Ribagorza

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Cuando la experiencia turística es salir en busca de trufas en Bellestar

Casa ‘El Francés’ fue pionera, hace tres años, en ofrecer esta actividad y su propietaria, Teresa Salamero, expone en qué consiste el “Trufiturismo”

La experiencia incluye ver cómo los perros localizan las trufas, que luego se extraen de la tierra.
La experiencia incluye ver cómo los perros localizan las trufas, que luego se extraen de la tierra.
S.E.

Además de un manjar rodeado de misterio y escondido bajo tierra que, con su aroma, convierte en exquisitos los alimentos más humildes, la trufa, el “oro negro” ribagorzano es, desde hace algún tiempo, también “una experiencia turística”. Casa ‘El Francés’, en el núcleo grausino de Bellestar, fue la pionera en ofertar esta experiencia hace tres temporadas y ahora, bautizada como “Trufiturismo”, llama la atención del sector que sigue el ejemplo de Teresa Salamero y Joaquín Nadal, quienes se han apoyado para llevarla a cabo en el experto “cazador” de trufas José Vicente Girón, expresidente de la Asociación de Recolectores y Cultivadores de Trufa de Aragón, con sede en Graus.

Teresa Salamero, junto con María Lahuerta, del citado colectivo y que se centrará en la sesión en el Mercado de la Trufa en Fresco de Graus que completa la oferta de trufiturismo de Casa ‘El Francés’, participan este miércoles en Zaragoza en una jornada organizada por la Academia Aragonesa de Gastronomía en el marco del ciclo “Turismo gastronómico en Aragón”.

Teresa Salamero y Joaquín Nadal.
Teresa Salamero y Joaquín Nadal.
E.F.

“Este será el cuarto año que lo ofrecemos y la respuesta es buenísima. Tenemos lista de espera porque los grupos no pueden ser demasiado numerosos”, explica Tere sobre esta experiencia, a medio camino entre el turismo y la gastronomía abierta a los huéspedes de su establecimiento y a todos los interesados, eso sí, siempre con cita previa.

La propuesta de “Trufiturismo” iniciada en Bellestar está pensada para durar un par de horas, “aunque siempre rondamos las tres horas”, se sonríe la anfitriona, halagada por el interés. “Quedamos en la puerta de casa algo antes de mediodía. Les explico lo que vamos a hacer brevemente y empezamos”. El grupo, que suele ser variado porque la propuesta es apta para todos los públicos, solo tiene un tramo de cierta dificultad que, en casos extremos, puede salvarse por una pista. “Hemos limpiado el antiguo camino desde casa al barranco y hay que bajarlo para llegar donde está nuestra plantación”. La plantación de ‘El Francés’, de una hectárea y con una treintena de encinas, cuenta con vallado y riego. “Tiene unos 15 años y surgió por casualidad en un trozo de campo donde nos sobraba terreno. Íbamos a algún mercado y comprábamos una planta. Plantaba alguien y le sobraban dos y las poníamos. Nos hacía ilusión”, recuerda Tere.

Cuando llegan a la plantación, los participantes han salvado el hielo del barranco, han visto huellas de jabalí y zorro y han aprendido a distinguir entre carrascas y olivos.

José Vicente, “que no tiene parangón”, les explica entonces los utensilios de su saco y para qué sirven, antes de sacar a los perros. “Nos pide mantener la distancia y los llama para empezar a trabajar. Es alucinante ver lo listos que son, cómo obedecen y cómo encuentran las trufas. Cuando localizan algún ejemplar, pide la participación y siempre hay voluntarios para ayudarle a sacar la trufa de la tierra”, relata.

El grupo regresa tras la “caza” a Casa ‘El Francés’, donde sigue la experiencia con la degustación de un par de tapas con un vino del Somontano. “La trufa nos gusta con las cosas sencillas, el huevo, el puré de patata, el queso”, explica Tere, ensalzando el aroma de un producto que convierte en exquisitos los alimentos más humildes. “La experiencia es siempre en sábado porque, después de que coman en algún restaurante de Graus un menú con trufa, concluye en el Mercado semanal de la Trufa en Fresco para que puedan comprar para llevarse”, comenta Tere.