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ALTO ARAGÓN - COLABORAN: CAJA RURAL DE ARAGÓN Y DIPUTACIÓN DE HUESCA

Azanuy busca casas para crecer

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Azanuy busca casas para crecer
Azanuy busca casas para crecer

María Puyal llegó a Azanuy "huyendo" de una gran ciudad y atraída por la posibilidad de coger el local social. Allí ha nacido su hijo pequeño y ahora le da una segunda oportunidad al espacio con Marga Portella, natural de la localidad que, aunque estuvo unos años fuera, quiso volver. El alcalde, Juanjo Campodarve, y su mujer nacieron en Barcelona, pero ambos eran hijos de emigrantes de Azanuy. Hace trece años, con sus niños pequeños, se trasladaron. Ahora, muchos jóvenes ya ni se van.

El colegio ha pasado de tener cinco a nueve alumnos y el olor a paletilla asada de la cocina de El Social se ha convertido en un atractivo. Aunque la Banda de Bombos y Tambores de Azanuy está acallada por la covid-19 y aún no se sabe si podrán hacer su famosa Semana Cultural, ya "cuarentona", es un pueblo con vida. "Y donde se vive más, porque aprovechamos más el tiempo", compara el alcalde con una gran ciudad.

Carlos Marco, de 33 años, se crió en Binéfar pero todos los fines de semana iba al pueblo de su madre y su abuela, donde conoció a Aurora Avellana. Ambos estudiaron en Zaragoza, pero siempre con un pie en La Litera y, en cuanto se les presentó la primera oportunidad de regresar, no lo dudaron. "En torno a los 30 o 35 años, estamos un grupo de gente muy majo que anima a que te puedas quedar", indica Marco.

La animación se vivió este verano en la terraza de las piscinas, que abrieron Mara y Marga, aunque ahora prestan su servicio de restauración desde el local social. A su restaurante con casi 30 plazas, llegan muchos vecinos del entorno atraídos por sus garbanzos con bogavante o sopas de ajo, porque con los del pueblo, cerca de 190, no sería rentable. Han empezado a llevar menús a domicilio y a repartir pizzas que hacen de jueves a domingo con masa fresca y, además, mayores que viven solos reciben un menú completo en casa por ocho euros. "Intentamos movernos, reinventarnos y darnos a conocer, para que la gente valore que en los pueblos hay muy buena restauración", indica Marga. Su mejor red social es el boca a boca.

Carlos Marco empezó, mientras estudiaba Periodismo, a hacer prácticas en Cope Barbastro, La Mañana de Lérida... "Cuando me ofrecieron un trabajo por la zona, pensamos que podía ser ese tren que si no lo coges te arrepientes siempre, porque ella aún tenía más claro que yo que quería volver y vivir en Azanuy", explica Marco, que recuerda que Aurora aún estuvo unos años en Zaragoza hasta que terminó la carrera. Como él, siempre hizo las prácticas en empresas del entorno con el objetivo de abrirse camino por ahí. De hecho, trabaja en el laboratorio de Agropienso en Binéfar.

"La intención siempre fue volver y, después de años, hemos podido quedarnos, por lo tanto no estábamos tan equivocados con que se podía", apunta Marco. A pesar de que a priori se pueda pensar que es difícil encontrar trabajo especializado en el medio rural, "a mí nunca me ha faltado", explica Marco, que lleva desde 2016 en la revista "Alegría" de Monzón y Cinca Medio. "La calidad de vida es muchísimo mayor que en una ciudad y no cambiaría esto ni por un sueldo mayor ni por una proyección laboral", asegura.

Otros jóvenes con vínculos en el pueblo y titulaciones universitarias o de FP, que no encontraban trabajo en Cataluña, por ejemplo, han llegado a Azanuy y no les ha faltado. Y resalta que aunque antes parecía que era un "fracaso" el que se quedaba, ahora dos amigos suyos de 29 y 33 años, uno incluso tras estudiar Magisterio, han apostado por continuar con las tierras.

"Se vive muy bien, solo con que mejoraran las comunicaciones, tanto carreteras como internet, los pueblos podríamos tirar para adelante. Servicios no podemos tener los mismos que en una ciudad, pero la fibra es fundamental porque aquí no hay y podrían instalarse empresas", afirma.

No les resultó tan complicado encontrar trabajo como casa, aunque consiguieron una hace tres años que han reformado y acabarán poco a poco. "El tema de la vivienda en los pueblos es una lástima, porque alguna familia ha querido quedarse a vivir aquí pero no encuentras nada para hacerlo de inmediato", dice Marco. No obstante, recientemente y tras muchas gestiones se logró que una familia con una niña se quedara. En los últimos meses, señala el alcalde, se ha empadronado otra con descendencia y una pareja más. De este modo, a los dos del pueblo que tenían que escolarizarse este año se han sumado dos de fuera y de ahí que el colegio haya pasado de 5 a 9. Hay niños pequeños que se incorporarán en los próximos años y una embarazada. De estar la escuela al borde del cierre, a crecer año tras año. De hecho, el Ayuntamiento de Azanuy y la Asociación de Padres y Madres del colegio pusieron en marcha el comedor para evitar tenerlos que llevar fuera por la falta de este servicio. Ahora, tras conseguir una subvención de la DGA, están acondicionando un espacio.

A menos de 15 minutos de Binéfar y de Monzón, con la autovía a pocos kilómetros y mucha oferta de empleo en el entorno, "es un pueblo privilegiado", resume Juanjo Campodarve, el alcalde. De ahí que él mismo apostara por trasladarse. Lo que les echaba atrás era encontrar trabajo, pero cuando le salió una oportunidad en una empresa de construcción de Azanuy, su mujer, que es cartera, logró una plaza en Lérida y se trasladaron con sus hijos de 7 y 10 años. Nunca se les quejaron y hoy, con 21 y 24 años, están allí tras salir a estudiar.

Ahora, Campodarve, ingeniero de Telecomunicaciones, trabaja en el departamento de informática de Agropienso y su mujer reparte el correo en Fonz, Conchel, Cofita y Ariéstolas. "Estamos encantados. La experiencia cambió mucho, porque entonces veníamos los fines de semana y nos íbamos con pena y, ahora, vamos a Barcelona a ver a la familia, pero volvemos contentos", indica.

Sin embargo, también pone el acento en el problema de vivienda. "La pena es que hay muchas casas que están vacías, algunas se están cayendo y no podemos intervenir. Y si las venden, piden cantidades estratosféricas", apunta Campodarve, tras intentar crear una base de datos con viviendas en alquiler, "pero poca gente está dispuesta". "Si hubiera más casas para alquilar o para vender, se quedaría más gente, pero algunos prefieren que se caigan; o les parece que tienen un tesoro y piden precios que no son razonables", lamenta Marga Portella, diseñadora de moda de formación.

El Ayuntamiento cuenta con dos viviendas que están ocupadas, una por Mara, porque está vinculada al bar social. No obstante, ya ha echado raíces porque están rehabilitando una casa con su mujer, María. Comenzaron las dos con el bar en 2015 y lo dejaron en 2017, pero se quedó con ganas de volver y lo ha hecho con Marga, con quien se conocieron en "aCasa", empresa de caterin de la localidad. "Siempre me había gustado la hostelería pero nunca me había dedicado a ello", indica la nieta de los fundadores del restaurante Tres Caminos de El Grado, que es diseñadora gráfica. Así que se ha especializado en comida casera con productos sin procesar y elaborada de forma artesanal. "No echo de menos Barcelona y vivimos muy a gusto", recalca. Además, han creado otro puesto de trabajo para una vecina de 28 años, que ya es madre. "Es un pueblo que tiene futuro", asegura el alcalde.