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TRADICIONES

Tarazona vibra de nuevo con la fiesta del tomate al Cipotegato

El personaje fue encarnado esta vez por una mujer de 32 años que realizó el recorrido por las calles de la localidad durante unos veinte minutos

Salida del Cipotegato del Ayuntamiento de Tarazona para recorrer las calles bajo una lluvia de tomates.
Salida del Cipotegato del Ayuntamiento de Tarazona para recorrer las calles bajo una lluvia de tomates.
Efe

A tomatazo limpio, en concreto los que caben en cinco toneladas, recibieron este sábado los turiasonenses al Cipotegato más esperado, un personaje que ha encarnado en esta ocasión una mujer, Andrea Domínguez Álava, de 32 años, que culminó su recorrido por las calle de la ciudad en veinte minutos.

El Cipotegato, que minutos antes, con la voz casi quebrada por la emoción, se confesaba nerviosa e ilusionada, salió puntual, al mediodía, del Ayuntamiento de Tarazona, en la plaza de España, después de dos años en los que esta fiesta, declarada de Interés Turístico Nacional en 2009, ha estado suspendida por la pandemia.

Bajo una constante lluvia de tomates, el Cipotegato, con su traje arlequinado que incluye una máscara para ocultar su identidad hasta que culmina su recorrido, recorrió las calles Doz, Tudela y Arenales, avenida de Navarra y calle Reino de Aragón donde realizó una parada para saludar a sus vecinos.

Continuó por la avenida de la Paz, la carrera Zaragoza, la plaza de San Francisco, el paseo de la Constitución, el puente de la Catedral sobre el río Queiles y la calle Marrodán, para volver a la plaza de España, donde entró a hombros de su hermano.

Allí, en volandas, la encaramaron a la estatua erigida en honor del Cipotegato, desde donde saludó emocionada a la multitud, que aún le lanzaba tomates y le jaleaba eufórica al grito de “Cipote”, “Cipote”. A continuación, de nuevo a hombros, entró al consistorio, donde se quitó la máscara para revelar su identidad. “Esto es lo mejor del mundo; una verdadera maravilla”, dijo Andrea, eufórica, en el interior del Ayuntamiento. Agradeció su ayuda a los amigos y familiares que le acompañaron durante todo el recorrido e insistió: “se parece a lo que te cuentan, pero no es igual”.