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Luisa Ferrer: “La escuela pública en Jaca siempre ha sido muy buena”

Concluye una trayectoria de cuatro décadas, dejando una gran impronta en el alumnado, tras dirigir el Colegio San Juan de la Peña desde 1999

Luisa Ferrer en el Colegio San Juan de la Peña, de Jaca.
Luisa Ferrer en el Colegio San Juan de la Peña, de Jaca.
R. G.

DESDE PEQUEÑA, ya decía que quería hacer Magisterio. En Selectividad, saqué buena nota, destacando en Física, me ofrecieron una beca y lo rechacé porque quería ser maestra. La gente no daba crédito, pero yo lo tenía muy claro. Siempre admiré a los maestros y quería ser como ellos. Lo extraño es que, al final, más que maestra, he sido directora”, comentó Luisa Ferrer, que deja huella en la comunidad educativa de Jaca.

“Desde pequeña, ya decía que quería hacer Magisterio”

La docente -criada en Zaragoza, casada con un jacetano y madre de dos hijos nacidos en Jaca- suma 37 años de trabajo, 32 en puestos de dirección. Su reciente jubilación cierra su etapa en el CEIP San Juan de la Peña, de Jaca, donde estuvo 24 años (22 como directora). Antes, trabajó dos años en el CRA Alto Gállego y dirigió durante una década la antigua escuela-hogar, que hoy es el IES Pirineos de Jaca.

“La etapa en el San Juan de la Peña ha sido la más importante de mi vida en todos los aspectos. Cogí la dirección teniendo una hija de 2 años y un hijo de 4. El colegio no era tan grande, era de una vía y tenía más de 200 alumnos, cuando ahora hay casi 600”, explicó Luisa Ferrer, añadiendo que “la escuela pública en Jaca siempre ha sido muy buena”.

“Esta etapa ha sido la más importante de mi vida”

“Durante los últimos años, la gente se enamoró del colegio y llegaban tantas solicitudes que era difícil atenderlas. Hoy se alcanzó un equilibrio con un centro de tres vías y una ratio buenísima, de 18 a 22 alumnos”, dijo la maestra, con la que el San Juan de la Peña vivió “un importante crecimiento”, estrenando el aulario de Infantil o el comedor nuevo, que da servicio a 300 alumnos.

Hoy, “es un colegio muy bien conservado”, pero “hay cosas por hacer”, como adecuar el suelo del recreo grande y modernizar las ventanas. En este sentido, se mostró “muy contenta”, porque “al menos se hará una planta entera de ventanas” con un reciente premio de la Fundación Endesa. Además, se reformará la cubierta de Infantil.

Según Luisa Ferrer, “no se puede dirigir un colegio sin empatía y sin corazón”. “Yo soy organizada y metódica, pero destaco por mis emociones. Soy muy empática, y he puesto el corazón desde el primer día”, aseguró la docente, cuya experiencia al frente del colegio “no ha tenido nada que ver con la escuela-hogar, donde la vida era diferente”.

“He aprendido y evolucionado con mis compañeros. Cuando vine, los cimientos eran muy buenos y había grandes profesionales. El colegio San Juan de la Peña siempre ha sido especial. Lo era cuando llegué y lo es cuando me marcho y seguirá así mucho tiempo”, dijo Luisa Ferrer, que recibió la cruz de San José de Calasanz y el premio Magister de la Educación aragonesa. “El colegio ganó muchos reconocimientos porque el punto de partida era muy bueno. No creo en individuos en solitario o personas magníficas, sino en equipos magníficos”, precisó.

Como compañeros de dirección tuvo a Ricardo Grasa Campos, Rosa Lafuente, Daniel Piedrafita y Flora Juvilla en calidad de secretarios. Y como jefes de estudios a Daniel Piedrafita, Concha García Alquézar, Concha Pérez Abadía, Raquel Casado y Ascensión Lamarca Laborda. “Todos son pilares importantísimos en el centro y en mi vida”, afirmó la maestra. También, Pilar Viñuales, la administrativo del colegio, y las conserjes Ana Giménez y Beatriz Aguerri. Igualmente, tiene un recuerdo para las monitoras del comedor y el personal de cocina y limpieza, agradeciendo su esfuerzo y reconociendo que “con la covid-19, estos dos últimos años han sido los más difíciles”.

La mayoría de sus compañeros “se han jubilado” y “viene gente joven, con nuevas ideas, y eso es bueno”, según apuntó Luisa Ferrer, convencida de que “el colegio seguirá igual de magnífico”. Además, extiende su agradecimiento “a las familias que confiaron en mí y mi equipo”. “La identidad la tiene el colegio y no la perderá. Ya la tenía con Charo Giménez, Alfredo Larraz, José Luis Oliván, Ricardo Grasa, Aurea Bordetas.... Los directores estamos de paso y dejamos nuestra impronta”, afirmó.

Para concluir, Luisa Ferrer se muestra agradecida con tres personas. “Por un lado, mi marido, Miguel Villanúa, un gran maestro, humilde, sencillo, que pasó por la vida sin hacerse notar y gracias al que he podido dar todo al centro, estando desde las ocho de la mañana a la ocho de la tarde, muchos días, durante 22 años. Eso solo lo puedes hacer si tu pareja cree en ti. Y luego, están mis hijos, Izarbe, mi pequeña, y Néstor, otro gran maestro, que lleva 6 años de trayectoria. Ambos entendieron que no podía vivir sin intentar ser una gran profesional”, declaró, sin olvidar el apoyo de sus padres, que fueron decisivos en su formación “cuando las posibilidades eran muy limitadas”.

“Me jubilo porque Miguel se lo merece. Lleva 5 años jubilado, esperándome. Deseo vivir unos años con él, dándole a él y a mis hijos lo que di al colegio. Cuando se casó conmigo, sabía que se casaba con la terremoto Luisa Ferrer. Siempre he sido una moto en acción. Así he dirigido el centro, con corazón y energía”, concluyó la docente, que echará de menos “el sonido de los niños”. “Es lo que más voy a añorar”, añadió.

"He dirigido el centro con corazón y energía"