Ribagorza

SANIDAD

Antonio Millán, de enfermero jubilado a “becario” para ayudar en la pandemia

Es el único en Huesca reincorporado a jornada completa, en el Centro de Salud de Graus

El turolense Antonio Millán lleva décadas afincado en Graus.
El turolense Antonio Millán lleva décadas afincado en Graus.
E.F.

“Si cien veces pudiera hacerlo, cien veces lo haría. Y si cien veces naciera, cien veces sería enfermero”, asegura Antonio Millán, quien ha retomado voluntariamente hace algunos días su trabajo en el Centro de Salud de Graus, eso sí, como “becario”, después de haberse jubilado en 2019. Millán ha sido el único enfermero de la provincia de Huesca reincorporado a jornada completa a su puesto respondiendo al llamamiento realizado por el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud para reforzar la atención ante la pandemia. “Estaré el tiempo que haga falta porque me siento en la obligación moral de ayudar a mis compañeros”, dice mientras insiste en pedir responsabilidad a la gente tanto en cuanto a la vacunación como en el trato al personal sanitario. “Pido comprensión y respeto para las personas de administración que atienden personal y telefónicamente y tienen que hacer el trabajo burocrático y también para el resto de compañeros”.

“Yo sé que están pasando un mal momento y si física y mentalmente estoy bien y puedo ayudar y puedo colaborar voy a hacerlo. Evidentemente, no puedo hacer lo que hacía antes por el riesgo que podría correr, pero puedo ayudar”, explica este enfermero tan entusiasta como vocacional que estaba esperando esta oportunidad. “El año pasado, hubo normativa para poder acceder, pero en ese caso solo cogieron a gente que vivía en Zaragoza capital y hacían de rastreadores. Pero ahora, a raíz de la falta de profesionales, tanto médicos como enfermeros, el Consejo Interterritorial tomó esta decisión”. En un momento en el que las bolsas de trabajo están vacías y hay escasez de médicos y muy pocos enfermeros, se propuso al Consejo de Ministros que accediera a autorizar a los jubilados a que regresaran a sus puestos de trabajo, “como si fuéramos becarios”, bromea Antonio Millán quien ha hecho siempre del humor y el buen talante una parte más de sus tratamientos.

Contento por volver, pese a que sea en estas circunstancias, lamenta que no haya podido hacerlo incluso antes. “Estoy encantado de la vida, pero nos tendrían que haber dicho de entrar hace un mes por el altísimo número de casos. Hubo días de más de 40 positivos aquí en Graus”, recuerda congratulándose de que, esta semana, los casos se hayan reducido a menos de la mitad.

“No sé cómo dan de sí mis compañeros porque llevamos dos años de pandemia y es un acúmulo. No hay sustitutos, especialmente para los médicos, y hay gente que hace cada semana dos o tres guardias”, relata, centrándose en cuáles son sus cometidos en esta reincorporación voluntaria y solidaria. “Me han destinado a la consulta que hacía anteriormente. Hay muchos pacientes que conozco de hace 37 años. Estoy viendo a los crónicos y también pongo las vacunas con mis compañeros. Sigo, como siempre, el principio de hacer las cosas lo mejor que he podido. Si me he equivocado ha sido de forma inconsciente porque a veces tomas decisiones acertadas y otras menos”.

Entre sus labores, sin embargo, no se incluye la realización de pruebas PCR. “No hago porque es de más riesgo, para evitar contagios, aunque vamos hiper protegidos”. Lo que sí hace, directamente relacionado con la pandemia, es apoyar en el trabajo burocrático, en concreto, registrando las altas de los casos covid que después se reflejan en el portal de transparencia.

El número de positivos se está reduciendo sustancialmente en la zona pero, a nivel global, Antonio Millán no ve próximo el final de la pandemia y lo condiciona a la vacunación. “Mientras no esté vacunado el 90 por ciento de la población mundial no se va a solucionar”, consideró. Hablando de las inoculaciones, el enfermero turolense, afincado en Graus desde hace décadas, pidió a la gente responsabilidad. “Hay gente que está apuntada para vacunarse y no viene. Se entiende que hay gente que se ha infectado y no se la puede poner, pero en el resto de los casos hay que recordar que la vida media de una vacuna de éstas es de 4 ó 5 horas. “Cuesta poco avisar y evitar perder el dinero de todos”, pidió apelando a cuestiones de economía, responsabilidad y solidaridad.

“Estamos hablando de la tercera dosis. Si no lleváramos vacuna, la mortalidad sería tremenda y la variante Ómicron sería letal”, dijo aludiendo a las características de este mundo global en el que las pandemias van más rápidas que nunca. “Yo acabé en el 75 y aún puse alguna vacuna de viruela, pero desapareció porque todo el mundo estaba vacunado. De la polio, he visto un par de casos, es gravísima, pero todo el mundo se vacunó. Los antivacunas están protegidos porque el resto de la población está vacunada, así que la primera recomendación es vacunarse y, la segunda, que quien se cite, vaya, para no tirar la vacuna”.

Muchos cambios

Tras dos años jubilado, Antonio Millán ha encontrado un panorama muy distinto en el Centro de Salud de Graus. “Marché sin problemas en junio de 2019 y, a finales de ese año, apareció el virus, que por eso se llama covid-19. Fue un tsunami. La anterior referencia nos lleva a la mal llamada gripe española, que se llamó así porque los periodistas de aquí dieron mucho bombo y muchos datos de muertos y enfermos, pero se dio en todo el mundo. Es una situación tan tremenda que comparo a un tsunami porque no sabes por dónde te viene y lo inunda todo. Los centros de salud están dotados y destinados a atención primaria, de crónicos, y de golpe, mucha gente infectada y sin vacunas ni tratamiento con el problema añadido de la burocracia”, explica.

En este sentido, alude a la dificultad de compaginar las citas presenciales y telefónicas que, a su juicio, puede ir en detrimento de patologías como las oncológicas y al esfuerzo que supone para los profesiones. “Se va a resentir todo. Y luego los profesionales. Cuando me fui, nos quejábamos de escasez de material. Ahora, no hay escasez de material y cuando pides lo que sea, te lo mandan, pero me cuentan que cuando empezaron fue terrible. Habría que hacer un monumento a mis compañeros, empezando por las administrativas de la puerta para quienes pido comprensión y respeto. Son personas excepcionales. Querría aclarar que si no contestan al teléfono es porque está ocupado, pero no suena la señal de comunicar porque está conectado a un contestador. También pediría que, si bien para la gente mayor es difícil, quienes manejan las nuevas tecnologías que hagan los trámites que se puedan hacer por la app y hagan un uso necesario del centro de salud. Siempre con respeto y consideración porque mis compañeros lo hacen con toda la buena fe, son comprometidos y tienen voluntad y humanidad”.