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GANADERÍA

La lana de oveja se convierte en un residuo “incómodo y caro”

Los ganaderos denuncian el problema para deshacerse del producto, al tiempo que piden más investigación y políticas que favorezcan nuevos usos

Esquiladores uruguayos en la explotación de Ernesto Ferrer hace unos días.
Esquiladores uruguayos en la explotación de Ernesto Ferrer hace unos días.
S. E.

La lana de oveja ha pasado de ser una fuente de ingresos a convertirse en un residuo “incómodo”, además de “caro”, del que resulta difícil librarse, denuncian los ganaderos. En Aragón no existe ningún “punto limpio” en el que deshacerse de este material que se ha ido devaluando con el tiempo y para el que el sector urge una salida digna. 

Diego Sampietro, presidente de la Asociación de Ganaderos del Valle de Broto, apuesta por incentivar la investigación para que se estudien nuevos usos y tratamientos del material. “Ahora, cuando la empresa que esquila tus ovejas no se hace cargo de la lana, los ganaderos tenemos que almacenarla porque no hay ningún sitio al que la podamos llevar, lo que nos genera muchos problemas, no ya de espacio, sino también de posibles plagas. Hay que investigar para encontrarle una nueva utilidad y conseguir una economía circular que beneficie a todos”, opina. 

En la misma línea se manifiesta Ernesto Ferrer, que acaba de esquilar a su rebaño de más de 2.000 ovejas. Este ganadero de San Juan de Plan, instalado durante los inviernos entre Almudévar y Tardienta, considera que una política pública que favorezca el uso de la lana local sería muy positiva para el sector. “Tarde o temprano la Administración tendrá que tomar cartas en el asunto”, dice, y apunta algunos posibles usos del material “como aislante en la construcción o en telares para hacer alfombras”. 

El ganadero de ovino Ernesto Ferrer.
El ganadero de ovino Ernesto Ferrer.
S. E.

Desde el Gobierno de Aragón recuerdan que “la lana es un subproducto animal que, si no tiene salida, se convierte en un residuo y, por tanto, tiene que ser tratado como tal. Es decir, si no se vende y no se sabe qué hacer con ella, debería de llevarse a un vertedero”. Pero los vertederos son municipales y no está permitido dejar allí la lana que, pese a ser orgánica, tampoco puede ser enterrada ni incinerada, de modo que el problema vuelve al tejado del ganadero. 

Según Ferrer, habría que flexibilizar las leyes para poder procesarla en España. “Es uno de los productos que más viaja por el mundo, la llevan a lavar a Eslovaquia, a peinar a Turquía y a hilar a Marruecos, lo que hace que se encarezcan mucho los costes y no resulte productiva frente a otros materiales como las nuevas fibras sintéticas”. 

En el pasado, con la venta de lana los pastores “se pagaban los gastos del invierno”, pero “ahora pasa todo lo contrario”, denuncia el pastor. La lana se ha convertido en “un residuo con un coste económico importante para la explotación, además de un sobreesfuerzo de trabajo”.

El rebaño de Ferrer pasó por la máquina de esquilar la semana pasada. En total, 2.480 ovejas de la raza churra tensina fueron esquiladas en cuatro días y medio de trabajo que supusieron un desembolso cercano a los 4.000 euros para el propietario. “A 1,30 euros la oveja, más IVA, es fácil echar las cuentas”, dice. 

El acuerdo comercial incluyó que los esquiladores se llevaran la lana “a coste cero”, resalta el ganadero, quien calcula que retiraron “unos 5.000 kilos de lana”. La lana de este año ha salido de su explotación, pero Ferrer todavía guarda el excedente de los dos años anteriores. “Debo tener entre ocho y diez mil kilos”, lamenta, y cuenta que está buscando darle salida, pero es “muy difícil” porque los compradores tienen “los almacenes llenos aún del año pasado”.

Esquiladores de Uruguay, Chile o Perú

El problema con la lana no se queda solo en las dificultades de su venta, sino también en la falta de profesionales para obtenerla. En este sentido, el ganadero explica que las empresas que se dedican a esquilar en nuestro país suelen contratar a los profesionales fuera de España

Este año a Ferrer le han llegado a través de una empresa afincada en Sariñena esquiladores uruguayos, “pero otras veces han venido polacos y ucranianos -afirma-. Ahora, la mayoría son de América, de Uruguay, Chile, Perú... vienen tres meses para hacer la temporada y se marchan”. 

Tradicionalmente, el esquilado de las ovejas se hace desde mediados de abril y hasta finales de mayo con el objetivo de aliviar el calor de los animales para la época estival. También es una medida de higiene y salud, para evitar los ácaros que pueden estar en la lana. Pero, para este ganadero de San Juan de Plan, el esquileo se ha convertido en “un problema, un sobrecoste y un sobreesfuerzo”.