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Huesca, la Magia del Medievo

El Alto Aragón es una tierra de tradiciones, llena de historia y con numerosos rincones que
atestiguan su pasado. 

Foto de la ruta de abril para tu Cuaderno de viaje
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Aínsa, en el Sobrarbe, es sin duda una de las villas que mejor ha conservado su esencia medieval. Fue declarado Conjunto Histórico-Artístico en 1965 y su encanto se aprecia paseando por sus empedradas calles. Su Plaza Mayor, principal punto de encuentro de los vecinos, data de los siglos XII y XIII y aún conserva edificios originales. Otra de sus joyas es el castillo Fortaleza y su Torre del Homenaje, que se construyó sobre restos árabes en el siglo XI. Por último, hay que visitar la iglesia de Santa María, un ejemplo claro de la sobriedad románica del Alto Aragón.

Otro rincón de la provincia que hace retroceder varios siglos es Alquézar. Su pasado medieval le otorgó un plano irregular de calles estrechas, que también le han valido el título de Conjunto Histórico-Artístico. Al pasear por su casco urbano se alcanza el castillo y la colegiata de Santa María. También se recomienda visitar la parroquia de San Miguel o la Plaza Vieja porticada.

En la comarca de La Ribagorza se encuentra Graus. Lo más destacable es el urbanismo de su Plaza Mayor, donde es posible disfrutar de varios estilos arquitectónicos como el del ayuntamiento de Graus, con arquería mudéjar. De obligada visita es la basílica de la Virgen de la Peña, que ofrece además una bella vista sobre el municipio y los valles del Isábena y el Ésera.

En la misma comarca se encuentra Roda de Isábena, un pequeño enclave que, en el siglo X, servía de atalaya de vigilancia y se convirtió en la sede episcopal y capital política de la Ribargoza. Llama la atención su catedral de San Vicente, una joya románica de bellos claustros y gran historia.

Sin abandonar la zona, se localiza Montañana. Este pequeño municipio ribargozano, que apenas tiene tres decenas de habitantes, refleja en su fisonomía la grandeza de su pasado medieval, del que son testigos sus puentes y calles.

En lo alto se encuentra Pueyo de Araguás, a los pies de La Peña Montañesa. Este núcleo ha sabido conservar el encanto que marcaron en siglos pasados sus habitantes y los monjes que, en su trayecto a San Victorián, situado a 9 km, paraban para meditar.

Para completar la visita y hacer de una escapada una experiencia para los sentidos, se recomienda consultar alojamientos y restaurantes en Huescalamagia.es, en la app Huesca la Magia y en cuadernohuescalamagia.com