueden contar las horas", sentencia.