Bajo Cinca

CONFLICTO ARMADO

"No tienen miedo a la guerra, pero si a despertarse un día y ver en su pasaporte que son rusos"

África, una joven de Alcolea de Cinca, relata como está viviendo la invasión rusa Ksenia, una ucrania a la que considera su hermana  

Ksenia y África, junto a sus parejas la última vez que se vieron en 2019.
Ksenia y África, junto a sus parejas la última vez que se vieron en 2019.
S.E.

Ksenia sabe que en Alcolea de Cinca tiene su otro hogar, que en la localidad la recibirían con los brazos abiertos, pero ha optado por no abandonar su país, “no entiende por qué se tiene que ir” y menos hacerlo ahora “cuando la vida le empieza a sonreír, porque ella es una chica que viene de la nada, ha trabajado mucho para conseguir lo que tiene y ahora se ha visto obligada a dejarlo todo”, detalla África..

Cuando viajó por primera vez a esta localidad del Cinca Medio tenía 7 años, ya era huérfana y vivía con su abuela, después volvió cada verano hasta los 19 años y aunque le ofrecieron quedarse y adoptarla, “no quiso abandonar sus raíces”, para África y sus padres desde ese primer encuentro ha sido una más de la familia y estos días, detalla la joven, “hemos estado pendientes en todo momento de la situación y en permanente contacto con ella, viviendo el conflicto minuto a minuto y llorando en alguna ocasión”.

Nunca han perdido la relación, y la última vez que se vieron fue en 2019 cuando África la visitó en su país natal. Ksenia tiene ahora 30 años, está casada con Max, ambos tienen una empresa de creación de páginas web y hasta hace unos días vivía en Kiev, “pero ante el avance del conflicto decidieron abandonar la ciudad junto a una prima que está embarazada y los maridos de ambas”, ahora, cuenta África, “están en Lviv -Leópolis-”, les preocupa “volver a casa y que ya no estén sus cosas, que esté derruida …”, pero por encima de todo, agrega, “ellos no tienen miedo a la guerra, pero si a despertarse un día y ver en su pasaporte que son rusos”.

Nada más estallar el conflicto su familia española inició una colecta para enviarles dinero, la respuesta a esta iniciativa fue muy buena, “recogimos 2.000 euros en un solo día y se lo enviamos a Ksenia, ellos compraron pañales, comida, toallitas, leche para bebés y otros artículos de primera necesidad”. Y en estas semanas la comunicación ha sido constante, “en estos momentos estamos usando Telegram porque es más seguro”, apostilla.

Ksenia y África de niñas en uno de los primeros veranos que pasó en España.
Ksenia y África de niñas en uno de los primeros veranos que pasó en España.
S.E.

“Entonces aún estaban en kiev y pasaban gran parte del día en un parquin subterráneo -relata África-, bajo la amenaza de los ataques pero decidieron trasladarse a un sitio más cercano a la frontera buscando tranquilidad y que su prima pueda ir al hospital”.

Las dos parejas se dirigieron a esta ciudad próxima a Polonia y después empezaron un nuevo periplo, el conseguir un alojamiento. “La guerra saca lo mejor y lo peor de la gente, y en este caso hay mucha especulación y les llegaron a pedir hasta mil dólares al mes cuando el sueldo medio en ese país es de 200 euros. Por suerte, tras varios días buscando ellos ya han conseguido uno, a precio accesible, en el que tienen intención de pasar un mes”, concluye África.

Y justo cuando acababan de instalarse “han incluido en la lista militar a los maridos de ambas primas, y les pueden llamar o no”, por eso -afirma- “ahí se quedarán para lo bueno y para lo malo y su intención es volver a casa en cuanto puedan”, pero remacha “no se les pasa por la cabeza abandonar”, y es que, añade, “la abuela de Ksenia le enseñó que el pueblo ucraniano es luchador”.