Sobrarbe

SOBRARBE - NAVATAS

Los navateros viven este año un descenso solo de recuerdos

La crisis sanitaria les restringe a un homenaje discreto y a las redes sociales

Los navateros viven este año un descenso solo de recuerdos
Los navateros viven este año un descenso solo de recuerdos
S.E.

HUESCA.- Los miembros de la Asociación de Nabateros del Sobrarbe, al igual que sus colegas de la Galliguera y el Valle de Hecho en las semanas anteriores, se van a quedar este año en dique seco. La pandemia les ha obligado a suspender su descenso anual de navatas por el Cinca, programado para este domingo, por primera vez en 36 años, desde que recuperaron en forma de tradición este oficio que se desarrolló en varios ríos pirenaicos. No obstante, los navateros sobrarbenses están llevando a cabo entre el sábado y el domingo una discreta celebración con ofrendas florales en los monumentos en honor de sus predecesores en Puyarruego y Laspuña, y compartirán fotos, experiencias y anécdotas a través de las redes sociales.

Si a mediados del siglo pasado fue la competencia de las carreteras la que orilló este oficio milenario, consistente en formar almadías, una especia de balsas, atando troncos para bajarlos por el río hasta el Ebro para su comercialización, esta vez ha sido un virus el que ha interrumpido su descenso anual.

"Nos fastidia porque lo nuestro gira todo en torno a lo que es el descenso y ahora estamos un poco inermes por no poder juntarte 30 personas que estábamos normalmente", explica el presidente de la asociación, Félix Buil.

Aunque el descenso en sí, por el tramo de unos 11 kilómetros del Cinca entre Laspuña y Aínsa, es la razón de ser de esta asociación, sus integrantes también echarán de menos los preparativos, que consistían en poner el sábado las navatas en el río y terminar de montarlas una vez en el agua, así como la comida que precedía a la actividad.

"Con la gente que nos juntamos es un ambiente muy agradable: estar en el río, comer debajo del puente. Ese ambiente no se puede pagar", asegura Paco Castillo, uno de los veteranos de la asociación. Tan veterano que este año había decidido colgar las albarcas y dejar el paso a las nuevas generaciones de navateros después de 26 descensos. "Me había comprometido a no bajar en la navata, pero en los trabajos de cortar la sarga he estado y pienso seguir haciéndolo porque el ambiente de grupo que hay ahí es muy bonito y eso no me lo pierdo", asegura.

Esta vez tendrá que conformarse con compartir por las redes sociales fotos, anécdotas, como aquella vez que tuvieron que sacar del agua agarrándolo del chaleco a un director general que habían embarcado en la navata. O cuando un año tuvieron que aplazar el descenso una semana por una riada, con lo que se resecaron las ataduras y al ir bajando por el río se fueron desatando y desintegrando las navatas. Ahí descubrió que algunos de sus compañeros de travesías no sabían nadar, con lo que terminaron el descenso agarrados a algún tronco.

"Durante casi todo este periodo de confinamiento hemos ido poniendo fotos viejas y contando anécdotas. Todos los años pasa algo y nos reímos y nos atacamos unos a otros para pasarlo bien", cuenta Castillo.

La cancelación de este año también ha sido un fiasco para Mario Pallaruelo, vecino de Puyarruego y nieto de navatero, que escuchó hablar de navatas en su casa durante toda su infancia. Antaño, señala, casi todas las casas de su pueblo se dedicaban a ese oficio y su familia "se dedicó toda a la madera, tanto al trabajo en el monte de cortar, arrastrar y sacar como a montar las navatas y bajar la madera por el río".

"Yo desde crío iba a ver las navatas. Era un acontecimiento para mí, siempre iba a verla y desde crío quería bajar", recuerda. Empezó a hacerlo hace unos siete años y desde entonces es una cita que trata de no perderse "por nada del mundo". "Sigue siendo muy especial para mí, muy emocionante. Te cuesta incluso hasta dormir esa semana de antes porque estás nervioso y con ganas de verte ya metido dentro del agua", relata.

Este año no sentirá ese hormigueo en el estómago, ni ha habrá comida, ni foto con todos los navateros vestidos a la antigua usanza, ni hubo cena y verbena en Laspuña en la víspera.

La navatasaguardarán al año que viene en el almacén y, además de las ofrendas florales, la asociación llevará a la residencia para personas mayores de Aínsa un postre de brazo de gitano en forma de navatas.

"Esta es una situación que a nadie nos gusta pero no vamos a contribuir a que esto (la pandemia) se relance de nuevo", lamenta Félix Buil. "Lo único que podemos garantizar es un emotivo recuerdo".