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DOMINGO / OJO AVIZOR

Bailando con el viento, un globo surca el aire sobre el río Alcanadre

Mariano Olivera dirige la única empresa de vuelos aerostáticos de Aragón, una experiencia que fascina a miles de altoaragoneses

Un vuelo turístico, de Globos.es, sobre el río Alcanadre
Un vuelo turístico, de Globos.es, sobre el río Alcanadre
Globos.es

Estación de Servicio de Angüés. 6:30, una madrugada fresca. Llega el todoterreno de globos.es, la única compañía dedicada a los vuelos aerostáticos de Aragón. Se apean Mariano Olivera y sus compañeros Carlos Plana y Héctor Aliod. Les esperan, ajenos a la idea de un bautismo de altura singular, Laura, Jesús, Lina y Ana. Eso es lo que creen ellos. En realidad, la metamorfosis del milagro efímero del vuelo tranquilo les convertirá en Cardelina de Blecua, Pájaro Carpintero de Lascellas, Águila de Torres y Quebrantahuesos de la Sierra de Guara. Pero eso será más tarde. Parten hacia un claro próximo a la carretera, convertido en globopuerto, y se ponen manos a la faena. Lo primero, hinchar un globo de helio para percibir la dirección del caprichoso Eolo. Es hacia Bespén. Bajan la cesta, sacan los ventiladores y cargan el gas propano. Luego, extienden la tela y la física hace su trabajo hasta inflar el globo. Fotografías en el interior y todos a bordo, salvo Héctor, cuya misión en esta ocasión no va a ser la de navegar, sino la del seguimiento con un dron de toda la ruta, en las continuas subidas y venidas para convertir la orografía en el aliado más fiel de la emoción de los pasajeros. Héctor hará volver hasta cuatro veces el ágil ingenio para reponer baterías.

Y arranca una peripecia que los cuatro nuevos “pájaros” no olvidarán nunca, probablemente por un invitado de lujo que es uno de los grandes valores en la vida: la sensación de fluidez, una impresión que parece creada para montar en globo. En ella, se integran todas las disciplinas al servicio del placer, desde la meteorología a la física, de la aeronáutica a la filosofía, de la fauna y la flora al urbanismo rural sorprendido a vuelo de ave, de la agricultura a la gastronomía, porque todo estreno que se precie ha de rematar con una copa de cava y unos deliciosos frutos rojos. En realidad, sobre todo confluye una armonía mágica entre los saberes y la belleza que acaricia las sienes y los sentidos.

Jugando con la orografía
Jugando con la orografía
Globos.es

Suavemente, ante la vuelta de la tuerca y la briosa irrupción del gas, el globo tira de la cesta que, como si se resistiera a negar la gravedad, tarda unos segundos en despegar del suelo. Las mascarillas ciegan la sonrisa que asoma a la expresión de los ojos de los pasajeros, mientras los apóstoles del vuelo aerostático, los tripulantes Mariano y Carlos (una enciclopedia de la aerostación que relata con elocuencia), son serenamente conscientes de que están obrando ese milagro apenas perceptible, pero muy real, que es el de la emoción. En escasísimos minutos, el globo asciende y se posa suavemente, hasta quedar oculto a la vista salvo del dron de Héctor, sobre la vertiente del Alcanadre. El río que fertiliza los campos y refresca nuestra atmósfera existencial refleja la silueta oronda y alargada.

Más allá de los conocimientos teóricos y la burocracia exigida de las cien horas de vuelo, Mariano, Carlos y Héctor han multiplicado su experiencia porque les acompaña el entusiasmo (“enthusiasmós”, el rapto, la posesión divina). Apenas se cuentan con los dedos de la mano vivencias más edificantes que compartir. Ellos, a través de su trabajo y de su vocación, entregan lo mejor de sí. Tienen, lógicamente, su vertiente didáctica. Explican la vegetación que se arremolina en torno al cauce, los peces que se mueven ajenos a la presencia humana... En la singladura, no falta el juego con la orografía. Se aproximan tanto al agua, aquietan tanto la nave, que por un momento siembran la incertidumbre... Es el lance en el que interactúan, seguros ambos, el Alcanadre y los pilotos, para añadir al final otros dos invitados: el fuego del gas para elevarse y encontrar la corriente para seguir avanzando. Una metáfora de los cuatro elementos de la naturaleza (agua, tierra, fuego y aire) e incluso del éter que no pocos estudiosos quisieron incorporar a los motores de la vida.

Efectivamente, la dirección del aire es hacia Bespén. La experiencia no pierde riqueza en momento alguno. Como sucede en las regatas de globos que los tres tripulantes disfrutan, incluso esa francesa con un millar de aparatos, los pasajeros han de conocer la sensación que produce un choque. Lo dirigen hacia un árbol y, ¿zas? No, ¡ploff! Apenas un leve contacto y efecto rebote, para continuar danzando con el viento. Como dice la canción de Elvis Crespo, suavemente, pero con recios ritmos oscenses.

Sobrevolando Torres de Montes
Sobrevolando Torres de Montes
Globos.es

Los campos, los olivos, los viñedos y la rica foresta en torno al Alcanadre componen un escaparate natural fabuloso. Y a vuelo de pájaro atisban Pertusa y Blecua, y Angüés... Y en los fondos, como si fueran decorados exuberantes, la Sierra de Guara, y la de Gratal, y en una mirada más profunda, la obra de Hércules cuando falleció su amada Pirene y el coloso comenzó a amontonar piedras y piedras sobre su tumba hasta elevar la más formidable cordillera entre la península de los iberos y las aldeas de los galos. En la mezcla del mito, la atmósfera de misterio y la espectacularidad de la contemplación, los Pirineos nunca defraudan: uno puede fabular con brujas y seres fantásticos, pero hay que volver a esta experiencia si acaso levemente alada.

Aunque la satisfacción es indudable, quizás esa simbiosis con el aire y esa impresión de elevarse al balcón de la vida, donde todo se dimensiona desde las alturas, provoca que el final del vuelo, cuando el globo va depositándose mecido por el soplo de una casi imperceptible corriente, se vea con las gafas de la nostalgia.

Héctor acude a recogerles con el todoterreno, satisfecho con las imágenes que ha obtenido con el dron, que se suman a las realizadas por Mariano desde arriba y desde abajo, y el águila, el quebrantahuesos, la cardelina y el pájaro carpintero constatan que la estela todavía no se ha diluido, que todavía queda una porción de viaje. Esta oferta turística conlleva participación, y lo primero es ayudar a recoger la tela del globo para comprobar, además, que algo de fatigoso tiene el cometido de plegarla y enrollarla para mantenerla en perfecto estado y minimizar la exigencia de espacio para su almacenaje.

El bautismo tradicional de vuelo en globo

Aseguran las leyendas y algunos documentos que, tras el primer vuelo en globo, procedía el bautismo en el que se simbolizaban los elementos de la naturaleza: echar tierra por encima de la cabeza, quemar un mechón de cabello y regar por encima de la testa con agua o cava. En el caso de globos.es, su apego a la belleza y a la armonía les conduce a la parte más amable: primero, requisito indispensable, otorgar el nombre a cada uno de un ave relacionada con los lugares sobre los que se ha volado; el segundo, brindar con una copa de cava que, en este caso, acompañan con unos delicados frutos rojos (fresas y frambuesas).

El globo se va inflando
El globo se va inflando
Globos.es

¿Misión cumplida? No, queda el colofón. En nuestra tierra, después de levantarse a las 6:30 de la mañana y vivir la excitación de un vuelo en globo, es obligado el almuerzo, una suculenta recuperación de fuerzas en el Orba de Huesca. Ahí, mientras Mariano Olivera continúa rellenando papeles, certificados y otras acreditaciones para pilotos y pasajeros, la conversación fluye con la pasión que ha despertado en los nacidos a este goce celestial esta fascinante aventura. Cuando se convive en condiciones especiales, hay una especie de conjura que avivan los relatos de Mariano, Carlos y Héctor.

En la mayoría de edad

Globos.es cumple la mayoría de edad. Mariano Olivera, fotógrafo profesional que puso la imagen virtuosamente a campañas como la de la Magia de Huesca, tenía el gusanillo del vuelo y el globo le pareció más interesante que otras modalidades. Obtuvo el título de piloto de vuelo tras la formación teórica sobre materias como derecho aéreo o códigos aeronáuticos y las cien horas de vuelo libre. Lógicamente, hubo de aprender a montarlo, a conocer las cargas de gas, a entender el viento, a realizar maniobras en altura y a todos los aspectos que inciden en el pilotaje. Asegura que “es el medio más seguro de vuelo. Somos muy responsables y adoptamos las decisiones dependiendo de las circunstancias, pero las planificamos totalmente para que el disfrute de los pasajeros sea muy confortable”.

Aterrizaje en Torres de Montes
Aterrizaje en Torres de Montes
Globos.es

Mariano es asiduo en las regatas de competición, donde exhibe su pericia para aterrizar con precisión y también para sortear cualquier dificultad. Se adapta a los deseos de los clientes, pero las rutas más habituales son las del Alcanadre, el Cinca y el entorno de Huesca. “Son muy bonitos desde el aire”. Todo responde a criterios científicos. “En los Pirineos, como hay que cargar un montón de gas, vamos dos y el piloto”.

Su empresa dispone de cuatro globos de distintas capacidades y tres usos: los cautivos (amarrados a una cuerda, para ferias y eventos), las regatas deportivas y los pasajeros. Aunque tienen demanda todo el año, se acrecienta cuando llega el verano. “Nuestra satisfacción es comprobar la sonrisa de los pasajeros, que no se les quita en toda la mañana. Para muchos, es el sueño de su vida. Se les ve felices”.

La única empresa de globos turísticos de Aragón disfruta de las condiciones de Huesca, excelentes. Y las inmortaliza con fotografías impresionantes. Dan testimonio de alegría y de trascendencia. Del baile con el viento.