QUIÉN SOY
Paula Arranz: "Empecé a bailar, en París, con 5 o 6 años. Desde entonces, ya no he parado"
Ha vuelto a Castejón de Sos para instalarse y comenzar un proyecto vital y profesional en torno a su “pasión”, la danza

Sus raíces familiares y artísticas han dibujado la trayectoria de la profesora de danza Paula Arranz. Aunque nació en Jaca, ya que su familia vivía entonces en Sabiñánigo, el pueblo de su padre -el reconocido artista Santiago Arranz-, los momentos más entrañables de su infancia no la llevan allí, ni a París, donde creció, ni a Zaragoza, sino a Castejón de Sos. “Es el pueblo de mi madre y era el de mis abuelos y he tenido un cariño especial”.
Al correr de los años, Paula Arranz ha recuperado sus paisajes infantiles volviendo a la localidad ribagorzana para instalarse y comenzar un proyecto vital y profesional en torno a su “pasión”, la danza. “Venir a Castejón de Sos, el pueblo de mi madre, era lo que más ilusión me hacía. He venido aquí desde pequeña y lo recuerdo con mucho cariño, con mucha ilusión. La vida rural, irme por aquí con la bicicleta, la libertad que te da vivir en un pueblo”, recuerda nostálgica antes de repasar sus primeros e intensos años de vida. “Nací en Jaca porque mi padre es de Sabiñánigo y era el hospital más cercano. Nos fuimos a París cuando yo tenía 2 ó 3 años y allí empecé a bailar, en París, con 5 ó 6 años. Desde entonces, ya no he parado”, resume remontándose a esos primeros contactos con la pasión que ha marcado su vida.
La familia Arranz residió en la capital francesa hasta que Paula tuvo 9 años, una etapa que recuerda con ternura. “Era una niña tranquila, tímida y obediente. Era buena, muy formal”. Al ser tan pequeña cuando llegó a la capital francesa, aprendió el idioma “casi a la vez que el español. Me costó la vuelta porque era diferente. Entonces, en Francia, había mucha inmigración. Yo tenía muchas amigas africanas, chinas, japonesas y me costó al volver, porque aquí aún era un poco raro en aquel entonces. Cuando volvimos de París, fuimos a Zaragoza y estuve allí hasta los 11 años”.
Con su hermano muy pequeño y la adaptación a España, la danza en Zaragoza pasó a un segundo plano. “Volvimos a Sabiñánigo, donde estuve hasta los 17 años, y entré en contacto con la danza en serio. Estuve con Susana Ara y descubrí que era mi pasión. Recuerdo esos años duros, porque Susana siempre ha sido muy exigente, pero muy bonitos. Hacíamos intensivo 3 días a la semana y empezamos con concursos a nivel nacional. Allí tuve claro que quería dedicarme a algo relacionado con la danza”.
Cursó Bachillerato artístico en Zaragoza y completó el ballet con otros estilos como contemporáneo, flamenco o danzas urbanas. Estudió Historia del Arte, “como mi padre”, en la Universidad de Zaragoza. “Tenía la espinita de bailar”, pero su desgaste de cartílagos la condujo a la parte terapéutica.
Tras el Máster de Danza movimiento terapia en la Universidad Autónoma de Barcelona y especializarse en pedagogía de la danza, pasó por Zaragoza antes de instalarse en Castejón. “Llevo 10 años dando clases en la Escuela de Música y Danza de la Ball”, explica Paula, mientras en 2017, abrió su estudio de danza, donde imparte pilates y yoga.