Cinca Medio

especial 175 aniversario del nacimiento de Joaquín Costa

La política hidráulica de Costa, de plena actualidad

El agua fue, para el intelectual, el motor de la transformación social

Canal de Aragón y Cataluña tras su paso por Tamarite.
Canal de Aragón y Cataluña tras su paso por Tamarite.
HA

La búsqueda del progreso y de la libertad marcaron el pensamiento de Joaquín Costa y están detrás de todos los estudios que publicó, que a su vez proponían la creación de un nuevo sistema económico y social.

Para ello, y haciéndose necesario contextualizar la época del cambio de siglo, era obligado renovar la política agraria y garantizar el reparto de los recursos naturales entre la población. Esto condujo a Costa a reivindicar una gestión hidráulica que llevara el agua desde los ríos a la tierra cultivable a través de la construcción de canales, obra que, a su juicio, debía ser responsabilidad del Estado, que a finales del siglo XIX pasó a tener una función más ejecutiva, más allá de la mera representación.

Estas grandes obras no debían servir, por tanto, para el beneficio de latifundistas y especuladores sino para el de los propios labriegos y trabajadores del campo, por eso Costa previó la colonización de nuevas tierras de carácter público reservadas para el trabajo agrario.

Sin embargo, la falta de capital inversor por parte del Estado, sumido en una grave crisis, y la ineficacia política para distribuir los recursos adecuadamente produjo un retraso de décadas en la plasmación de la política hidráulica costista.

De todas las grandes obras hidráulicas que propuso solo pudo ver en vida el Canal de Aragón y Cataluña, que se había empezado en 1896 y terminado en 1906, a cuya inauguración asistió el rey Alfonso XIII. Este canal toma el agua del río Ésera, regando una amplia zona de la Baja Ribagorza y de La Litera en Aragón, además del área catalana.

«Las gentes del Canal de Aragón y Cataluña somos los testigos del triunfo de Costa», afirma con rotundidad José Luis Pérez, presidente de la entidad. Gran conocedor de la vida y obra del intelectual, aclara que lo más importante es la idea universal que movió la política hidráulica de Costa, pues quería una sociedad en la que los hombres fueran libres y «encontró en el recurso del agua la herramienta perfecta para que los labriegos pudieran cultivar sus tierras y liberarse de la esclavitud de los ricos».

El Canal de Aragón y Cataluña, llamado en un principio de Tamarite de Litera, constituye así la primera y una de las principales concreciones de la gran apuesta modernizadora basada en el regadío, lo que para José Luis Pérez supone «un modelo de éxito impresionante» que está de plena actualidad.

La iniciativa privada de la época fracasa en su intención de ejecutar el Canal. Los políticos y poderes de la región deciden tomar las riendas y pedir al Estado que asuma la responsabilidad de ejecutar por su cuenta el proyecto. Igualmente, la presión de diversos sectores de intelectuales y políticos, al amparo de campañas promovidas por Joaquín Costa, dieron como fruto la aprobación de un proyecto de ley que encargaba al Estado la continuación de las obras.

Una obra emblemática

Las ideas de Costa serán fundamentales para la proclamación de la Ley de Riegos de 1911 y la celebración de los posteriores Congresos Nacionales de Riegos. Fruto del debate en el primero de ellos surgirá el proyecto de Riegos del Alto Aragón, cuya aprobación será promulgada en 1915, llevando a la práctica los proyectos ideados por Costa, con un tratamiento unitario de la obra hidráulica y la colonización del territorio.

Se trataba de poner en riego 300.000 hectáreas a partir de las aguas de los ríos Cinca y Gállego, en primer término, y del Sotón y Guatizalema, en segundo término. La superficie suponía la cuarta parte del total de regadíos existentes en España y el plan era el de mayor envergadura de Europa. El Estado optó por hacerse cargo del proyecto a partir de la citada ley de 1915, tardando décadas en verse los resultados de estas obras debido a su magnitud y a las sucesivas vicisitudes económicas.

El último paso para la plasmación práctica de las ideas costistas en materias de regadíos se produjo con la creación en 1926 de la Confederación Hidrográfica del Ebro.

Durante todo este tiempo, Riegos del Alto Aragón ha ido evolucionando y creciendo en número de hectáreas, siendo en la actualidad uno de los sistemas regables pendientes de finalización, pues existen superficies que hace más de cien años que esperan la llegada del regadío.