Víctor Miró: “La historia del continente africano no es muy conocida en España”

Huida, la primera novela del joven escritor fragatino Víctor Miró (Fraga, 1997), descompone el paso de la libertad de un niño a la responsabilidad de un adulto. Sin la oportunidad de vivir una adolescencia plena, en los 15 años de Miguel solo existen pinceladas de pubertad, pues una carta reclama su presencia inmediata en África para hacerse cargo de las plantaciones familiares de café y cacao. Esta responsabilidad obliga al joven altoaragonés a desprenderse de sus raíces para continuar el negocio de su abuelo.

“Para ser mi primer libro, me ha quedado un resultado bastante bueno”, explica el autor de la obra, quien, “amante de la literatura desde siempre”, comenzó a teclear el libro durante los meses de cuarentena.

No es de extrañar que esta primera obra del joven novelista oscense se ambiente en una época pasada. Miró, graduado en Historia, situó el libro en los años 50 del siglo pasado, entre un pequeño pueblo bajocinqueño y Guinea Ecuatorial.

“La historia del continente africano no es muy conocida en España. En la carrera nos lo decían; no se conoce mucho la historia de África y por eso nos daban mucha información”, comenta el escritor de este alegato que tiene como misión enseñar una porción de la historia africana, pero también de la española de posguerra.

El libro describe con vigorosidad el contraste entre la pobreza de los pueblos pequeños de España y la riqueza que aglutinaron indianos y terratenientes, así como la capacidad de adaptación de las personas a una realidad completamente distinta y la inocencia de un joven quinceañero.

“El joven tiene tiempo de descubrir cómo trabaja un terrateniente, pero en su edad adolescente, al conocer a gente de su edad, tiene que lidiar con estos dos caracteres”, explica Miró sobre su protagonista, que vive envuelto en una encrucijada por culpa de las responsabilidades que acarrea en su corta edad.

Huida es una novela de literatura juvenil que narra la importancia de la amistad, las huellas que deja el amor adolescente, la vivencia de las primeras traiciones y la capacidad de asimilar los contratiempos.