Aragón

ENTREVISTA

Juan Alberto Belloch: "A Luis Roldán le salvé la vida y él lo sabe"

Con motivo de su próxima jubilación repasa su trayectoria como político y juez tras haber sido magistrado, biministro y alcalde de Zaragoza

Juan Alberto Belloch en una imagen de archivo.
Juan Alberto Belloch en una imagen de archivo.
EFE

Tras una intensa carrera en la política y en la justicia, Juan Alberto Belloch Julbe (Mora de Rubielos, 1950) cumplirá 72 años el 3 de febrero y se jubilará como magistrado de la Audiencia de Zaragoza. Atrás quedará su paso por el Consejo General del Poder Judicial, por el Gobierno de Felipe González como biministro y por la Alcaldía de Zaragoza. «He ido por libre siempre», dice satisfecho. Ahora, sopesa dar el paso a la escritura, con una autobiografía que, en el caso de escribirse, dará seguro mucho que hablar. Una entrevista publicada este domingo por Heraldo de Aragón de la que nos hacemos eco en este periódico.

¿Cómo se siente en los días previos a su jubilación?

Agradecido. La política y la justicia han sido especialmente amables conmigo. Ahora me preocupa a qué me dedico. Mi familia quiere que haga una autobiografía, aunque no lo tengo claro, porque las he criticado siempre.

¿Por qué optó por el Derecho?

No me iba a matricular en Derecho, sino en Filosofía y Letras, porque aspiraba a una cátedra de Literatura. Cuando faltaban solo dos personas, no sé lo que pasó y me fui a la ventanilla de Derecho.

Hijo de magistrado y político, ¿cuándo supo que sería juez?

Muy tarde. El paso decisivo fue conocer a miembros de Justicia Democrática, precursora de Jueces y Juezas para la Democracia. Allí me encontré con personas como José María Mena y Carlos Jiménez Villarejo, que han tenido una gran trayectoria. Para hacer esa justicia merecía la pena ser juez.

¿Por qué se metió en política?

Por el Código Penal. Quería que fuera el de la democracia.

¿Alguna vez pensó en que iba a convertirse en biministro?

Lo de ser ministro de Justicia, aunque suene a pedante, lo daba por supuesto. Me dediqué a eso durante muchos años. Rechacé algún cargo en el camino, como subsecretario. Le dije al compañero que me lo propuso que se lo agradecía mucho pero yo quería su sillón.

¿Y el Ministerio del Interior?

Cuando Felipe me ofreció ser ministro de Interior dije que no, porque quería hacer el Código Penal. Entonces se le ocurrió la hábil jugada del acumular los dos ministerios. Estaba empeñado en que fuera ministro de Interior y tuve que aceptarlo, sin muchas ganas.

Asume Interior al dimitir Antonio Asunción por la huida del exdirector de la Guardia Civil, Luis Roldán, que fue detenido durante su etapa de ministro.

Yo propuse a Antonio Asunción para que fuera ministro de Interior. Era el hombre que conocía mejor el tema de ETA. Pero hizo una valoración no correcta de que tenía que dimitir por Roldán. El ministro no podía vigilar a Roldán. Los responsables serían los jueces. Me pasé la noche anterior intentando convencerle de que no renunciara, entre otras cosas porque temía que me cayera el marrón. Intenté una segunda operación al proponerle que fuera Narcís Serra, pero se cerró en banda.

¿Se ha cruzado alguna vez con Luis Roldán por Zaragoza?

No, curiosamente no. Actué como debía. Yo siempre he sostenido que le salvé la vida y él lo sabe. Él solo, perdido por ahí, hubiera sido pieza a cazar por cualquier servicio de inteligencia.

¿Y cree que Roldán devolvió el dinero que pudo llevarse?

No tengo datos objetivos y solo indicios. Creo que le quitaron todo, esa es mi versión de los hechos.

En aquella época convulsa, fue criticado por compañeros suyos.

Había mucho socialista ortodoxo, yo diría cerril, que entendió que perdimos las elecciones por llevar a los tribunales a los delincuentes. Aunque fuera cierto, había que hacerlo. Por eso me hizo ministro Felipe: para tener capacidad suficiente para acabar con el tema.

¿Cómo recuerda aquella etapa?

Fue agotador. Estábamos hasta el gorro, sobre todo los que estábamos en primera línea. Anuncié con Rubalcaba los resultados de las elecciones de 1996 y al acabar nos fumamos el puro más grande de la tabaquera de Alfredo porque afortunadamente habíamos perdido. No se podía sostener. Pujol ofreció sus votos a Felipe si quería continuar. Se llevaban muy bien, pero él los rechazó diciendo que el país necesitaba un cambio y hacer ese Gobierno podía traer dificultades. Era necesario cambiar y Felipe lo entendió así.

Se dijo que Felipe González era la X de los GAL.

Es una chorrada, propia de una etapa de la tensión que había. La única forma de establecer la colaboración entre España y Francia en el combate contra ETA era con la desaparición del GAL. Y había desaparecido en la etapa de José Luis Corcuera, por orden de Felipe. Fue anulado no solo por razones éticas, sino estratégicas. Jamás Felipe hubiera permitido un proyecto tan idiota, tan torpe.

También le tocó como ministro el secuestro de Publio Cordón.

Fue un fracaso policial y no político. Una operación policial se puso en marcha (el pago del rescate el 9 de agosto de 1995) y estuvo a punto de salir bien, pero fracasó. ¿Eso debe implicar responsabilidades políticas como las que en aquellos tiempos me pidieron? Creo que no procedía. Siempre que he podido he estado cerca de la familia y les he echado una mano, con todo el cariño, afecto y respeto. A veces también fallan las investigaciones policiales.

¿Lo peor que vivió como ministro fue el terrorismo?

Sin duda, aunque no seas ministro de Interior. Cuando eres el ministro de Interior, se incrementa el horror y vives cada atentado como si hubieran sido de tu familia. Siempre me he mantenido en una posición muy frontal contra las políticas de aliviar la situación penitenciaria, lo cual no quiere decir que la Constitución ordena que si se rehabilitan los penados, se puede hacer el acercamiento. Aun así, ver en la calle al que mató a tu padre no tiene cura ni prescripción, sino que es un horror.

Tras la salida de González del Gobierno, pasa de la política nacional a la local y autonómica.

Lo peor que se puede es ser ex. Entras en la melancolía. Felipe me propuso ser el número 2 o 3 de la lista de Madrid y yo pedí expresamente ser el número 1 de la lista de Zaragoza, cosa que le alivió. Y seguir activo en la vida política solo tenía dos posibilidades para una persona de mi trayectoria: o presidente de la Comunidad autónoma o alcalde de Zaragoza. De hecho, una cosa que no ha salido publicada es que Marcelino me dijo que fuera yo el candidato a presidente de la Comunidad autónoma. Pensaba que yo en aquel momento tenía mayor proyección nacional, eso tenía cierta lógica.

¿Por qué lo rechazó?

Yo no sirvo para ser presidente de comunidad, por las características del cargo, que significa tener mucho contacto con los problemas de los pequeños pueblos, que merecen todo mi cariño, pero no me veo. En la época en que me tocó a mí, el presidente de la Comunidad no tenía proyección política y ser alcalde de Zaragoza sí. Además de que tenía mi propio Código Penal pendiente, que era la Expo 2008.

Belloch recibe su "soñada" Medalla de Oro de Zaragoza
Belloch el día que recibió la Medalla de Oro de Zaragoza
EFE

¿Ya tenía la Expo en la cabeza?

Ya lo presentamos en el primer programa. Fue posible por muchas cosas y entre otras porque con Luisa Fernanda Rudi llegamos a un acuerdo. Después ha habido otras cosas importantísimas: el apoyo de Marcelino, el de Teresa Fernández de la Vega, que es la que financia el proyecto al hacerse cargo del 50%. Y Marcelino hizo algo que nunca se había hecho por Zaragoza, que un presidente autonómico fuera presidente municipal. Sin ese 75% global hubiera sido un fracaso.

¿Es la Expo de lo que más orgulloso se siente?

De la etapa de Zaragoza, sin duda la Expo, porque tuve la habilidad, perdonen la inmodestia, de poner de acuerdo a todo el mundo.Y eso no era sencillo. Después hay cosas de las que no me siento orgulloso, pero fueron imprescindibles para tener el apoyo.

¿Por ejemplo?

El azud. Tuvimos que bajar su nivel, porque lo exigía una formación política y si se hacía el azud como había que haberlo hecho, para permitir que fuera navegable el río, rompíamos el consenso. O insistí en que hubiera viviendas en la zona de la Expo. Este tema ha vuelto pero ya lo intenté siendo alcalde.

¿Qué más proyectos destacaría?

El tranvía. Y el plan de barrios. Esas tres cosas son las que determinan que encontrara un motivo sensato para ser alcalde. La única constante que he tenido es que siempre que he estado en un cargo ha sido para cosas concretas.

En aquella época decían que era un paracaidista que volvería a Madrid. Pero aquí sigue.

Me siguen preguntando, ¿se va a presentar a las elecciones? Y ahora todos son partidarios. Cuando ya no tienes cargo, Zaragoza es muy generosa. El paracaidista batió el récord mundial de tiempo en el Ayuntamiento, 12 años.

Iglesias también fue el presidente con mayor número de años en el cargo.

Sí, pero él en un periodo muy corto de tiempo. Yo hablo de siglos.

En su etapa de alcalde eran frecuentes sus tensiones con el aparato del PSOE. Se le llamaba el verso suelto.

Y tenían razón. He ido por libre siempre, pero con argumentos, no con arbitrariedad. Por ejemplo, con la calle de Escrivá de Balaguer, voté a favor de la moción del PP, con lo cual salió. Quería ser el alcalde de todos. Escrivá de Balaguer es el único santo de Aragón desde San José de Calasanz y ser santo es un título suficiente como para tener una calle. He intentado hacer en política cosas que se puedan explicar. Y esa es la clave para haber aguantado 12 años con toda clase de alianzas.

¿Por qué dejó la política?

Tenía la sensación de haber acabado un ciclo. Intenté que mi renuncia sirviera para que se renovaran las listas, pero no logré mi propósito. Yo no podía quedarme en un sitio por quedarme. Más de tres legislaturas es insostenible, y sobre todo porque ya no tengo un proyecto claro y distinto del que ya he realizado.

No hubo puerta giratoria, sino que regresó a su profesión.

Tenía algún recelo de que mi pasado, con la intensa participación en la vida política pudiera generar algún tipo de prejuicio en mis compañeros en la relación conmigo. La verdad es que ha sido todo lo contrario y me he encontrado con una Audiencia totalmente cordial. Lo he pasado muy bien. De hecho no me quería jubilar, pero son los malditos 72 años.

Fue vocal del Consejo General del Poder Judicial durante tres años y ahora este órgano lleva tres años bloqueado.

Es una aberración. En mi época había una cultura de que el consejo tenía que ser independiente no por el origen de las personas ni por el lugar en el que han prestado sus servicios, sino por su calidad. Desde la óptica de un juez, es lo más grave que está pasando en nuestro país.

¿Deberían dimitir los miembros del CGPJ?

Yo no hubiera aguantado un minuto y habría dimitido.

¿Los miembros del CGPJ deberían ser elegidos por los jueces o por el Parlamento?

Sin duda, por el Parlamento. Voy a dar un dato definitivo. El primer consejo, se hizo precisamente desde la óptica de que lo eligieran los jueces. El resultado fue el consejo más politizado de los que ha existido nunca, hasta el punto de que el presidente, Sáinz de Robles, fue el candidato del partido reformista de Roca.

Dejó el carné al volver a ser juez. ¿Militará de nuevo en el PSOE?

No lo sé. No sé cómo está el partido, ni si mi militancia puede ser positiva, aunque mi impresión es que no. Pero no quiero tomar la decisión hasta que hable con libertad con amigos y compañeros. ¿Me van a exigir ahora alguna disciplina? Si no la he aceptado siendo alcalde, ¿cómo voy a hacerlo como un pobre jubilado? No creo que les añada nada. Más bien me inclino por no retirar el carné.

Entonces, ¿volver a la política no es una opción?

No, a la política no vuelvo ni harto de vino.