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SECTOR PRIMARIO

La escasez de agua reduce las cosechas entre un 30 y un 40 por ciento este año

Los agricultores inciden en que la segunda cosecha  es "esencial para la viabilidad del sector 

Cosechando en un campo del municipio de Almudevar.
Cosechando en un campo del municipio de Almudevar.
PABLO SEGURA

Si el cielo del Alto Aragón es tan alto, es porque los campesinos lo han levantado este año de tanto mirarlo. “Que llueva, que llueva mucho y de manera torrencial. Cuanto antes, mejor”, indica Fernando Luna, presidente de Asaja Huesca, tras vivir este 2022 una de las temporadas de cosecha más complicadas que recuerda. De las 130.000 hectáreas con las que cuenta el Sistema de Riegos del Alto Aragón apenas se han podido labrar 90.000. Algunos agricultores han dejado sin sembrar hasta el 50 % de sus explotaciones, dado que las bajas reservas de agua no alcanzaron para cubrir las segundas cosechas. “Son esenciales para la viabilidad del sector”, remarca el presidente.

La temporada comenzó para los primeros en el mes abril con el cultivo de la alfalfa. Aquí ya se apreció un ligero descenso en la superficie de siembra, con menores rendimientos por hectárea motivados por las excesivas temperaturas que no pudo mitigar el aporte de agua de riego.

Le siguió el cereal de invierno, la cebada y el trigo, cuya cosecha arranca en junio y julio. La campaña transcurría sin problemas hasta que las heladas tardías ocasionaron daños al cultivo que se vieron agravados por los calores del mes de mayo y las nulas lluvias del final de la primavera.

Finalmente, los cultivos de verano, maíz y girasol, se cosecharon en octubre y noviembre. Son los predilectos para segundas cosechas pero, con un cupo de 5.000 metros cúbicos de agua por hectárea este curso, para muchos agricultores ha sido “imposible” llegar a este último cultivo.

“Agricultores con un volumen de 100 hectáreas sembraron 50 de cereal y las insuficientes reservas de agua no les permitieron afrontar otras 50 de una cosecha de maíz. Dejar el 50 % de tu explotación sin aprovechar con una segunda cosecha, que es un plus económico y te sirve a la vez para gastos de amortización, para el riego de aspersión y para la red general, es un hándicap importante que hemos padecido todos los agricultores de regadío el año pasado”, sentencia Fernando Luna.

Una profesión como cualquier otra

Cada temporada, Fernando Regaño acostumbra a sembrar alrededor de 180.000 hectáreas, entre ellas, de maíz y girasol en sus explotaciones de Sariñena en verano. Esta campaña sus cultivos han caído a 135.000 hectáreas. “La profesión de agricultor es como cualquier otra, si de tu salario te quitan el 30 %, dime cuántos años puedes subsistir”, lamenta el altoaragonés.

A todo ello suma los costes de producción, cada vez más altos, y el endeudamiento constante. “No nos queda otra que hacer una planificación cada vez menor. Todo el mundo ha tenido al menos el 30 % de sus cultivos parados, si vinieran dos o tres años como este, muchas explotaciones caerían”, avisa Fernando Regaño.

Invita a mejorar la regulación de los ríos y las reservas hídricas, “que en Aragón no llegan ni para un año de consumo para riego”, reclama. También a revisar los usos, ya que los agrícolas han pasado a un segundo plano frente al consumo de boca y usos industriales y ganaderos, motivo por el cual la planificación de rotación, explotación y mercado agrícola se ha alterado por completo en la provincia.

Ante la temporada que está a punto de empezar, los agricultores miran de nuevo el tiempo. “Necesitamos la nieve y la lluvia para recuperar las reservas hídricas”, concluye Regaño.

A la expectativa

Con que para la próxima campaña, marcada por la llegada de la nueva PAC, la comunidad de agricultores se encuentra la expectativa. La problemática del agua se agrava, por lo que muchos han repetido el proceso y han optado por sembrar cereal.

“Es cierto que vamos con retraso”, advierte Fernando Luna, dado que al llover, el regadío está sin sembrar, pero como no ha habido precipitaciones torrenciales para ver claridad de agua embalsada, los agricultores van a optar por lo mismo, sembrar cereal y esperar a que se llenen los embalses para ver qué porcentaje de su explotación podrán volver a sembrar de segunda cosecha el año que viene.

“En la medida en la que podamos sembrar, obtendremos más o menos porcentaje y el rendimiento económico será mayor o menor. Si es nulo, se convertirá en un hándicap importante porque tenemos gastos muy importantes a la hora de amortizar tanto la tubería general como el riego por aspersión, el amueblamiento en parcela o el plus energético en las comunidades de regadíos”, señala el presidente de Asaja.

Por tanto, la palabra que define la nueva campaña agrícola y la aplicación de la PAC 2023-2027 es “incertidumbre”, con una realidad del sector primario “árida” e instituciones europeas y nacionales que van en sentido opuesto a las necesidades de los agricultores, indicaron desde Asaja.