Ribagorza

RIBAGORZA - AGROALIMENTARIO

Manuel Fuster: “Siento pena de que se haya perdido el oficio, que no haya continuidad”

El último pastor de Campo, todavía conserva una docena de ovejas, pero “en plan capricho”

Manuel Fuster: “Siento pena de que se haya perdido el oficio, que no haya continuidad”
Manuel Fuster: “Siento pena de que se haya perdido el oficio, que no haya continuidad”
Á.H.

CAMPO.- Manuel Fuster, que lleva toda su vida en Campo, se considera el último vecino que fue pastor en la localidad, consciente de que en la aldea de Beleder (Belveder) que pertenece al municipio, reside la familia Costa que se dedica a este oficio con actividad amplia. Manuel tiene 73 años y saca una docena de ovejas a pastar por los exteriores del pueblo aunque lo hace "en plan de capricho, para entretenernos con el perro". En las parcelas de la urbanización Cerbín tiene su principal "comedero" y vía de escape cotidiano.

Agricultura y ganadería fueron los recursos principales en la familia de Manolo Fuster -de Casa Catalina-, que regentó una de las dos carnicerías del pueblo, atendida por su esposa hasta que se jubiló hace un año. "En diferentes momentos, tuvimos vacas de leche, de ordeño, durante 35 años y con Joaquín de Casa Mercedes fuimos los últimos hasta que las vendimos. Del ordeño diario se beneficiaron varias empresas, Paido, Cluzasa y El Castillo a quienes suministrábamos la leche. Joaquín vendió la cuadra para construir apartamentos y me quedé solo hasta que optamos por cerrar la cuadra donde conservo las instalaciones de ordeñar", explica.

Recuerda que "aquello no tenía salida porque nos quedamos anticuados, no era rentable y los hijos se dedicaron a otros oficios fuera de Campo". En cambio, él optó por comprar ovejas para venta directa en la carnicería y las tuvo durante 20 años con dedicación personal hasta la jubilación. "Toda la vida he sido agricultor y ganadero en Campo pero el pueblo ha cambiado mucho porque he conocido épocas de 700 vecinos y ahora vivimos poco más de 300 personas, y muchas son nuevas porque fijaron aquí la residencia por diferentes razones".

En este aspecto, dice que "han concentrado tanto los servicios que tenías que bajar a Graus para sacar guías y otros documentos necesarios". En cuanto a su oficio anterior reconoce que "es un poco duro salir a diario pero en Campo estábamos tres o cuatro casas que tenían pastor y nos llevábamos bien en el trabajo, en cambio de vacas había más".

Percepciones propias de quien se considera el último pastor de ovejas del pueblo: "Siento pena de que se haya terminado el oficio y que no haya continuidad. En este trabajo he sido libre y además en casa propia porque había mucha faena. Nunca he sido trabajador por cuenta ajena".

De la tarea diaria durante años ha pasado al "entretenimiento de dos horas sin salir del pueblo como hobby personal. En realidad sirve para limpiar las parcelas de la urbanización donde ya pastoreaba cuando eran tierras de siembra en secano porque no había riego".

Las claves para ser un pastor bueno son varias, "este oficio se lleva en la sangre porque si no te gusta las horas se hacían interminables. En cambio se te gusta pasas el día sin enterarte. El trato con el rebaño es esencial como tener un perro fiel que conoce a las ovejas, el manejo es importante. A veces, te daba reparos meter los corderos para llevarlos al matadero porque el pastor quiere a las ovejas".

En tantos años nunca sufrió los ataques del oso, habituales en la zona de Ribagorza. "No subía tan alto con el rebaño y el oso tampoco bajaba hasta la zona de pastos, pero reconozco que los ganaderos tienen un serio problema sin resolver". En cuanto a la "vocación" de pastores, opina que "es un oficio a extinguir y los que vienen de fuera tampoco manejan los rebaños como nosotros, mandar no es fácil. Un rebaño de 800 cabezas lo puede llevar una persona y el perro pero hay que conocer bien el oficio". Manolo lo aprendió pronto, con 16 años, ante el temor de que si estudiaban mucho no se quedarían en casa.