Aragón

ALTO ARAGÓN - PANDEMIA DEL CORONAVIRUS

Pepe Alcácera, de Ayerbe: "Es un lujo para nosotros poder ir al campo y si luego puedes ayudar..."

Los agricultores desinfectan con su maquinaria las calles de los pueblos

Pepe Alcácera, de Ayerbe: "Es un lujo para nosotros poder ir al campo y si luego puedes ayudar..."
Pepe Alcácera, de Ayerbe: "Es un lujo para nosotros poder ir al campo y si luego puedes ayudar..."
S.E.

El sonido de un tractor bajo la ventana es ahora como una música que transmite tranquilidad al medio rural. Agricultores de la provincia se han prestado voluntarios para desinfectar las vías públicas de los pueblos utilizando la maquinaria de fumigación de la que disponen. Pepe Alcácera es uno de los que ya ha recorrido las calles de Ayerbe para proteger a sus vecinos del coronavirus y Óscar Allué también lo ha hecho en El Tormillo, en el municipio de Peralta de Alcofea, ya en el límite con Los Monegros.

Son dos miembros de las organizaciones agrarias Asaja y Uaga, respectivamente, que junto con Araga y UPA se ofrecieron al Gobierno de Aragón para colaborar con sus medios en la lucha contra el coronavirus. El Gobierno de Aragón aceptó su ofrecimiento y activó un protocolo para que las actuaciones se canalizaran a través de las cooperativas, de forma que los ayuntamientos que lo estimaran oportuno se pusieran en contacto en estas. En localidades como Ayerbe o El Tormillo ya se han organizado para realizar esta labor preventiva. Incluso, en la capital oscense han recurrido a esta ayuda para los municipios incorporados, según explica el técnico de Asaja, Gerardo Torralba.

Los agricultores son de esos profesionales "imprescindibles" que trabajan en estos días de confinamiento por el estado de alarma. Eso sí, solo pueden permanecer en el campo el tiempo justo para realizar las tareas que no se pueden retrasar y que estos días son tratamientos para el cereal o herbicidas. Por ello, algunos ya tenían hasta el aparato adecuado enganchado al tractor para luchar coronavirus.

Es el caso de Óscar Allué, de 35 años, agricultor de El Tormillo, que el domingo dio un repaso con la máquina por el pueblo. "No vi a nadie, estaba todo el mundo en su casa, pero a mí si me vieron por las ventanas", señala, por lo que los vecinos saben que están más protegidos.

Con sus máquinas, pulverizan una solución del hipoclorito, que es el principal activo de la lejía, diluida en agua al 2 %. "Al parecer la lejía es lo más efectivo y nosotros lo hacemos con pulverizadores de barras, que van en horizontal a unos 50 o 60 centímetros del suelo. Si en el campo nos funciona, aquí también puede ser efectivo", comenta Pepe Alcácera, de Ayerbe. Su labor se completa con la de los operarios municipales que se ocupan de las calles más estrechas o actúan específicamente en los puntos más conflictivos, como el entorno de los contenedores o las proximidades de la residencia de mayores, detalla. Alcácera desinfectó Ayerbe el martes y el viernes tocaba de nuevo. "Supongo que será el plazo que recomiendan", indica.

Ellos siguen saliendo al campo para realizar las tareas que les permiten mantener la calidad de la producción. No obstante, "ya nos han dicho en la OCA (Oficina Comarcal Agroambiental) que solo para cosas imprescindibles en el campo y para darle de comer a los animales", indica. Y así lo hacen. De hecho, no se encuentran a otros agricultores tan a menudo como antes. Además, apunta que el Seprona (Servicio de Protección de la Naturaleza) de la Guardia Civil vigila el medio rural para asegurarse de que no hay gente paseando. "Es un lujo para nosotros poder ir al campo y si luego puedes ayudar... A veces hago alguna foto para poner enseñárselas después a la familia, les da algo de envidia pero lo agradecen", indica.

Óscar Allué estos días ha tenido que salir un poco más al campo porque ha empezado su trabajo de técnico, como cada año en estas fechas, en una empresa de congelados de Navarra, para la que cultivan en la zona guisante verde y habas. Su faena consiste en visitar los cultivos y aconsejar a los agricultores sobre los tratamientos. "Para no juntarnos, nos llamamos por teléfono de un lado a otro de la parcela", indica. Además, ha recorrido con el pulverizador las calles de su pueblo, El Tormillo, como medida preventiva. Apenas hay 30 vecinos y la mayoría son mayores. Así mejor.