Aragón

ALTO ARAGÓN - COLABORAN: CAJA RURAL DE ARAGÓN Y DIPUTACIÓN DE HUESCA

María Teresa Castillón, empresaria en Charo: "Necesitábamos internet porque hay tres empresas y turismo rural, aunque solo seamos 30 vecinos"

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María Teresa Castillón, empresaria en Charo: "Necesitábamos internet porque hay tres empresas y turismo rural, aunque solo seamos 30 vecinos"
María Teresa Castillón, empresaria en Charo: "Necesitábamos internet porque hay tres empresas y turismo rural, aunque solo seamos 30 vecinos"
S.E.

HUESCA.- Solo son una treintena de vecinos, pero entre ellos hay niños, jóvenes y varios emprendedores. Una empresa de construcción, dos de limpieza, una casa y tres apartamentos de turismo rural se concentran en Charo, en el municipio de La Fueva, en la Comarca de Sobrarbe. Quizá sea uno de los pocos pueblos de su tamaño que en 40 años no ha cerrado ni una sola casa. Al revés, se ha reconstruido alguna que otra para acoger a nuevos vecinos o para recibir turistas. En vísperas del confinamiento, les ha llegado la banda ancha.

"Necesitamos internet para cualquier empresa, para nosotros es clave", asegura María Teresa Castillón Lanau, propietaria de limpiezas Sobrarlimp, que en los últimos días se ha conectado al nuevo servicio a través de Embou. Esta última es la empresa aragonesa adjudicataria del Programa de Extensión de Banda Ancha de la Diputación Provincial de Huesca para llevar internet de calidad a todos los núcleos de la provincia de más de 20 habitantes, un total de 321. Ella ya era cliente de sus servicios, pero hasta ahora la única posibilidad que tenía de tener internet, de menor calidad, era con una antena.

Con la llegada de la nueva tecnología al pueblo, la empresa le ha hecho la migración para que tenga una mayor calidad. "Se nota mucho la diferencia y, en la oficina, donde tengo el rúter, funciona muy bien, mucho mejor que antes, porque iba muy lento", indica. Solo que aún le tendrán que revisar la instalación porque la wifi no le llega a algunos sitios de su casa, y teme que sea un problema del rúter, aunque no sabe si también influye el hecho de que su casa tenga los muros de piedra muy gruesos.

María Teresa, natural de Lascorz, un núcleo próximo de Foradada del Toscar y mucho más pequeño, donde ahora solo hay cuatro personas empadronadas, llegó a Charo hace 38 años, cuando se casó. "Desde que yo estoy aquí, no se ha cerrado ninguna casa. Y siempre ha habido niños", destaca. Cuando sus hijos se criaban, no eran los únicos, y ahora hay una familia con tres; otra con cuatro, aunque el más pequeño pasa de los 15... Y una pareja procedente de Cataluña abrió una casa de turismo rural y vive allí con sus dos hijos. "Ahora, hay otro chico que ha comprado una casa en ruinas con la intención de reconstruirla para vivir aquí", destaca. Con todo, "no es tan fácil vivir en un pueblo como parece", indica, especialmente cuando se tiene hijos. "Estamos un poco dejados de la mano de Dios y no es fácil sacar a los hijos adelante porque hay que llevarlos fuera para todo, para las extraescolares primero, y después cuando quieren estudiar siempre es paga, paga y paga", señala. Con todo, tiene claro que solo en una ciudad como Huesca ya se agobia.

Con su marido, José María Sazatornil, han trabajado duro en el campo y con una granja de cerdas de cría que, a raíz de una crisis hace muchos años, tuvieron que cerrar. Su marido, que ya está jubilado, siguió con las tierras y ella comenzó a trabajar en la hostelería. Sin embargo, "tenía que trabajar los fines de semana y apenas veía a mis hijos cuando venían, por lo que empecé en esta empresa de limpieza hace 15 años", indica. En 2011, se quedó con la empresa en la que trabajaba y con la que hasta ahora generaba empleo. Ahora, sus hijos tienen 34 y 32 años e incluso es abuela.

La mejora de internet ha coincidido con el inicio de la crisis sanitaria, que le ha provocado un descenso drástico de su actividad, ya que gran parte del trabajo que desempeña su empresa es en apartamentos turísticos que no han podido abrir. Sobrarlimp emplea a cinco personas en Sobrarbe y a cuatro en Huesca capital. De las primeras, una se jubiló recientemente, algo por lo que ahora María Teresa siente un cierto alivio, pero a otras dos fijas discontinuas las ha tenido que dejar en el paro. Y lo siente porque destaca que, en situación de normalidad, "encontrar gente para trabajar es lo más difícil del mundo". "No sé dónde está toda esa gente que está en el paro. Bueno, es que la gente no quiere trabajar de limpieza", reflexiona. "Tendríamos que estar a tope de trabajo hasta finales de octubre", comenta. Sin embargo, ya solo se han quedado las dos fijas. Ahora que tiene banda ancha para hacer las facturas, espera que todo vuelva a la normalidad.