Alto Gállego

ALTO GÁLLEGO - TRADICIONES

Yebra de Basa honra a Santa Orosia con fe y corazón

La pandemia de coronavirus limitó una celebración sin romería ni danzantes, pero llena de devoción

Yebra de Basa honra a Santa Orosia con fe y corazón
Yebra de Basa honra a Santa Orosia con fe y corazón
S.E.

SABIÑÁNIGO.- Yebra de Basa, como cada 25 de junio, celebró el pasado jueves la festividad de Santa Orosia, este año sin romería, sin los danzantes, sin los romeros, sin las cruces de los pueblos, tan solo una misa a las 7 de la tarde oficiada por el obispo de la Diócesis de Jaca Julián Ruiz, acompañado de tres sacerdotes. La iglesia estuvo llena respetando las distancias, y las campanas sonaron a primera hora de la mañana, al mediodía y por la tarde.

Algunos vecinos, entre ellos el alcalde de la localidad, José Lafragüeta, subieron por la mañana al puerto, pasando por el camino de las ermitas hasta llegar a la explanada donde se erige la ermita de Santa Orosia aunque allí no se celebró ninguno de los actos tradicionales.

Los vecinos decían que todo había sido "muy raro, pero lo obligado por las circunstancias. No hemos podido honrar a Santa Orosia como otros años, con danzantes, cruces, romeros, banderas... procesiones y veneraciones. Pero lo hemos hecho con lo más importante, invisible, lo esencial, la fe y el corazón. Que ella no nos deje de su mano intercesora y protectora".

La Junta de la Hermandad de Romeros de la Cabeza, ante esta extraña fiesta de Santa Orosia 2020, argumenta en una misiva enviada a socios y cofrades que la imposibilidad de celebrarla "como nos gustaría, nos ayude a valorar mucho más lo que el 25 de junio significa para muchísimas personas: una explosión de belleza, de unión, de amistad, de fervor, de esfuerzo, de recuerdo, de alegría, de abrazos y convivencia, de fidelidad a nuestros antepasados, de emoción, de fe".

Este 25 de junio no ha podido ser la romería pero en la mente y en el corazón de los vecinos y devotos estuvo presente todo el día esta festividad y su significado. La tradición marca que, a las siete y media de la mañana, los romeros salen desde la iglesia de Yebra con el busto que guarda las reliquias de la cabeza de la santa, acompañados de los danzantes de Yebra, vecinos, familiares y amigos no sólo de esta población sino también de otras de esta zona del Alto Gállego donde está muy arraigada la devoción a Santa Orosia. Todos emprenden el camino hasta la ermita que lleva su nombre, un recorrido que discurre por una senda en la que dicen que estuvo escondido el Santo Grial.

Ya en la ermita, se celebra misa, y tras la comida, no falta la actuación de los Danzantes de Yebra con su tradicional pastorada.

Y a las cinco de la tarde se emprende el regreso hasta Yebra donde al llegar se muestran para su adoración las reliquias de Santa Orosia.

"Aunque este año no nos veamos, ni podamos juntarnos, aunque estemos solos, con nuestra imaginación volveremos a escuchar a las 7 de la mañana los nombres de esos 40 pueblos que acuden cada año con O Palo y O Ropón, con la misma fidelidad que lo hicieron nuestros antepasados durante siglos", explica la Junta de la Hermandad de Romeros de la Cabeza de Santa Orosia en el escrito enviado a los socios.

Este 25 de junio han honrado a su patrona reviviendo en el recuerdo las largas procesiones, al ritmo del chiflo y salteiro, de campanas, de repique incansable de los palos de los danzantes, del himno a Santa Orosia, presididos por las banderas y las cruces de los pueblos.

La pandemia por la covid-19 ha obligado a suspender la romería y la fiesta, "pero nada ni nadie podrá quitarnos lo más importante: la ilusión, la devoción a Santa Orosia, la amistad y la fe de nuestras almas. Y soñaremos con poder celebrar con redoblado ánimo la próxima fiesta de 2021".

Según la tradición, la madrugada del 25 de junio de 1072, y tras un agradable sueño, el pastor Guillén de Guasillo vio que un ángel bajaba del cielo, tras arrodillarse le dijo: "Levanta, pastor, y oye las órdenes de tu Dios y tu Señor". El pastor, guiado por el ángel, llegó al lugar donde se encontraban enterrados los restos de la mártir desde hacía siglos. El ángel le dijo que los exhumase y que llevase la cabeza a Yebra y el cuerpo a Jaca. El pastor metió los restos en su zurrón y se fue a cumplir su misión.

Cuando llegó a Yebra de Basa las campanas de la iglesia empezaron a tocar solas y lo mismo ocurrió en todos los pueblos del Valle del Basa y la Val Ancha por donde pasó, e igualmente sucedió en Jaca cuando el pastor se presentó a las puertas de la ciudad, saliendo el Cabildo de la catedral a recibirle.