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Las fiestas del fuego se viven con intensidad

Las fallas del Pirineo fueron declaradas Patrimonio Inmaterial de la Humanidad en el año 2015

Las fiestas del fuego se viven con intensidad
Las fiestas del fuego se viven con intensidad
DPH

LAS FIESTAS del fuego del solsticio de verano que se celebran en Aragón, Cataluña, Andorra y el sur de Francia han iluminado el Pirineo en los últimos días durante la noche más mágica del año. La declaración de estas "fallas" pirenaicas como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por parte de la Unesco en 2015 las ha popularizado y puesto en valor, por lo cuenta con cada vez más seguidores y visitantes. De las más de 60 poblaciones que festejan con el fuego la festividad de San Juan, algo más de la mitad se encuentran en el sur de Francia, si bien hay tres andorranas y 26 españolas, en concreto 17 catalanas y una decena aragonesas ubicadas en los Valles de Chistau, Benasque, Isábena, Baliera o Noguera Ribagorzana como San Juan de Plan, Sahún, Montanuy, Laspaúles o Bonansa.

La cordillera pirenaica se compone de decenas de valles aislados entre sí por las condiciones orográficas y las difíciles comunicaciones. Sin embargo, sorprende el gran número de poblaciones alejadas entre sí que comparten este ritual común entorno al fuego y a esta fecha mágica del solsticio de verano. Cada una de ellas, eso sí, presenta sus peculiaridades tanto en cuanto a la construcción de las fallas, diferentes en su tipología y materiales, como en las bajadas desde la cima de las montañas o "faros".

Pese a la variedad que presentan, las fiestas del fuego del Pirineo se han mantenido gracias a la transmisión oral de generación en generación convirtiéndose en una arraigada tradición, originariamente pagana, aunque después cristianizada y que, actualmente, se ha convertido en un elemento socializador de una comunidad, la pirenaica, orgullosa de sus orígenes, como quedó patente en la unidad de todos los pueblos "fallaires" para reivindicar la declaración de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad ante la Unesco.

El "faro" o "foro" como se conoce en el Valle de Benasque, se enciende por parte de los "fallaires" en la cima de un tozal próximo al pueblo donde se encienden las fallas la noche de San Juan en la mayoría de las poblaciones como Sahún o Montanuy o en fechas próximas a esta festividad como en Bonansa. Desde allí, las fallas se bajan caminando o corriendo, dependiendo de las poblaciones, hasta los cascos urbanos.

Sin embargo, pese a la raíz común, merece la pena detenerse en las particularidades de las fiestas del fuego más destacadas del Alto Aragón, localizadas en Sobrarbe y Ribagorza.

En San Juan de Plan, en el Valle de Chistau, se corren las fallas la víspera de San Juan, "el Diya de la Falleta". Es, junto con Sahún, uno de los pocos donde las "fallas" han ardido siempre. En San Juan, la falla es una tea de medio metro hendida por el extremo grueso y mínimamente tachonada de teas más pequeñas. Buena parte del pueblo participa en esta tradición, salvo los más mayores. Desde la Planeta de la Falla, bajan andando hasta el puente sobre el Cinqueta, donde comienzan las carreras de fuego, organizadas por edades y sexos y con premios para las diferentes categorías.

En el Valle de Benasque y el Solano los faros se llaman "foros" y aunque se ha perdido en la mayoría de localidades como Arasán, Bisaurri, Castejón de Sos o Eresué, entre otros, se conserva como emblema la fiesta del fuego de Sahún, que es una de las más representativas y vistosas de todo el Pirineo.

En Sahún, donde las "fallas" no se han perdido nunca, la fiesta se celebra la víspera de San Juan. Se trata de fallas elaboradas con corteza de abedul puesta en la hendidura de un palo de avellano. Se encienten en una fareta de la plaza de la iglesia y se van directos calle abajo hacia el aparcamiento del barranco al norte del pueblo, donde las hacen girar ante la sorpresa y el estupor de los visitantes y la emoción del resto de vecinos. Los mayores van más arriba, pasando el puente del barranco para regresar al mismo punto y proseguir con el volteo. Las "fallas" de Sahún dibujan círculos perfectos en medio del silencio de los asistentes y gracias a las manos expertas, tan fuertes como delicadas, de los "fallaires".

En el Isábena se corrían en Alíns o Espés, donde se interrumpieron en los años 70. Ahora siguen ardiendo en puntos como Laspaúles que el pasado año recuperó su faro antiguo y donde, tras la bajada en la que participan muchos niños, se comparte una cena popular en la plaza del pueblo.

En el valle del Noguera Ribagorzana, se han perdido algunas de estas fiestas como la de Fonchanina, pero se mantienen otras como la de Aneto. En este núcleo del municipio de Montanuy, se corren las fallas coincidiendo con la fiesta mayor, que se celebra el primer sábado de julio. Aneto, cuyas fallas son un fajo d teas atadas a un mango de avellano, vio interrumpidas sus fallas en los años 60 aunque las retomó con fuerza en 2005.

Bonansa, en el Valle de Baliera, corre sus fallas el sábado más próximo a San Juan. Aquí también se interrumpieron en los 60 aunque se retomaron poco después, en torno a 1975, para ser recuperadas definitivamente en 2007. La falla de Bonansa es de astillas de pino rojo, con un mando de pino rojo joven y de menos de dos metros de longitud en total. Actualmente, los "fallaires" hacen el faro y bajan desde la ermita de San Aventín, salvando un desnivel de 50 metros y una distancia de menos de un kilómetro hasta el pueblo. La bajada al pueblo es caminando, si bien se corre por las calles pasando en dos ocasiones por la plaza Mayor, donde luego se tiran las fallas a la hoguera.

En el mismo Valle de Baliera, los vecinos de Castanesa corren las fallas el primer viernes de julio coincidiendo con la fiesta mayor. Interrumpidas entre 1960 y 2008, las fallas de Castanesa son un haz de madera de reciclaje o de teas al cabo de un mango más bien largo. El faro se sitúa a unos 1600 metros al sur del pueblo, junto al cual cenan previamente. Como en Bonansa, una vez en el pueblo, se corre pasando dos veces por la plaza.

En el Valle de Barrabés, destacan las fallas de Montanuy, donde se corren la víspera de San Juan. Sin interrupción conocida, como Sahún, se trata de fallas de astillas de pino rojo o madera vieja. con mango de avellano de unos dos metros. De memoria oral, todavía saben hacer la falla sin hierro. Actualmente hacen el faro y bajan desde la cámara de aguas de la central hidroeléctrica. Encienden después de haber cenado en el pueblo y bajan por el camino viejo. También corren un par de vueltas por el pueblo antes de tirar las fallas a la hoguera en este ritual que pretende tanto purificar como desear buenos auguarios para el nuevo ciclo.