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DE CERCA

Valentín Mairal: “Quizá, los Reyes de Aragón hoy intentarían ponerse al día”

“Nos venden las noticias como si fuesen un alimento imprescindible para vivir. A mí con una cuarta parte me sobraría”

Valentín Mairal
Valentín Mairal
S.E.

Si los Reyes de Aragón levantaran la cabeza y vieran el panorama, ¿retornarían a su reposo eterno?

—Es muy complicado imaginar qué harían. Valor no les faltó en aquel mundo de aventura y lleno de incertidumbres, así que de huir nada de nada. Quizá intentarían ponerse al día.

¿Orgullo altoaragonés y/o cosmopolitismo planetario?

—Por supuesto, en primer lugar, me siento muy orgulloso de pertenecer a una tierra tan privilegiada como el Pirineo aragonés. Aunque, por otra parte, no veo contradicción alguna en sentirme al mismo tiempo ciudadano del mundo.

¿Es usted PSI (Persona Sobradamente Informada)?

—Sí, como la mayoría. Resulta casi imposible abstraerse del reiterado bombardeo informativo al que nos vemos sometidos. Algo ha cambiado y muy deprisa. Nos venden las noticias como si fuese un alimento imprescindible para vivir. A mí con una cuarta parte me sobraría.

¿Ha comprobado si un e-book huele a las delicias del papel?

—Sí. Me regalaron uno el día que me jubilé. La curiosidad me llevó a leer unos cuantos libros digitales, pero pronto lo dejé olvidado y volví a lo de siempre. A subrayar, doblar hojas, hacer anotaciones en los márgenes… Solo en momentos puntuales vuelvo al e-book.

La sonrisa es el lenguaje universal de las personas inteligentes. ¿Sonreímos poco?

—La sonrisa es una puerta abierta al interior de la persona, pero no es la única. Tampoco diría que sonreír sea sinónimo necesariamente de inteligencia. Hay personas que llevan la seriedad por bandera y no dejan de ser inteligentes. ¿Qué pasa con los que la utilizan para todo? ¿No acaban gastando buena parte de su crédito personal?

Dice Howard Gardner que no hay buen profesional que sea mala persona.

—Estoy bastante de acuerdo. Un buen profesional se ha esforzado en su vida para alcanzar su meta y ama lo que hace. Ese amor por su profesión suele llevar consigo empatía y amor al prójimo. Siempre hay alguna excepción, pero serán escasísimas y no conozco ninguna.

¿El negocio es la negación del ocio o se divierte currando?

—No hay términos absolutos. El trabajo es necesario para ganarse la vida y si te divierte, mejor que mejor. Todo en exceso cansa, tanto el ocio como el trabajo. He sido profesor de Bachillerato y me he sentido feliz enseñando historia a los adolescentes. Ahora dedico mi tiempo libre a profundizar en el estudio de la Historia de Jaca, hacer un poco de deporte y buscar setas.

¿Qué le gusta exprimir hasta la saciedad?

—La amistad. Me siento muy a gusto compartiendo mi tiempo con buenos amigos y si es en torno a una mesa, mejor. Como se suele decir: “Donde se está bien, buen rato”.

Dime con quién te juntas y te diré quién eres. ¿Hace un casting a sus amistades?

—Es bueno conocer gente nueva y abrir horizontes. Tengo amigos muy variados, algunos antiguos y otros más recientes. De todos se aprende. El casting lo hace el paso del tiempo.

¿La hipocresía cotiza al alza o a la baja?

—Lo que cotiza al alza es la permisividad de la sociedad con la hipocresía. Debemos ser más exigentes sobre todo con nuestros representantes públicos y reclamarles mayor coherencia y responsabilidad.

A palabras necias, ¿oídos sordos, la otra mejilla o mamporro dialéctico?

—Soy temperamental. No soy de los que callan, aunque ese desahogo dialéctico a veces me pasa factura. Me resulta muy difícil hacer oídos sordos.

¿Guasapear conecta o aísla?

—Al final, aísla. Esa burbuja social acaba aburriendo por artificial, por la ausencia de contacto físico, de expresiones corporales, de tonos… Puestos a conectar a distancia me quedo con el teléfono de siempre o las videoconferencias.

¿A quién le daría el premio de gastronomía altoaragonesa?

—A las madres y abuelas que con medios modestos nos han cocinado extraordinarios platos. Me encantan los restaurantes que recogen nuestras tradiciones y ponen en valor productos cercanos. Desde luego, prefiero la cocina casera a esos platos-acuarela que propone la gastronomía minimalista.

En esto del deporte, ¿practica o admira?

—Las dos cosas. He sido y soy amante del deporte. El atletismo, el hockey sobre hielo, el fútbol, el tenis y el kayak de aguas bravas, entre otros, han llenado un espacio importante en mi vida. Sigo con el senderismo y la bicicleta de montaña, y voy apurando el sofá, viendo algún partido de fútbol, sobre todo de la S. D. Huesca, de la que soy fiel seguidor.

¿Por quién doblan las campanas?

—Por el personal sanitario. Fue hermoso y emocionante el servicio que prestaron a la sociedad, cuando, sin los medios adecuados y exhaustos, se enfrentaron a un enemigo invisible que podía acabar con sus vidas. Y todavía siguen en ello.