La Hoya

LA HOYA

Hasta que la muerte los separe: “Si se muere ella, yo tampoco podré seguir”

Rosalía Álvarez y José Blasco, vecinos de Sieso, cumplen 65 años de matrimonio. Ella sufre alzhéimer. Él celebra no haber sido olvidado.

José y Rosalía, que cumplen 65 años de casados este 21 de abril.
José y Rosalía, que cumplen 65 años de casados este 21 de abril.
S. E.

Rosalía Álvarez (Serranía de Ronda, Málaga, 1932) duerme la siesta en su casa de Sieso mientras José Blasco (Rincón de Ademuz, Valencia, 1927), su marido, habla sobre ella en una conversación telefónica. Junto a él está Diego, uno de los hijos de ambos, que durante la charla es de gran utilidad para aclarar algunas de las palabras que emite la voz de su padre, desgastada por el paso del tiempo. También le advierte de que la llamada se debe al 65 aniversario de su matrimonio, que celebran este jueves.

En pocos minutos de coloquio, uno se da cuenta de que José es un hombre campechano, llano. Con un simple “sí, está bien”, responde a que “65 son muchos años”, como si todos los matrimonios alcanzaran semejante cifra. También, a simple vista, se aprecia que la quiere. Pero él, en lugar de emplear este verbo, opta por decir que siempre han estado unidos.

Rosalía y José, 65 años de casados
Rosalía y José, en los años 50.
S. E.

Rosalía, en cambio, no atiende a la llamada. Sufre alzhéimer, explican sus familiares, y apenas habla. Aún así, la comunicación sigue instalada en casa de los Blasco Álvarez en un idioma que solo ambos conocen. “Me coge la mano y aprieta. Es como si dijera ‘no me dejes’. Nos comunicamos cogiéndonos, con palabras, no; ya no puede recogerlas”, lamenta su cónyuge.

Además, el anciano José celebra -aunque sea una triste celebración- que la enfermedad, por el momento, no ha hecho que se olvide de él. “Yo le hablo y veo que se ríe, que le gusta. Aunque tenga alzhéimer, se nota que me conoce”, asegura José.

Albañil de profesión, cuenta que conoció a la que sería su esposa hace alrededor de 67 años. “Estaba haciendo un garaje en una casa. Ella estaba trabajando en la casa de al lado”, rememora, precisando que Rosalía “estaba fregando”. “Y nos hicimos novios. Yo estaba trabajando haciendo la cubierta del garaje y ella estaba en la casa limpiando la cocina. Así nos conocimos y, en un par de años, nos casamos”, dice.

Desde entonces, “siempre hemos estado muy unidos”. Y asevera, con palpable campechanía, que para él no es “ningún mérito” llegar a celebrar las bodas de platino.

Tampoco conoce si existe un secreto. Presupone, eso sí, que es cosa de dos. “Francamente, esto no lo hace uno solo. No hemos ido nunca solos a ningún lado. Hemos ido siempre los dos juntos. Y cuando tuvimos a los hijos, siempre con ellos. Hemos sido muy familiares, de casa”.

Tras todo este tiempo y “con todo el camino ya hecho”, José presagia su final, que vislumbra junto a Rosalía: “Pasará como con los padres de mi madre: en un mes se murieron los dos. Si se muere ella, yo tampoco podré seguir”.