Ribagorza

COLABORAN: LA DIPUTACIÓN PROVINCIAL DE HUESCA

Elena Vasileva: "El cuento del pueblo es muy bonito, pero encontrar trabajo es complicado y me lo he creado yo"

#CONTRALADESPOBLACIÓN

Javier Villanueva y Elena Vasileva, con sus hijas Leyre y Laia.
Javier Villanueva y Elena Vasileva, con sus hijas Leyre y Laia.
S.E.

Tras unas cuantas visitas de vacaciones al Pirineo, decidieron comprar una casa, dejar Barcelona y trasladarse a vivir a Villanova. Elena Vasileva y Javier Villanueva llevan asentados en su casa, apartada unos 700 metros del pueblo ribagorzana, desde 2008. Lo que Elena comenzó como una afición de cultivar su huerto, se ha convertido en un modo de vida. Para empezar, acudió a un curso de Asaja, organización de la que es socia, y aún sigue aprendiendo para continuar con su proyecto de invernaderos ecológicos.

Sus hijas Leyre y Laia, de 11 y 7 años, han nacido allí, y están contentos con la decisión que tomaron de trasladarse, pero no ha sido fácil. “Al principio el cuento del pueblo era muy bonito, pero lo más complicado es el trabajo. Nosotros pensamos en crear una casa de turismo rural, pero solo con un salario...”, comenta Vasileva, en alusión a que a ella le costó encontrar trabajo. “Aquí hay muchos trabajos temporales y es difícil encontrar algo estable”, indica. Por ello, aconseja que la gente que tenga su sueño de ir a vivir al medio rural, que primero busque trabajo.

“Compramos la casa en 2005, pero estaba en ruinas, y nosotros seguimos trabajando en Barcelona y los fines de semana íbamos a acondicionar la casa poco a poco hasta que mi marido encontró allí un trabajo y se traslado en 2007”, relata. Ella seguía trabajando de mozo de almacén en una gran empresa, que en 2008 se trasladó a Madrid y le ofrecieron continuar allí, pero fue el momento de irse a la Ribagorza. “Al principio muy bien, pero a mí me costó encontrar trabajo. Primero me tuve que sacar el carné de conducir, porque es un valle apartado, empecé a trabajar de niñera, en un camping... trabajo no me faltaba pero poco estable”, comenta.

Entonces, “como desde pequeña me gustaba plantar cosas con mi abuela, poco a poco me fui haciendo un huerto en mi parcela, y la gente me decía que se me daba muy bien y que lo tenía muy bonito”, indica esta búlgara, que llegó de vacaciones a Barcelona con 18 años y ya se quedó. Y por eso decidió hacer el curso en Asaja. Primero compró un invernadero de segunda mano de 600 metros cuadrados y allí fue aprendiendo y experimentando. Después, dio el salto a uno de 2.600 metros cuadrados, donde ahora recoge los últimos frutos del verano, cuando ha tenido tomates, pimientos rojos y verdes, berenjenas... Ahora ya piensa en poner acelgas, lechugas...

“Siempre me ha encantado este oficio por ver la planta, cómo nace, cómo crece... Aunque ya llevo cuatro años con el invernadero grande, aún ahora considero que todavía estoy aprendiendo”, apunta esta agricultora. “Estoy sacando un buen producto y mi marido se encarga de distribuirlo, pero ahora mismo está buscando trabajo porque como para vivir los dos de este proyecto, no es suficiente”, indica. Su marido, que es electricista y montador de techos de aluminio, trabajó unos años en una empresa de electricidad, pero ahora está en proceso de búsqueda. Por su parte, ella compagina el trabajo en el invernadero con una media jornada en la residencia de mayores de Campo. Por suerte, su horario le permite compatibilizar muy bien ambas ocupaciones.

Aunque hayan cumplido un sueño, insiste en transmitir las dificultades con respecto al trabajo y, en su caso, también se han encontrado con trabas administrativas para sacar adelante su proyecto. “Ya no pedimos que nos ayuden, sino que no nos pongan problemas”, expone. En torno a Villacarli cree que no hay muchas oportunidades laborales. En esta localidad ribagorzana explica que hay en torno a media docena de casas, aunque sí que hay más niños, un total de cinco, de los que sus hijas y otro más van a la escuela de La Puebla de Roda.

“Arrepentidos no estamos, pero no es tan fácil como cuando lo piensas en tu mente y es una fantasía. Primero, hay que buscar un trabajo antes y, sobre todo, una zona donde más o menos puedas encontrar trabajo, porque donde estamos si no lo monto yo y no pongo tanto empeño, sería muy complicada mi vida”, asegura.