Comarcas

EMOCIÓN Y AVENTURA A PIE DE VÍA

Línea Pau-Canfranc: en Béarn, una impaciencia moderada

Mientras que la reapertura del tramo entre Canfranc y Bedous se espera con ansia en Aragón, al otro lado de la frontera no hay tanta prisa 

Francia no está convencida de invertir en los últimos 33 kilómetros entre Bedous y Somport.
Francia no está convencida de invertir en los últimos 33 kilómetros entre Bedous y Somport.
Archivo Nicolás Sabathier

¿Cuándo se reabrirá por completo la línea de tren entre Pau y Canfranc? Si bien el tema levanta mucha expectación e incluso impaciencia del lado aragonés, en el país galo los ánimos son más calmados. Existen varias explicaciones, y la primera es la falta de interés de París y, por tanto, del gobierno francés, respecto a este trayecto ferroviario.

Todo es cuestión de geografía: Francia es un cruce, conectado al noreste con Europa, hacia Bélgica y Alemania, hacia el sureste y la península italiana, e incluso hacia Inglaterra con el túnel de la Mancha, pero también al suroeste, hacia las vecinas España y Portugal. Desde el principio, los gobiernos franceses se suceden y reiteran las declaraciones de intenciones acerca de Canfranc, pero bien es sabido desde Pau a Burdeos, que París se resiste a financiar los últimos kilómetros, que son también los más caros. De hecho, el último Consejo de orientación de las infraestructuras calificó el enlace de “línea de interés local” a pesar de que concierne también a España.

Ilusión en Burdeos, ánimos más moderados en Pau

En Burdeos, la Pau-Canfranc como la llaman aquí, tiene un defensor feroz: el socialista Alain Rousset, presidente de la región Nueva Aquitania y principal actor de la reapertura de un primer tramo entre Oloron y Bedous en el valle de Aspe. Este asiduo de Lescun, en el valle de Aspe, no se pierde una oportunidad cuando está en Béarn o incluso en Aragón, de decir cuánto desea que se abra lo que a él le gusta llamar “la línea Goya”, en memoria al pintor nacido en Zaragoza y fallecido en Burdeos. De hecho, él mismo fue a Bruselas a defender su interés, dando lugar a subvenciones europeas, muy aplaudidas aquí por los partidarios de la reapertura.

Aunque en Béarn algunos compartan su entusiasmo, otros se muestran más moderados, como suelen ser los nativos de Béarn en muchas cosas. Durante mucho tiempo, el tema de la reapertura dio lugar a enfrentamientos entre los partidarios (generalmente de izquierdas) y los adversarios, del centro o de derechas. Se podría pensar que la perspectiva de una obra gigantesca, los millones de euros gastados para terminar el proyecto, serían bien acogidos en Béarn...

No obstante, hay que saber que los temas de integración territorial que alteran últimamente la política local conciernen más bien... al enlace de Pau hacia París. Y aunque pueda sorprender, en un país centralizado como lo es Francia, la integración territorial pasa antes por la capital que por los vecinos Pirineos. “Es así desde Enrique IV (1): en la Edad Media, los condes de Béarn soñaban con un reino pirenaico, pero desde su anexión al reino de Francia, el Béarn siempre ha mirado hacia Paris”, resume Alain Cazenave-Piarrot, presidente del Comité para la reapertura de la línea Oloron-Canfranc.

45 viajeros al día hacia Bedous

En el otro bando, Georges Manaut, oponente incondicional de esta reapertura junto al CROC (Contra la Reapertura de Oloron-Canfranc) denuncia la falta de interés de los viajeros desde la reapertura del tramo hacía Bedous (45 viajeros al día). ¿Por qué tal rechazo? “Es una cuestión de rentabilidad y de dinero público”, explica apresuradamente. “La línea hacía Bedous presenta un déficit de explotación de 1,3 millones al año. Unos estudios revelan que una línea hacia Canfranc podría multiplicar por 10 dicho déficit”.

Y los argumentos vuelan si hablamos de la posibilidad de un transporte ferroviario que podría acarrear la reapertura de la línea. Oponentes y defensores incondicionales de Canfranc sacan a relucir los resultados de estudios y contra estudios sobre este tema candente. A pesar de todo, a Alain Casenave-Piarrot le gustaría pensar que las líneas parecen moverse, entre los políticos de Béarn, a favor de la reapertura.

Durante la inauguración del Pôle multimodal y de la nueva estación de Pau, François Bayrou, alcalde de la ciudad, antiguo ministro y también presidente del País de Béarn, mencionó el asunto, y dio a entender que veríamos el Canfranc “más pronto de lo que pensamos. Ya no es viable que pasen centenares de camiones por el valle de Aspe”. Unas palabras de peso en la boca de un antiguo ministro, presidente del MoDem, principal aliado de Renaissance en la Asamblea nacional francesa y además íntimo amigo de Emmanuel Macron.

El viejo tema de la RN 134

“¿Por qué los habitantes de Béarn no están más ilusionados por esta línea, cuando en otros lugares aplauden las reaperturas de líneas como la de Saint-Jean-Pied-de-Port? Para explicarlo, hay que remontarse a la inauguración del túnel de Somport. En aquella época, se preveían variantes de carretera en los pueblos del valle de Aspe que nunca vieron la luz”, explica Bernard Uthurry. El alcalde de Oloron, otro partidario incondicional de la reapertura, quien ejerció como vicepresidente encargado de los transportes de Alain Rousset, resume bien la decepción de los habitantes del valle que veían llegar enormes camiones por la RN 134, una carretera que de “nacional” sólo tiene el nombre y es hoy en día el único eje de entrada a Francia desde el Somport.

Su oponente en la región, el republicano (de derechas) Marc Oxibar, alcalde de Ogeu, no dice otra cosa, pero duda que la futura línea Pau-Canfranc sea capaz de transferir el servicio de transporte de los camiones hacía la línea ferroviaria. Aunque reconoce que “el calentamiento global también plantea la cuestión del uso del coche en los valles y en otras partes”.

Una vez más, a la derecha como a la izquierda y en el centro, el resentimiento es grande a nivel local, pero también hacia París, que durante mucho tiempo abandonó este otro enlace, por carretera esta vez, hacia España, conformándose con los pasos vascos y catalanes para entrar en el país vecino.