Monegros

Quién soy

Montse Foguet Gómez, una luchadora que no deja de jugar

No conocía Los Monegros hasta que llegó a esta tierra hace 38 años

Montse Gómez
Montse Foguet Gómez
S.E.

Montse Foguet Gómez llega a Los Monegros hace 38 años. “Tenía 20 y vinimos porque mi suegro había comprado unas tierras aquí, e iba a trabajarlas mi marido”, explica y admite que no conocía esta tierra. “No había estado nunca aquí. Vinimos por Alcolea y bajamos a Villanueva de Sijena por la parte del espartal, en el mes de julio, y aluciné”. Recuerda que pensó: “¡Dónde nos hemos metido!”.

Y después de casi cuarenta años, sigue en el desierto de Europa, feliz y recordando su infancia. “Nací en Barcelona, pero mi madre murió cuando yo tenía 4 años y mi padre me llevó a vivir a Montblanc con mis tías. Pronto me llevaron a un internado, hasta que mi padre se volvió a casar y retome mi vida en Barcelona”, cuenta Montse de aquellos años en los que leía mucho. “Era de las más pequeñas del internado y en el rato de estudio, me dedicaba a leer libros de biología, novelas, incluso cuando llegaba a Montblanc de vacaciones pasaba horas en la biblioteca, con Axteris y Tintín”, recuerda.

Tenía muchas muñecas a las que su tía, que era modista, les hacía infinidad de vestidos. “También íbamos a jugar a la vía del tren, a escuchar en ese punto cuándo estaba llegando, sin conocer el peligro que corríamos; cosas de críos, impensables en la actualidad”, constata.

Cuando sus hijos tenían catorce años comienza su vida laboral. “Estudie Historia en la Universidad a Distancia (Uned), idiomas y auxiliar administrativo, así que daba clases en la academia Hispanonia de Sariñena, a la vez que era guía del Museo de la Casa de Miguel Servet”, señala de aquella época que coincidió con un proyecto del Gobierno de Aragón. “Eran talleres de educación con Miguel Calvo como responsable, venían de muchos colegios. Recuerdo una vez que llegó un autobús con niños inmigrantes, la mayoría no hablaban español, e hicimos el recorrido en francés. Al final incluso nos cantaron en francés y después de tres horas de la visita guiada, se fueron muy contentos”, rememora.

Es cuando su hija se queda embarazada que se inicia como emprendedora, “creando Edukatoys, una empresa de venta de juguetes ecológicos y educativos”, un negocio que convierte a Montse en la distribuidora más mágica del juego de niños y niñas hasta los doce años. Una de las características de los juguetes que vende, a través de internet y en mercadillos artesanales, es que gracias a la durabilidad de sus productos, comienzan a formar parte de las historias familiares. “Es una forma de contribuir al desarrollo de los peques -explica- con juguetes comprometidos con el medio- ambiente, a la par que son capaces de favorecer el aprendizaje y fomentar su creatividad”. Y allí radica una de las magias más hermosas del juguete de Edukatoys, que trasladan y acumulan historias, con esos pequeños testigos de las aventuras que renuevan en cada juego. “Mis juguetes son como un legado que podrán pasar de generación en generación”, dice nuestra emprendedora que desde la llegada de su nieto ha descubierto una forma de vida nueva y muy satisfactoria desde Villanueva de Sijena.