UN AÑO DE LA COVID
Ribagorza creó un pionero centro logístico y multiplicó sus ayudas por la covid
El perfil de los demandantes de Servicios Sociales ha cambiado
La crisis del coronavirus ha azotado con fuerza al Pirineo y al sector turístico, del que depende buena parte de la economía de Ribagorza. Paralelamente a la crisis sanitaria, frente a la que se actuó con celeridad y acierto para apoyar confinamientos y traslados con un pionero y temprano Centro Logístico, las ayudas urgentes gestionadas por la Comarca de la Ribagorza se incrementaron un 200 por cien el pasado año respecto a 2019 y, tras el primer trimestre de 2021, alcanzan ya casi un tercio de las del ejercicio anterior.
En el año 2019, se dieron 50 ayudas de urgencia; en el 2020, hubo 140 ayudas y, en lo que va de 2021 ya son 60 expedientes. La situación de desempleo en la zona alta, muy vinculada al turismo, ha generado muchas de ellas. “Son personas que no son habituales de los Servicios Sociales, es un perfil diferente al de otros años, personas que cuando se normalice la situación laboral, no necesitarán de nuestro apoyo”, explica la responsable de Servicios Sociales de la Comarca de la Ribagorza, María José Gil.
La covid-19 ha puesto a prueba el Área de Servicios Sociales de la Comarca de la Ribagorza, emblema del ente supramunicipal ribagorzano y pieza clave para estructurar la respuesta a la crisis para la que la comarca se preparaba ya, unos días antes de la declaración del estado de alarma. “Si fue un lunes, el jueves anterior empezamos a hacer el diseño de los distintos escenarios, así que tres días antes, ya estaba planificado qué hacer, sobre todo, con la ayuda a domicilio”, apunta Gil.
Poco después, se concibió el Centro Logístico para distribuir alimentos entre las personas confinadas o a quienes no podían llegar los servicios y articular traslados y emergencias, entre otras funciones como distribuir material de protección individual, en cuanto había disponibilidad. “En una reunión de los responsables de los servicios con el presidente y la gerente, se definió cuáles eran los trabajadores esenciales y se acordó designar trabajadores de otras áreas a cubrir la situación covid.
Se determinó así que Juventud o Deportes, se absorbían a logística. El primer centro logístico se abrió en Graus, pero vista la evolución de la crisis, poco después se abrió otro en Castejón de Sos”.
Esta medida respondió a la evolución sanitaria, ya que los primeros casos se registraron en la parte alta, con la zona sanitaria de Castejón de Sos como la más afectada, aunque pronto se extendió a la zona de salud de Graus, especialmente a Campo.
“Manteníamos una reunión cada mañana y definíamos la actuación en función de las condiciones. No había mascarillas ni guantes, íbamos dotando a los ayuntamientos con lo que teníamos, primero repartiendo nuestro propio stock de ayuda a domicilio -porque este servicio se redujo al mínimo- y luego con lo que nos empezó a llegar de DGA y DPH. Conforme a los casos en las zonas, se incorporaban o recortaban servicios”, explica Gil.
La ayuda a domicilio se cubría con seguimiento telefónico y varias auxiliares se mantenían en aislamiento domiciliario preventivo. “Cada una solo atendía a un positivo e iba de su casa al domicilio exclusivamente”, relata respecto a esos meses de tensión. El servicio de transporte adaptado también se limitó y los conductores se incorporaron a la logística de reparto de alimentos y desplazamientos urgentes de pacientes. La teleasistencia prosiguió con normalidad.
María José Gil destacó la importancia de la coordinación con las cuatro residencias ribagorzanas, con sede en Castejón de Sos, Campo, Graus y Benabarre, “con excelentes planes de contingencia”; pero también con ayuntamientos, centros de salud, DGA, Diputación Provincial de Huesca y fuerzas y cuerpos de Seguridad del Estado.
Pasado mayo, la situación varió, pero el servicio siguió con mucha presión. “Como servicios sociales, entramos al principio y no hemos salido. Colateralmente a la situación sanitaria, aparecían las carencias sociales, económicas y emocionales. Al principio, la gente tiraba de amigos y familiares, pero luego se multiplicó el número de solicitudes de prestaciones económicas”.
Igual que en cuanto a material, la comarca gestionó iniciativas solidarias como la elaboración de mascarillas caseras, también respecto a los alimentos, se distribuyó la ayuda de restaurantes que tuvieron y tenían género guardado, gracias también a la asociación Mos Achudem y al Ayuntamiento de Benasque.
“Hacíamos lotes y lo dábamos en función de la necesidad”, que ha ido al alza. María José Gil espera que la situación vaya mejora progresivamente, de forma paralela a la reapertura y el regreso a la actividad de los establecimientos y a la vacunación, concluida en residencias, trabajadores de emergencias y en marcha en mayores de 80 años.
En este sentido, aprovecha para lamentar que las trabajadoras sociales no se han incluido en los planes de vacunación y espera que se las contemple como se ha hecho recientemente con las auxiliares a domicilio.