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ENTORNOS NATURALES

Tiermas vuelve a emerger con la sequía

El escaso caudal de Yesa saca a luz el antiguo balneario, cuya recuperación es un histórico anhelo del pueblo de Sigüés

Cuando desciende ampliamente el nivel del embalse de Yesa, quienes recorren esta zona de la Jacetania situada en la provincia de Zaragoza tienen la oportunidad de contemplar las ruinas del antiguo balneario de Tiermas, cuyas aguas sulfurosas vuelven entonces a cumplir de algún modo su función sanadora, la misma que hunde sus raíces en la época romana.

Tal y como sucediera en el año 2021, este verano han salido a la luz los restos de Tiermas, como consecuencia de la preocupante sequía que azota a España y que en tierras jacetanas se deja notar especialmente en Yesa, que se sitúa apenas al 19,82 % de su capacidad, según los últimos datos de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE).

La cuenca del Aragón entró en estado de emergencia después de registrar el último trimestre (el que va de mayo a julio) más seco de su historia, desde que se empezaron a recoger datos en 1960. Hoy en día, Yesa almacena 88,56 hm3, situándose por debajo del nivel de hace una semana (101 hm3) y alejándose de la media de los últimos 5 años para estas fechas (189 hm3) y del nivel que registraba hace un año (ahora a un -23 %).

Sea como fuere, el encanto de Tiermas y sus famosas aguas medicinales continúan atrayendo la atención de los visitantes, que tratan de disfrutar de la (normalmente) breve temporada, durante la que las termas están al descubierto. Unas circunstancias que evocan la edad de oro vivida en el primer tercio del siglo XX, olvidando por un momento cómo el antiguo balneario fue inundado por el embalse de Yesa, inaugurado en 1959.

“Todo el mundo dice que las aguas son buenas”

“Todo el mundo que viene dice que las aguas son muy buenas y destacan lo bonita que es esta zona”, declaró Eduardo Abadía, alcalde de Sigüés, un pequeño municipio compuesto por unos 80 habitantes y al que pertenece Tiermas. Hace muchos años que el núcleo tiene la ilusión de recuperar el balneario, “manteniendo la estructura”, y logrando que “el pueblo vuelva a la vida”.

Sin embargo, “en los últimos tiempos se enfrío mucho el tema”, como reconoció el primer edil, agregando que “si no se mete el Gobierno de Aragón, es muy complicado llevar a cabo el proyecto” y que pueda tener una rentabilidad, dado que sería precisa “una inversión grande” para rehabilitar el antiguo balneario con su manantial de aguas sulfurosas.

Hace diez años, se produjo el último gran intento hasta la fecha. En 2012, el Ayuntamiento de Sigüés, como propietario de Tiermas, planteó un ambicioso proyecto que tenía previsto adecuar 240 viviendas, respetando el patrimonio, además de construir un hotel-balneario dotado con las aguas termales del antiguo balneario inundado por Yesa.

Aquello hubiera sido un complejo turístico y de segunda residencia que sin lugar a dudas habría generado empleo y riqueza en la zona, que fue especialmente afectada por la despoblación. De hecho, en el año 2001, en Sigüés eran 176 habitantes, más del doble que ahora.

90 millones de euros costaría la rehabilitación

A tenor de los estudios llevados a cabo en 2012, el coste del proyecto -hoy abandonado- hubiese ascendido a unos 90 millones de euros. Las obras habrían empezado por el área termal, situando el balneario en las antiguas eras, canalizando y subiendo hasta allí las aguas termales, cuyo aprovechamiento “continúa siendo un atractivo a nivel turístico y económico” para el pueblo de Sigüés.

La filosofía de aquel proyecto pasaba por mantener un elevado porcentaje del pueblo de Tiermas -abandonado desde que se construyó el pantano-, incluidas casas, la iglesia o la muralla perimetral, teniendo en cuenta que el casco urbano está declarado Bien de Interés Cultural (BIC) y que además el núcleo se encuentra en la ruta del Camino de Santiago, en concreto en una de las alternativas que ofrece el Camino Francés por Aragón.

Nudistas, romanos e Isabel de Borbón y Borbón

NO ES de dominio público si la carismática hermana de Alfonso XII practicó el desnudo integral para sumergirse en las curativas aguas de Tiermas. Pero el nombre de la “Chata” se escribió con tinta en el cuaderno de registro del hotel que antecedió a las ruinas.

Los hoy escombros de piedras que ahogó el polémico embalse sostenían las paredes de un lujoso hotel de tres plantas con piscinas y gabinetes hidroterapéuticos. Y adosado, otro bloque de dos plantas con baños. El complejo que rozó su época dorada a principios del siglo XX adoptó el nombre de su más ilustre clienta.

De las ruinas de aquel hotel Infanta Isabel todavía brotan las aguas sulfurosas en las que un renovado -y menos aristocrático público- se sumerge para mejorar su salud y su piel. Ya en el Imperio Romano se hablaba de las propiedades del barro con el que hoy se untan la piel los abonados a este particular y antiquísimo balneario.

Cubiertos de la cabeza a los pies -literalmente, por la habitual ausencia de bañador- por valioso ungüento, los usuarios hacen tiempo hasta que el tratamiento haga efecto. “Hay que esperar a que el barro se seque para quitárselo”, explica un ‘cliente’. “Te deja la piel como la de un bebé, lo recomiendo a todo el mundo”, asegura. Un niño, que también se cubre con el barro comparte sensaciones: “Te deja la piel muy suave”.

Los neorromanos vienen en familia, con amigos o su pareja para pasar el fin de semana. Han cambiado los carros por furgonetas y aparcan a las orillas de un desértico pantano en las que las manchas de agua recuerdan a un oasis. Sacan sus sombrillas y en pequeñas cocinas de gas preparan la comida. Para algunos, es la primera vez, pero otros vienen todos los fines de semana. “Tengo el bono de temporada”, bromea otro usuario también dado al naturalismo. Es de Sangüesa.

La mayoría de los domingueros y clientes que se sumergen en las aguas a 37º -para aliviar el calor de los 30º que marca el mercurio en el exterior- vienen de Navarra. Y es que, parece que las aguas de Yesa no olvidan su pasado medieval como frontera entre los reinos de Aragón y Navarra.