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Parc’ours: la fauna pirenaica a tu alcance

En Borce conviven animales exóticos junto a ejemplares endémicos

Diego, oso del parque Borce.
Diego, oso del parque Borce.
Remi Roca.

Todo el mundo sabe que el oso vive en los Pirineos en estado salvaje. Pero no hay que olvidar la existencia de dos ejemplares: Ségolène y Diego. Estos dos osos viven y son mimados en el parque faunístico de Borce, en el valle de Aspe, en su entorno, en medio de especies endémicas.

En el parque de animales de Borce, que nadie espere ver osos haciendo malabarismos. “Respetamos la montaña como es, y en ella hemos ubicado estas especies. Los recintos no se han modificado, salvo algunos juegos para determinadas especies”, explica Rémi Roca, de 28 años, cuidador de animales.

En la entrada del parque, Jojo, la mascota de Borce, descansa disecada. Aquella “bola de pelo” recogida por los niños del PEP de Borce en 1971 era, en realidad, un osezno pirenaico. El animal vivió en cautiverio en una jaula de diez metros cuadrados hasta su muerte, en 1991. “Hoy sería imposible. Un osezno descubierto en las montañas, ya no se pondría en una jaula en el centro del pueblo. Los parques de animales tienden al bienestar animal. Ya no son animales de circo”.

Kaxu, la cabra montesa del parque.
Kaxu, la cabra montesa del parque.
Olivier Darrioumerle.

Después de la “era Jojo”, en 2004, se creó el parque Borce, con especies autóctonas, incluidos dos nuevos osos, mezclados con animales exóticos. En 2010, un grupo de exempleados formaron una asociación de acogida y refugio. Se centran en lo esencial de la fauna pirenaica, que reúnen en un circuito que se puede realizar con una pequeña caminata. El cambio de mentalidad se está produciendo, pero las condiciones de funcionamiento del parque son difíciles.

“Un parque en plena naturaleza es una ventaja, y a la vez un problema”, admite Laura Trusas, de 27 años, cuidadora de animales. Es difícil, al mismo tiempo, darse a conocer a los visitantes, pero también contar con miembros y voluntarios. Inevitablemente, hay mucha rotación de personal, pero creo que hemos encontrado gente que realmente quiere quedarse.”

La asociación pasa dificultades económicas tras la crisis de la Covid. El Parc’ours se ha paralizado. En el verano de 2022, las cifras de taquilla cayeron por debajo del 70% de asistencia. 320 personas al día, frente a las 400 que había antes del Covid, un tercio de los cuales eran españoles, a menudo residentes en la frontera. Además, el calor excesivo ha beneficiado más a otro tipo de centros turísticos que a las actividades turísticas de montaña. El Parc’ours espera recuperarse el próximo año. Pero aún hay esperanza: el domingo 31 de octubre, con un clima veraniego, 300 visitantes acudieron a Borce para descubrir la fauna y la flora de los Pirineos. Una cifra muy similar a la del mes de agosto.

Sarrios del parque.
Sarrios del parque.
Olivier Darrioumerle.

¿Puede el cambio climático trabajar a favor del turismo? A Ségolène y Diego no les importa. Cuando entran en hibernación, el espectáculo termina. En teoría, el calor debería mantenerlos despiertos. Y, por el contrario, los osos dormirían más cuando hace frío. Pero, el cambio meteorológico observado durante el verano-otoño de 2022, no modificó su comportamiento. Ségolène, como un reloj suizo, dejó de beber y comer, en octubre. Desde entonces duerme y se mueve ligeramente cada quince días; un estado de letargo que se supone responde a la falta de alimentos durante el invierno. En el parque, los osos en cautiverio tienen acceso al agua y a la comida a voluntad, pero continúan seleccionando la comida y entran en hibernación cuando han acumulado suficientes reservas, igual que si estuvieran en la naturaleza. A finales de febrero, se despertarán. Será entonces cuando los empleados les darán lechuga y endivias. Después, una dieta a base de manzana y zanahoria, hasta que coman de todo durante el verano, periodo en el que el oso se lo come todo. Ya en otoño, cuándo están más gordos para pasar el invierno, “naturalmente, ya no piden más comida”, concluye Rémi Roca.

Mientras que algunos parques mantienen despiertos a los “animales visibles”, con un suministro de alimentos durante todo el año, nuestro parque respeta su ritmo biológico. “Reproducimos el medio natural para que los animales estén mejor. No los alimentamos a horas específicas. Si necesitan comer, se lo damos. Si no quieren, no aparecerán. Algunos visitantes dicen: “qué pena, no vimos al oso”. Entonces se les dice: “da un paseo y vuelve en una hora.”

El parc’ours invita a pasear por sus “callejones” y dedicar tiempo a observar a los animales con los binoculares alquilados en la entrada. Por supuesto, la gran atracción son los osos, pero el mirador ofrece la oportunidad de avistar a las aves rapaces, quebrantahuesos, al alimoche y el buitre leonado, que impresiona con sus 2,8 m de envergadura. “También hay plantas, árboles, insectos, salamandras”, insiste Laura Trusas. El recinto de los muflones es muy grande; se pueden ver uno, dos, tres, diez muflones... “Gamos, sarrios, ciervos..., las personas no están familiarizadas con los animales que viven a su alrededor. Sin embargo, estos son animales endémicos, especies locales, nada exótico”, agrega.

Cuando regrese al Parc’ours, con un poco de suerte, podrá ver a Ségolène o Diego. La pregunta que está en boca de todos es: “¿Está usted a favor o en contra de la reintroducción del oso en la naturaleza? El debate es muy activo en el valle. Pero en el Parc’ours se mantienen al margen. “No queremos provocar a nadie, estamos aquí para informar a la gente, sin influenciarla. Conocemos las dos posturas, y hay cosas interesantes en ambas. Laura Trusas se limita a explicar la dieta del oso, que no solo come carne, que hay 70 en los Pirineos, que no ataca a los humanos... “Nuestro papel es educativo, no hacemos propaganda.”

La visita finaliza con el refugio de animales domésticos, burros, cerdos y aves de corral, ovejas, alpacas, hurones, jabalíes y conejos que encantan a los niños. “Las gallinas ponen huevos, pero ¿cómo nacen los pollitos?”, pregunta Sofía. “¿Por qué las hembras tienen cuernos? Aunque el oso no asome el hocico, este recorrido por la fauna pirenaica, salvaje y doméstica, es una oportunidad única para enriquecerse del entorno.

La protección y convivencia con el oso en los Pirineos

El Gobierno de Aragón es contrario a la reintroducción del oso en el Pirineo, de manera unilateral por parte de Francia y Cataluña, porque el perjuicio que supone para la ganadería extensiva es mayor al posible beneficio. No obstante, asume su obligación de proteger al oso como especie protegida, mientras responde a las quejas de los ganaderos con ayudas como la que, desde 2003, se dota con 9000 euros al año para ataques o la creada en 2018 para explotaciones ganaderas en zonas con presencia de oso y lobo, entre otras. En los últimos años, desde el Gobierno de Aragón cifran en 2 ó 3 los ejemplares fijos.

Tras la muerte de Sarousse, queda Claverina que circula entre Navarra, Francia y Aragón, y Neré, en los Valles occidentales. De manera ocasional, hay incursiones de otros 6 o 7 ejemplares más: Sorita y otro ejemplar no identificado en el Pirineo Occidental; y el resto en Ribagorza-Sobrarbe oriental: Goiat, y Cannelito (desplazado como Neré desde el Pirineo Occidental) y se han detectado indicios de un ejemplar joven y de uno o dos más adultos sin identificar.