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Sergio Felices, ganadero de Buesa: “La ganadería extensiva mantiene la vida en los pueblos”

El joven defiende la preservación de esta actividad

Sergio Felices con una vaca de raza Parda de Montaña, en la reciente Feria Ganadera de Broto.
Sergio Felices con una vaca de raza Parda de Montaña, en la reciente Feria Ganadera de Broto.
S.E.

Sergio Felices ha crecido conociendo el pastoreo de vacas y ovejas en el valle de Broto, y este vecino de Buesa decidió hace tres años dedicar su vida a la actividad de ganadería en extensivo junto a su padre y su hermano, con 120 vacas, en su mayor parte de Parda de Montaña, y 500 ovejas, estas últimas de cruce entre diferentes razas.

Una actividad en la que este joven ha querido involucrarse al ver la dedicación de su padre al ganado. “Tuve claro dedicarme a la ganadería de toda la vida y a los 16 años o 17 años hice los papeles para incorporarme a la actividad”, indica este joven ganadero. “Es algo que me ha gustado siempre y he querido hacerlo”, reitera este ganadero del valle de Broto, de 22 años.

Un momento del pastoreo del rebaño de ovino por el valle de Broto.
Un momento del pastoreo del rebaño de ovino por el valle de Broto.
S.E.

Felices realiza la trashumancia en función de la época del año. “Los animales están en las montañas más altas en verano y hay que ir a vigilarlos varios días a la semana, y en esta época lo que más se hace es recoger la hierba de los campos para alimentar a los animales en invierno”.

En otoño, las reses son conducidas a montañas más bajas y la semana pasada se inició la labor de recogida de animales en las parideras. Para diciembre, está prevista la recogida de todos los animales que quedan en los prados, que permanecerán en los establos entre enero y marzo, cuando no se pueden alimentar en el exterior por el frío y la nieve.

De cara a la primavera, los animales se sueltan en las praderas próximas y conforme aumentan las temperaturas el pastoreo los dirige hasta los 2.000 metros .

El pastoreo en extensivo se realiza cada año en un montaña distinta del valle de Broto. Se va rotando, de modo que a cada pueblo le toca cada año una serie de montañas en pastos completamente libres para la ganadería.

En cuanto a la calidad de los pastos, el ganadero de Buesa, perteneciente al municipio de Broto, explica que “están siendo muy buenos gracias a las lluvias abundantes de verano y de este otoño”.

No obstante, reconoce que la mayor preocupación para los ganaderos del valle “es la posibilidad de que lleguen los lobos y osos a las montañas más altas, que son muy escarpadas y con depredadores no podrían estar”.

Si bien no se ha registrado a estos depredadores en el valle de Broto, su presencia en zonas colindantes en Aragón y Francia inquieta a los ganaderos . “Si en algún momento no pudiera dedicarme a esta actividad sería por esto”, explica Sergio Felices en referencia a la incompatibilidad de la ganadería extensiva con el oso y el lobo.

Por otro lado, defiende la ganadería extensiva como la “única forma de vida y el mantenimiento del paisaje y las montañas”.

Respecto al modo de valorar la actividad respecto a otros países, el ganadero de Buesa destaca que en Francia “está muy valorada y en España es más desconocida”. Considera que la sociedad “no es consciente de las consecuencias si no existiera la ganadería extensiva”, en referencia a cómo limpia los montes y evita incendios.

“La ganadería extensiva es necesaria, es ecológica y es una actividad que se ha hecho toda la vida”, describe Sergio Felices, quien también defiende la continuidad de esta actividad “para mantener la ganadería, la gente y asentar población” en el medio rural.

En el caso del valle de Broto, añade el ganadero de Buesa, “hay relevo generacional porque hay bastante gente joven que ha apostado por esta profesión y quiere hacerlo”, una situación que difiere a la de otras zonas.