Aragón

40 ANIVERSARIO DEL ESTATUTO DE AUTONOMÍA DE ARAGÓN

Javier Allué: «Debe ser compatible la legítima reivindicación con el mensaje en positivo sobre nuestro medio rural»

Comisionado del Gobierno de Aragón para la Lucha contra la Despoblación

Javier Allué.
Javier Allué.
Aránzazu Navarro

Mucho se habla de la despoblación en Aragón, ¿es tan grave la situación?

—Utilizamos la despoblación de manera confusa, a veces, para conseguir reivindicaciones eternas, con las que estoy de acuerdo, pero que son compatibles con un discurso en positivo. Con una visión victimista, hacemos flaco favor al medio rural, que lo que necesita son buenos comerciales.

Entonces, ¿es posible ser optismistas ante esta situación?

—Hoy nuestros pueblos están mejor que hace 10, 20 o 30 años. Precisamente ahora que celebramos el 40 aniversario del Estatuto de Autonomía, vemos lo bien que le ha sentado a Aragón el autogobierno. Otra cosa es que se hayan producido flujos migratorios, de explicación sociológica, como la desagrarización y la industrialización.

¿Es el éxodo rural el principal problema de la despoblación?

—No es solo la falta de inversiones, de infraestructuras o de servicios públicos lo que provoca que la gente pueda abandonar su municipio, sino las oportunidades que se ofrecen en Aragón, España e, incluso, en el mundo. Hoy, una joven, procedente de un pueblo pequeño, puede estar trabajando de neurocirujana en Cincinnati. Hay que generar oportunidades en el medio rural para que haya más posibilidades de decisión.

¿Cómo valoraría la situación demográfica en Aragón?

—Ni Aragón ni Teruel son el paradigma de la despoblación en la actualidad en España. Lo serán Castilla y León, Asturias o Galicia, que llevan décadas consecutivas perdiendo población, mientras que en Aragón, de 2016 a 2022, ha aumentado en torno a las 17.000 personas. Hay que tener en cuenta que nuestro territorio tiene 730 municipios y 1.553 asentamientos.

¿Y por provincias?

—Huesca lleva tres años consecutivos de crecimiento poblacional, con 1.500 habitantes más según datos de 2021. Teruel registró un aumento de 300 habitantes, tras una década perdiendo población con cifras de cuatro dígitos. A este crecimiento se incorporan en torno al 70 % de los municipios oscenses, el 57 % en el caso de Teruel y el 68 % en Zaragoza, que no está mal.

Fue el coordinador de la ponencia que redactó la última reforma del Estatuto de Autonomía de Aragón que entró en vigor el 23 de abril de 2007, ¿cómo se abordó el tema de la despoblación?

—Ha sido el trabajo de mayor calado político que he realizado. Ahí ya incorporamos lo que debería tener un modelo de financiación autonómica que seguimos reivindicando, con nuestras variables territoriales, demográficas y orográficas.

¿Toda solución pasa por la inyección de fondos entonces?

No, al final también por las ideas. La imaginación es importante, sobre todo para fomentar la vida en 1.553 lugares y para que la gente con ganas de vivir en los pueblos pueda emprender iniciativas de todo tipo. Cuando viajas, te preguntas: “¿Será posible que haya gente que sea capaz de hacer esta actividad en este lugar?”. Debe ser compatible la legítima reivindicación con el mensaje en positivo de que sí que podemos hacer cosas y, de hecho, se hacen.

¿Hace cuarenta años ya se hablaba de despoblación?

—El primer plan de Política demográfica y Contra la Despoblación es del año 2000, aunque las primeras directrices de mediación del territorio son anteriores. Aquí hace muchos años que venimos detectando este problema y poniendo la lupa en él. Nuestra Estrategia de Ordenación Territorial es de 2014 y otras directrices de política demográfica de 2017. Aragón necesita una ley específica como la de Dinamización del Medio Rural, que ya está en el Parlamento y que espero entre en vigor antes de que acabe el año.

¿Qué aporta este nuevo marco legislativo?

—Es la primera vez que Aragón regula por ley un paquete de medidas sectoriales para el medio rural. Incorpora el mecanismo de garantía, que permite que cuando se legisle se haga un análisis del impacto en el medio rural. Se regula también la estructura de los asentamientos, estableciendo una fiscalidad diferenciada para reconocer a quienes viven en lugares donde no viviría nadie.

¿Qué papel tienen los flujos migratorios en la lucha contra la despoblación?

—Las políticas de migración son absolutamente cruciales a nivel global. En Europa se tienen 1,1 hijos por mujer y en África 7, lo que quiere decir que va a seguir habiendo inmigración.

¿Cómo ha afectado el proceso de comarcalización en el que participó activamente?

—Creo que es el proceso de descentralización política más importante de España y, probablemente, de Europa. Todavía quedan dos bloques más de competencias pendientes. Soy de los que piensan que el problema de la despoblación, de la liberalización del medio rural, será una cuestión comarcal, que pasa por generar servicios en las respectivas cabeceras, que harán de efecto tractor del resto de los municipios.