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Trinidad Grasa Orús: "Siempre he trabajado en grupo, en solitario no tengo ningún mérito"

Esta vecina de Sobrarbe fue maestra en Pueyo de Aragüás y Arro, estuvo casi 25 años en el Instituto de Aínsa y dirigió la Residencia de Mayores La Solana desde 1991 hasta 2003

Trinidad Grasa Orús: "Siempre he trabajado en grupo, en solitario no tengo ningún mérito"
Trinidad Grasa Orús: "Siempre he trabajado en grupo, en solitario no tengo ningún mérito"
F.T.G.

HUESCA.- Hasta los doce años que fue interna a Santa Rosa, en Huesca, Trinidad Grasa Orús vivió en Olsón, donde nació el 12 de junio de 1938, una etapa feliz en una casa de labradores "con cuatro hermanos mayores por delante, que es una garantía de tranquilidad, de afecto, de todo. Yo vivía allí en una burbuja de mimos y bienestar". Y la experiencia en la escuela local también fue "muy bonita", aunque "el problema para mí era que la maestra estaba de pensión en casa y la vigilancia era constante y me tenía que exiliar en casa de alguna amiga. Era una mujer encantadora y a la que después estás tremendamente agradecida, pero para mí era mucha presión tenerla todo el día alrededor".

Siguiendo la recomendación de la maestra, Trinidad Grasa hizo su primer viaje a Huesca en 1950, para realizar el examen de ingreso en el Instituto Ramón y Cajal y en los siete años siguientes superó el Bachiller e hizo Magisterio en La Normal, estando todo este periodo en el internado de Santa Rosa, lo que "fue duro". Su primera salida de la burbuja familiar coincidió con "un hábito que había en los colegios: hacer todas las burlas habidas y por haber a las que entraban nuevas, y superar aquellas pruebas fue muy duro. En aquel momento, desde tu perspectiva, todo era duro, pero no era nada humillante; estaba supervisado y autorizado por monjas".

Y de la capital provincial, en 1958, a Pueyo de Aragüás, su primera experiencia como docente. "Tenía una clase que no llegaba a diez alumnos y estuve muy a gusto y guardo buena relación con la gente". Dos cursos y luego a Arro, "donde en 1961 termina mi etapa de Magisterio, porque me casé, me dediqué a mi familia y terminó el Magisterio itinerante".

En 1966 le ofrecieron trabajo en el Instituto de Aínsa, "donde había una clase preparatoria de ingreso y la llevé yo". Con el paso de los años, los planes de enseñanza fueron variando, "se suprimió la clase de ingreso y pasé a dar manualidades, Formación del Espíritu Nacional..., las llamadas "marías"". Hasta 1980, "que tomé el relevo de Aurelio Ricou en la gestión del internado del Instituto. Fue una etapa muy bonita porque hubo mucha relación con los chicos y con las chicas, con las familias, con los pueblos... Era atender los estudios, atender su vida fuera de las horas lectivas y hubo una bonita relación con gente de toda la comarca".

En 1991, "me dieron la responsabilidad de hacerme cargo de la Residencia de Mayores La Solana, de Aínsa. Fue algo que cuando me hicieron la propuesta me asustó mucho, que era abrir un centro nuevo y ofrecer a las personas que dejaran su casa y venirse a la residencia. Fue una época bonita porque hubo muy buena respuesta, era tan necesario abrir la Residencia que todo el mundo dio su apoyo y de rebote yo me vi muy apoyada tanto por instituciones como por amigos y por todos. Pero la verdad es que al principio me vi muy agobiada por la responsabilidad que suponía, porque era un tema que yo no lo había trabajado, pero se puso en marcha y fue una etapa muy gratificante". En estos buenos resultados influyó que "entonces no había servicio de ayuda a domicilio y a la residencia vino mucha gente que estaba bien y con la que podías contar para hacer actividades. Luego, con la ayuda a domicilio, mucha gente se quedó en su casa y a la residencia fue llegando gente más deteriorada a todos los niveles, la mayor parte más dependientes". En la Residencia hasta la jubilación en el 2003.

Trinidad Grasa recibió en febrero pasado la Cruz de Sobrarbe, con la que se reconocía el altruismo de una mujer que ha colaborado con muchas entidades sociales, entre ellas Cáritas, a la que ahora dedica más tiempo "como parte de un grupo; yo siempre he trabajado en grupo, siempre he estado arropada por gente, en solitario no tengo ningún mérito". "Estoy en lo que puedo, pero sin un compromiso directo de decir esto depende de mí. Si me llaman y puedo echar una mano, voy a cualquier hora, pero de una responsabilidad directa, ya no, que los años no perdonan y eso que no me puedo quejar de salud. Y hay gente joven, que son las que se tienen que mover y actuar".

¿Algo que le hubiera gustado hacer y no hizo? "Alguna vez me arrepiento del carné de conducir, pero muy pocas. Mi marido era taxista y siempre has tenido esos miedos de la carretera. Para trabajar no lo he necesitado y, en definitiva, nunca me ha gustado conducir".

Ha salido mucho al monte, este año menos, que "todos estamos amenazados por la covid". Opina que "en una línea normal y lógica, eliminado el virus, Sobrarbe tiene mucho futuro. La gente de la ciudad está valorando lo bien que se puede vivir aquí, y si el virus nos deja en paz se abre una buena perspectiva. Pero -añade- mientras el virus dé mal puede ser grave y está claro que dejará huella en todo", como en "hacer todo mediante ordenador, es algo que me desborda".