Aragón

ALTO ARAGÓN - COLABORAN: CAJA RURAL DE ARAGÓN Y DIPUTACIÓN DE HUESCA

Del desierto a la nieve de Borau por un futuro que ya tiene conexión a internet

#CONTRALADESPOBLACIÓN

Del desierto a la nieve de Borau por un futuro que ya tiene conexión a internet
Del desierto a la nieve de Borau por un futuro que ya tiene conexión a internet
S.E.

Es el día de Navidad y está nevando. No se puede pedir más", comentaba este viernes Montse Martí, que con su marido Antonio Moreno y sus tres hijos Antonio (10 años), Lucía (8) y Marcos (6) se asentaron este verano en Borau, procedentes de Abu Dabi (Emiratos Árabes), donde Antonio aún desarrolla su trabajo en el sector de las energías renovables. "Imagina qué cambio, desde el Golfo Pérsico que tiene playa, pero detrás el desierto; a vivir con la nieve, las vacas, las ovejas y la naturaleza", resume.

Borau, en La Jacetania, es uno de esos lugares en los que todavía nieva lo suficiente como para que se mantenga su esencia de pueblo de montaña. Con calles cuidadas y respeto por su arquitectura tradicional, invita a un paseo a 1.000 metros de altitud, que puede continuar hasta una joya del románico: San Adrián de Sasabe, o por la inmensa red de senderos.

Es una localidad pequeña, donde viven 45 vecinos, pero donde hay registradas varias empresas de turismo activo, rural o de construcción, tres ganaderos continúan con la actividad tradicional y algún vecino teletrabaja, porque es el primer pueblo conectado con fibra óptica por el Plan de Extensión de la Banda Ancha de la Diputación Provincial de Huesca a 321 núcleos de menos de 20 habitantes, a través de Embou.

Esa nieve que ha convertido esta temporada a Borau en un pueblo de postal en varias ocasiones es el principal atractivo a una zona que hoy clama, porque se mantienen las limitaciones de movilidad por la pandemia de la covid-19 que impiden la llegada de muchos esquiadores a las estaciones de Astún y Candanchú -esta última se mantiene cerrada- y, como consecuencia, a sus casas de turismo rural.

El Ayuntamiento de Borau como el resto de los del valle del Aragón y las comarcas pirenaicas de La Jacetania, Alto Gállego, Sobrarbe y Ribagoza se han unido para pedir un Plan de Rescate para el sector de la nieve. Ni siquiera esta situación ha hecho cambiar de opinión a los vecinos: "Somos privilegiados por vivir aquí".

Es más, la llegada de familias ha ayudado a mantener algo la población; y la de Antonio y Montse le ha dado un vuelco a la estadística en la pandemia, ya que Borau ha pasado de cuatro a siete niños. "Gracias a toda la gente que ha venido a vivir, la media de edad se ha mantenido bastante baja", indica el alcalde, Daniel López, que igual que su mujer nació allí, y tienen dos niñas. Valora servicios como el transporte escolar, que "sirve de gran ayuda a la hora de plantearse vivir aquí" o la banda ancha que permite teletrabajar.

"Hay una pareja que ha llegado con la pandemia y cada vez hay más gente que se plantea el cambio de la vida urbana por la vida natural y para eso es necesario tener servicios como internet", indica. "Las exceptativas que teníamos con la banda ancha se han cumplido. Si alguien quiere venir a vivir, que no sea por falta de medios. Ha sido una de las mejores cosas que se han hecho, que no haya diferencia entre una persona que vive en Madrid a una que vive en Borau", señala. "Cuando sopesan la calidad de vida y ven que pueden tener los mismos servicios, hay gente que se lanza", asegura.

"Nos han acogido muy bien. Tanto en el pueblo como en el colegio, nos lo han puesto muy fácil", señala Montse Martí. Esta familia originaria de Tarragona vive en el extranjero desde 2013, primero en Riad, la capital de Arabia Saudí, y desde 2016 en Emiratos Árabes. Fue en 2015 cuando decidieron comprar una casa en el Pirineo oscense para vacaciones.

"Habíamos estado viniendo en las vacaciones de Navidad y verano. Y, cuando decidimos volver a España, es que no hay color: entre estar en Tarragona y aquí en medio de la naturaleza y con el aire puro... La pandemia nos ayudó a tomar la decisión porque nuestra mayor preocupación era que cayéramos enfermos y estar sin el apoyo de la familia, que aquí se plantan en tres horas", explica, mientras su marido va y viene de Abu Dabi.

Sus hijos asistían allí a un colegio británico y, de hecho, entre ellos hablan en inglés. Pero no lo echan en falta. "Estamos encantados con el colegio San Juan de la Peña, donde les están ayudando con el idioma, y creo que el inglés ya no lo perderán", apunta Montse. La buena conexión a internet permite a su marido trabajar cuando se encuentra en casa y ella ya está retomando su actividad como consultora de Recursos Humanos. "Sin conexión, hubiera sido más difícil", indica.

Aunque el teletrabajo puede ser una nueva vía, la mayoría de los vecinos de Borau viven del turismo, para el que es necesario internet, pero sobre todo que puedan llegar los turistas. Incluso el alcalde, Daniel López, que es albañil, hace la mayor parte de su trabajo en segundas residencias. "Esta situación de ahora está siendo un desastre. Los alcaldes hemos dado nuestro apoyo a las estaciones porque son el motor económico de esta zona. Si la gente no puede trabajar en el sector servicios, va todo en declive", comenta Daniel.

Muchas casas de Borau son segundas residencias de gente de Zaragoza, Navarra, País Vasco, Madrid, lugares de donde proceden los turistas que ocupan la media docena de casas de turismo rural. "Desde que solo dejaban en terraza, he estado prácticamente cerrada, porque con terraza en Borau no puedo trabajar. Este fin de semana pasado he abierto, pero para los cuatro amigos que hay en el pueblo. Y las casas rurales, sin trabajar nada. Es una pena", comenta Mari Luz Sarasa, del bar-restaurante Lubierre, el único del pueblo.

"La situación es complicada", explica Dabí Ruiz de Gopegui, aunque no tiene ninguna duda de que es un "privilegiado" por vivir en Borau, explica desde el monte. "Llegue por amor a la naturaleza, por estar en la montaña y trabajar en temas educativos en el medio natural. Soy maestro pero nunca he ejercido en la pública, aunque siempre digo que ejerzo en la enseñanza porque mi actividad principal es guía de naturaleza", comenta este zaragozano que lleva 15 años en La Jacetania. Comenzó a trabajar en diferentes empresas y hace siete años decidió crear su propio proyecto que aúna educación ambiental, montaña y fotografía o audiovisuales, bajo el nombre Ojos Pirenaicos.

"Me asenté en Borau porque me parece que es un sitio alejado y cerca de la civilización, de Jaca (a 15 kilómetros) y el turismo de masas. En Borau estamos muy tranquilos y se puede dar una visión un poco diferente a ese turismo de masas sin llegar a estar lejos", indica. "Es un pueblo pequeñito, la orografía ha hecho que no pueda crecer mucho y también el alcalde, que lleva varias legislaturas (13 años y medio) y lo ha hecho muy bien. No se han hecho grandes construcciones y se mantiene bastante bien la arquitectura", explica.

Ahora, "gracias a trabajar para distintos ayuntamientos, un proyecto como el mío, de autoempleo, ha podido sobrevivir; y eso me ha permitido seguir dado de alta de autónomo. La gente que solo vive de una cosa o la que tiene más inversiones lo pasa peor", indica. Con todo, "hay tanta diversificación de oferta dentro del turismo que nosotros, incluyendo a proyectos como el mío que son esenciales para acercar la naturaleza y otra forma de vida alejadas de las ciudades, estamos cansados, porque es como si no existiéramos", señala Ruiz de Gopegui, aunque se benefició del descuento de autónomos de las ayudas del Gobierno de Aragón a las empresas de turismo activo, cree que es insuficiente. "Estamos defendiendo que en el monte y al aire libre es donde más seguridad hay, aunque entiendo que es complicado de gestionar porque tiene que venir la gente. Pero reclamo que nos ayuden de alguna manera", comenta el educador ambiental.

Borau se encuentra en un valle natural en la divisoria entre el de Canfranc y el del Aragón, con una amplia red de senderos desde los 1.000 hasta los más de 2.300 de la famosa gruta de los Lecherines; y con pico Libro como el punto más alto. Además, por la pista de las Blancas, de uso ganadero, Dabí Ruiz de Gopegui y el Parque Natural de los Valles Occidentales han creado la propuesta "Mirador del Pirineo", una espectacular ruta en 18 kilómetros en 4x4 por la riqueza de los recursos ambientales hasta los 2.200 metros, hasta el refugio de López-Huici. Además, es un lugar ideal con muchas posibilidades para hacer espeleología, raquetas de nieve, esquí de montaña, alpinismo... Y, sin duda, para vivir.