Aragón

"La recuperación está empezando y no va a faltar financiación"

José Luis Aguirre, presidente de Ibercaja Banco, y Amado Franco, presidente de la Fundación Ibercaja, valoran los 145 años de historia de la entidad

amado Franco José Luis Aguirre Ibercaja
Amado Franco y José Luis Aguirre explican la situación de Ibercaja en su 145 aniversario
José Miguel Marco

Ibercaja celebra este aniversario en medio de una pandemia. ¿Qué valoración hacen de esta trayectoria, de este casi siglo y medio de historia?

Amado Franco: Estamos en Aragón y es difícil contar la historia de Aragón, de este siglo y medio prácticamente, sin tener en cuenta a Ibercaja. Y es muy difícil contar cómo ha ido Ibercaja sin tener en cuenta a Aragón. En resumidas cuentas, creo que han sido 145 años muy productivos para la caja y para Aragón. ¿Hitos que lo demuestran? La Feria de Muestras, los vinos del Somontano, las denominaciones de origen del jamón y del aceite, el mundo de la nieve, la apuesta logística a través de Plaza, las autopistas… Esa simbiosis que ha habido Aragón-Caja ha sido muy positiva para uno y para otro.

¿Cuáles son las claves para haber ‘sobrevivido’ a distintas crisis y cambios estructurales que han diluido a otras marcas centenarias en el sector bancario?

A. F.: Primero, independencia. Segundo, profesionalidad. Tercero, implicación y compromiso de la plantilla. Cuarto, visión a largo plazo. Si tienes la implicación de la plantilla, consigues la confianza del cliente y el futuro depende de la confianza de los clientes.

José Luis Aguirre: Creo que hay un ADN de la entidad que le hace saber superar las crisis. Están los factores que ha comentado el presidente de la Fundación, el tener una cultura corporativa de prudencia y ortodoxia en la gestión del riesgo –que es fundamental para una entidad financiera–, una visión del medio y largo plazo que da estabilidad, una cohesión muy clara de los órganos de gobierno y el equipo directivo, que siempre la ha habido, y un servicio de atención al cliente bueno.

¿Qué enseñanzas nos deja lo vivido a lo largo del último año por la covid con una crisis profunda, no solo económica?

J. L. A.: Este año tan duro nos ha enseñado y recordado muchas cosas. La primera de ellas es la fragilidad del ser humano. Creo que ha sido una cura de humildad para todos. En segundo lugar, hemos demostrado que tener un sistema sanitario de alto nivel es fundamental para que los ciudadanos tengamos una sensación de seguridad. Por otro lado, ha habido una reorganización global de los suministros, que en unos casos ha resultado bien y en otros no tan bien. Otra reflexión es sobre el turismo y los flujos turísticos. La covid ha afectado de una manera clara a las economías dependientes del sector turístico. También hay modelos de negocio que han crecido con la crisis, por ejemplo el consumo a distancia. ¿Y esto viene para quedarse? Probablemente en una gran parte. Esta es otra lección que nos viene. Luego están las formas de organización del trabajo, presencial o no. Ahí van a salir lecciones estables de futuro.

A. F.: Desde un punto de vista más global, no solo económico, hay dos lecciones que tenemos que sacar humanamente de la covid. La vida no es una línea recta, tiene sus curvas, sus subidas y sus bajadas, y en el momento más imprevisto vienen las crisis económicas, de salud... Nada es eterno. Entonces, tenemos que focalizarnos en conseguir tener cintura y fortaleza mental y económica para poder superar situaciones y afrontar el futuro con optimismo. Y segundo, hemos aprendido que la solidaridad no es una virtud, sino una necesidad. Dependemos todos de todos. En el aspecto social, en el político y en el sanitario.

En la reciente presentación del plan estratégico 2021-2023 del banco se recalcó la convicción de que Ibercaja continuará en solitario, al margen del nuevo proceso de concentración que está viviendo el sector. ¿La salida a bolsa reforzará esta apuesta por un banco independiente?

J. L. A.: Nosotros tenemos una vocación de independencia, la hemos mantenido en 145 años y no hay argumentos para cambiar ese criterio. Somos una entidad aragonesa con un ámbito de expansión nacional, por tanto nuestro mercado es todo el país, aunque evidentemente tenemos unos intereses muy específicos relevantes en Aragón, como en La Rioja, Guadalajara y las zonas donde trabajaban las entidades de Caja 3. Nuestros territorios de desarrollo, los que más potencial tienen, son donde iniciamos nuestra presencia a finales del siglo pasado. Es decir, llevamos más de treinta años en la Comunidad de Madrid y el Arco Mediterráneo, donde tenemos garantías de poder crecer, porque una empresa que no crece lo tiene muy complicado. También pensamos que el tamaño no es un factor clave para la supervivencia bancaria. Seguimos manteniendo que vamos a salir a bolsa cuando las circunstancias lo permitan, porque en estos momentos no hay ventanas para hacerlo. Pero mantenemos el reto porque es uno de los caminos que tiene la Fundación para cumplir el compromiso de bajar su participación en el banco del 87%, aunque la Fundación siempre va a ser el socio dominante. La bolsa nos permite tener una fuente de capital en caso de que se necesite en el futuro. Hoy no necesitamos, tenemos de sobra, pero es una oportunidad, y por otro lado garantiza una gestión acorde con los mercados, tanto de rentas fijas como de rentas variables, que valoran una entidad cotizada con un plus por encima del resto. Por tanto, no nos da miedo, sino todo lo contrario. Seguimos con ese plan.

¿Al ritmo de la acelerada digitalización de la economía y de la sociedad, cómo visualizan que puede ser la entidad financiera en 2026, cuando Ibercaja cumpla siglo y medio de existencia?

J. L. A.: Nosotros nos vemos bastante diferentes de lo que hoy somos. ¿En qué sentido? En que este tipo de actividad financiera minorista, con familias y empresas, está cambiando mucho. El cambio fundamental es la digitalización. De una entidad con mucha presencia fija, con las oficinas y relación directa, se está cambiando a pasos agigantados a una entidad que tiene una relación de tipo digital con la clientela casi de predominio sobre la otra. Eso por un lado. Por otro, las oficinas se van concentrando, estamos haciendo menos oficinas pero más grandes, en las que se puede dar un servicio más completo, porque las necesidades de ir a la oficina son cada vez menores.

¿El banco necesita otra dimensión y trabajadores diferentes?

J. L. A.: La tipología cambia. Tenemos empleados con una edad media muy joven y eso está propiciando una capacidad de adaptación muy alta. Hay que pensar que la media, que está en los 41 años, son empleados con capacidades digitales y alta capacidad de adaptación.

¿Qué aporta a Aragón contar con la sede de un banco de alcance nacional, frente a otras comunidades autónomas que han perdido este ‘activo’?

A. F.: Hoy en Aragón nadie discute que el turismo de nieve ha servido para evitar la despoblación. Hoy en Aragón, el mundo del motor en torno a la fábrica que instaló General Motors tiene un peso específico. Hoy creo que todos estamos de acuerdo en que Zaragoza capital es distinta a la que era antes de la Expo. Y podríamos poner muchos más ejemplos. Hay un papel fundamental en la promoción y el desarrollo de la Comunidad. Como decía al principio, es difícil entender Aragón sin la caja y al revés. Y ese ha sido el objetivo desde la fundación de la caja hace 145 años: promover el bienestar de la sociedad y también el desarrollo. Ese ha sido el papel distintivo de Ibercaja respecto a otros bancos en España. Y queremos que el banco lo siga teniendo.

¿Cómo ven la situación económica actual? ¿Cuándo creen que la recuperación nos permitirá volver a números precovid?

J. L. A. : Lo que constatamos es que está empezando a haber recuperación. El segundo semestre va a ser un bueno económicamente. Hay mucho ahorro de familias y de empresas pendiente de emplearse. Las familias podrán destinarlo a consumo duradero y algo también a consumo inmediato. En las empresas no deciden aún porque están pendientes de una serie de factores, entre ellos a qué sectores irán las ayudas europeas, pero hay un ahorro latente importante. Ese, junto a la financiación bancaria, son recursos que no van a faltar para la recuperación. Luego está el empleo, que va a tardar algo más en mejorar. Pensamos que el nivel económico de antes de la crisis, el crecimiento del PIB, se igualará a finales de 2022 y el empleo tardará un año más en recuperar la tasa que teníamos antes de comenzar la crisis en 2020.

¿No va a faltar financiación?

J. L. A.: No, no va a faltar nada de financiación. Por un lado está la financiación pública, que va a llegar, esos 70.000 millones de euros irán llegando de Europa, una parte este año y otra el año que viene. Y luego está la financiación bancaria, que estamos en disposición de darla, tenemos liquidez en la banca para prestar. Además de eso, las propias empresas en términos medios tienen un ahorro mucho más alto del que tenían al principio de la crisis. Es decir, han ahorrado.

¿Creen que la políticas económicas que se han hecho han sido acertadas?

J. L. A.: Muy acertadas. La decisión que tomó el Gobierno, por un lado de apoyar a las familias más necesitadas con el aplazamiento de las cuotas hipotecarias, y por otro a las empresas, a través de los ERTE en el empleo y dando créditos con el aval del ICO, fue fundamental. Son medidas que se tomaron en otros países también, pero en España se adoptaron muy rápido.

A. F.: Estoy de acuerdo. Además, la llegada de fondos europeos va a dar un impulso tremendo. En los años transcurridos entre las dos guerras mundiales se dio un debate sobre cuál debía ser el objetivo principal de un gobierno. Unos decían que tener las cuentas saneadas y un equilibrio presupuestario, mientras otros apuntaban que el objetivo primero en una época de crisis debía ser la creación de empleo y el fomento de la inversión. Eso en las cuentas públicas es deuda, y por fin se ha apostado por eso. En estos momentos es la vía adecuada. La prioridad número uno es crear empleo y apoyar la inversión. En nuestro país tenemos un modelo económico muy basado en el turismo y en el ladrillo. Aprovechemos también en tratar de potenciar con los fondos europeos otros sectores que nos sirvan para afrontar mejor otras crisis.