Cinca Medio

CINCA MEDIO - GANADERÍA

Beatriz Sancho, veterinaria y ganadera: "Somos contadas las mujeres, y eso que estamos capacitadas"

Titular de una explotación de vacuno en Monzón y veterinaria, reclama una reflexión sobre la falta de relevo generacional y medidas

Beatriz Sancho, veterinaria y ganadera: "Somos contadas las mujeres, y eso que estamos capacitadas"
Beatriz Sancho, veterinaria y ganadera: "Somos contadas las mujeres, y eso que estamos capacitadas"
S.E.

HUESCA.- Con 25 años, una vez finalizados los estudios universitarios de Veterinaria y con el afán e ilusión de conservar la tradición familiar, Beatriz Sancho no solo asumió la titularidad de la explotación ganadera de sus padres sino que decidió ampliarla.

Ahora, cuatro años después, reconoce que el camino ha sido y es "duro", y demanda a la clase política una reflexión sobre las causas de la falta de relevo generacional en un sector agrario familiar envejecido, para que articulen medidas que apoyen, de verdad, a los jóvenes que como ella han apostado por ganarse la vida con la ganadería. Porque con esa decisión -apostilla-, contribuyen tanto a la conservación de las explotaciones agrarias y ganaderas familiares como al mantenimiento de la población en el medio rural.

En la actualidad, Beatriz Sancho tiene 29 años y regenta en el término municipal de Monzón una explotación de vacas de la raza Limusina.

La joven ganadera explica que sus padres (a quienes agradece, como al resto de progenitores de jóvenes incorporados al sector, su trabajo y esfuerzo) siempre habían tenido vacas de carne, por lo que ella ha estado vinculada desde siempre al ganado. Tras estudiar Veterinaria se lanzó al mercado laboral, optando no sólo por quedarse con el negocio familiar, sino por ampliarlo. "Hace unos cuatro años compré una finca e hice una nave donde puse unas 50 vacas más, aparte de las que tenía ya", relata Beatriz, que señala que ahora cuenta con unas 180 reses en total. "Las vacas son reproductoras para producción de terneros, que cuando tienen tres o cuatro meses los vendemos y se van a cebadero", explica.

Para llevar a cabo su proyecto solicitó una subvención a la convocatoria del Gobierno aragonés de ayudas a la incorporación de jóvenes al sector. Le concedieron 35.000 euros para hacer frente a la inversión que llevó a cabo, que ascendió a unos 200.000 euros; "ni para la mitad de la finca que compré", lamenta la joven ganadera.

"Venden que dan muchas facilidades y me he encontrado con muchos obstáculos a la hora de pedir ayudas", afirma Beatriz, que señala que no le extraña que "muchos jóvenes dejen su proyecto a mitad" porque con la ayuda económica que reciben no pueden afrontar la inversión necesaria y "se tienen que ir a otro sitio a trabajar para poder pagar las inversiones". Además, hasta que una nueva explotación empieza a producir y sacar algo de beneficio, "las inversiones y el autónomo lo tienes que pagar", dice.

Añade esta joven que su trabajo es "duro", que debe estar a pie del cañón todos los días del año y que exige un sacrificio que -apunta- solo puede entender quien se ha criado desde pequeño en ese mundo. Y entiende que esa dureza se podría suavizar tecnificando su explotación, lo que supone aún más inversión, imposible de asumir ahora cuando lleva tan poco tiempo en marcha.

En este sentido, considera que quien quiere adentrarse en el sector primario partiendo de cero, es decir, sin contar con el patrimonio agrícola de la familia, lo tienen muy difícil.

INCENTIVAR A LA MUJER

En su caso, al hecho de ser joven se une el de ser mujer en un mundo tradicionalmente masculino. En este capítulo, también piensa que se debería incentivar a la mujer para que se quede a vivir y trabajar en el mundo rural y sea ella quien se lance a ser titular de explotaciones agrarias o ganaderas. "Son contadas las mujeres que hay en el sector, y eso que estamos igualmente cualificadas y capacitadas", apunta Beatriz, que insiste en que "es un trabajo duro y si lo tienes que tener muy tecnificado para poder irte a algún sitio vale mucho dinero, por lo que si ayudaran un poco más se podrían tecnificar un poco más las explotaciones y muchas más (mujeres) se quedarían".

Pese a todas las dificultades y esfuerzos, Beatriz, que además del trabajo en su granja imparte charlas en la Universidad sobre reproducción en vacas de carne, contesta con un sonoro "sí" a la pregunta de si está contenta con la decisión que ha tomado. "De momento no me arrepiento, y eso que he tenido que pelear", señala Beatriz, que insiste en reivindicar que "como no le den a esto una mayor orientación hacia los jóvenes y lo planteen de otra manera, en el medio rural no se va a quedar nadie".

Y para que esto no pase, anima a los jóvenes a que se incorporen al sector primario y entre todos reivindiquen más apoyos para la supervivencia de las explotaciones familiares, ya que muchas se ven abocadas al cierre cuando los hijos deciden no seguir con la tradición familiar.