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COSAS DE CASA

Una viajera solidaria y valiente de Monegros

Nuria Martínez Yzuel, enfermera de 23 años y cooperante en Costa Rica, destaca el valor del voluntariado

En una plaza de Tailandia.
En una playa de Tailandia.
S. E.

CUANDO tienes 22 años, te has graduado y has trabajado una temporada que te ha hecho ahorrar unos euros, hay jóvenes decididos y valientes que cogen la mochila y se van a conocer países, a descubrir lugares maravillosos, personas encantadoras, paisajes increíbles, se van a vivir, a disfrutar y a mostrar lo mejor de ellas al mundo, y no cabe duda de que el mundo les acoge con cariño porque allá afuera la gente es cordial, y aprenden por sí mismos de las nuevas culturas que les hace crecer como persona aún más.

Hoy hablamos con Nuria Martínez Yzuel, enfermera, emprendedora, valiente, una joven con 23 años que nunca se le pone nada por delante. “Tras graduarme en Enfermería y crear mis primeros ahorros al acabar mi primer contrato, me di cuenta de que había pasado la mayor parte de mi vida estudiando conocimientos teóricos, necesarios, pero sabía muy poco de mí y de lo que quería hacer a partir de entonces”, narra Nuria que muy pronto se percató de que en pleno siglo XXI tenía una gran arma en su poder, “contar con una plataforma muy poderosa como la que es internet: que puede ser muy negativa, pero a la vez muy positiva a la hora de encontrar oportunidades”.

Nuria en Costa Rica.
Nuria en Costa Rica.
S. E.

Así fue como cogió su mochila camino a Malta, “para mejorar mi inglés, formando parte de una familia como niñera. De este mismo modo tuve la posibilidad de volar a Tailandia y tras esta experiencia, empecé a viajar sola por el Sudeste asiático. No fue del todo fácil, pero todos los días fueron un aprendizaje para mí. Allí aprendí el valor del tiempo, la naturaleza, la vida más simple”, explica nuestra protagonista de este viaje de seis meses.

Y si el viaje fue maravilloso, la llegada a su casa, en Huesca le hizo sentir, “afortunadísima. Todo lo que anteriormente consideraba superfluo cobró un valor triple. El calor del hogar, los abrazos de mi familia, las calles limpias, la gastronomía e incluso sentirme en un hotel de seis estrellas en mi propia habitación. He crecido valorando mucho el trabajo de mis padres para crear mi familia, y sabía que tenía mucha suerte de todo lo que tenía, pero no era consciente de tal manera. Hemos normalizado todas las facilidades que nos rodean y con las que, desgraciadamente, no todo el mundo cuenta”, pero su cabeza ya estaba maquinando otra aventura, “que quería que fuera como cooperante, y empecé a contactar con una ONG en América Latina, una de las regiones más desiguales del planeta. A pesar de recibir pocas respuestas, una de ellas se interesó en mí y es por eso que hoy colaboro con ellos para mejorar la situación de los asentamientos populares en Costa Rica”.

La joven es enfermera.
La joven es enfermera.
S. E.

Y después de unos meses trabajando en la capital oscense, volvió a cargar su mochila, “como enfermera voluntaria, mi campo es muy amplio, he creado el botiquín de la ONG, he identificado las necesidades de la población y actualmente estoy desarrollando unas jornadas de promoción de la salud. Las comunidades han verbalizado su interés por temas como el dengue, las sustancias psicoactivas o la educación sexual”. Ha cruzado el charco, “con muchísimas ganas de aprender, descubrir y disfrutar, sabiendo que voy a echar de menos muchísimas personas y que mi segundo viaje sin fecha de vuelta, con mucha curiosidad en saber qué me espera en este país precioso y que estoy descubriendo poco a poco”, porque según nuestra aventurera solidaria, “siempre habrá un lugar que descubrir, una persona a la que agradecer, un refugio al que acudir, viajar me ha permitido aprender muchas cosas, pero sin duda me ha abierto algo más que la mente, muchas puertas a lugares que jamás pensé que existirían”. En Costa Rica, Nuria ha sido testigo de los primeros segundos de vida de cuarenta tortugas verdes, “en un pueblo Tortuguero, en la costa del caribe donde se protege la playa de anidación de tortugas verdes más importante del hemisferio occidental, que no dejan de ser una atracción turística, pero es un turismo muy controlado y guiado para no crear un impacto medioambiental, una vez más, gracias a la naturaleza por dejarme disfrutar de cosas tan bonitas ha sido mágico. Pura vida”, relata emocionada después de esta experiencia.

Para Nuria hacer un voluntariado internacional ético con una ONG es una experiencia única, “un paso muy importante que además de cambiar mi vida profesional, está impulsando mi crecimiento personal”, sin olvidar que contribuye de manera significativa a mejorar la vida de personas y comunidades vulnerables con su trabajo, a la par que se está sumergiendo en una cultura diferente que amplía su perspectiva y le hace desarrollar una comprensión más profunda de otras culturas y formas de vida. Toda una experiencia desafiante, pero también muy gratificante que Nuria nos va mostrando día a día a través de las redes sociales.