Bárcabo se agarra a su carrasca milenaria para luchar contra la despoblación

En Bárcabo sólo tres niños van a colegio. Y porque, de momento, sigue abierto. Pero “cuando sean más grandetes tendrán que irse”, comenta María Jesús Arasanz, presidenta de la Asociación “Amigos de la Carrasca de Lecina y del Municipio”.

Estos niños son el último resquicio de relevo generacional en un territorio que empezó su agonía en los años 30 del siglo pasado; las cifras de la oscuridad de un territorio que muere a la sombra de su carrasca. Un árbol milenario que promete vivir más que los pueblos a los que vio nacer. "Estamos languideciendo”, se apena María Jesús.

El año pasado, su afamada carrasca atrajo a “unos 14.000 visitantes”, que dejaban ecos en otro idioma en el silencio de sus calles. Y en esta línea, la presidenta reclama que se realicen trabajos de protección del árbol y de acondicionamiento en su entorno porque “hay mucha dejadez”, y apunta que, la carrasca -aunque importante- solo es “otro medio de atracción”.

Y es que los vecinos no renuncian a que un rayo de luz se cuele entre las hojas y la carrera a contrarreloj frente al olvido cambie de torna porque son “un territorio que tiene potencial” y reivindican la necesidad de tener servicios en sus pueblos porque su “total ausencia” es un lastre para mejorar la aportación turística, un complemento económico para algunas familias.

“Hay que hacer algo para que este territorio resucite”, indica la presidenta y señala a unas instituciones que sienten que les han “abandonado”. A ellas les instan a revisar sus prpuestas y a promover el sector agro-ganadero. La ganadería es un gremio muy castigado ya que “es difícil encontrar a gente que trabaje en el campo. Encontrar a un pastor es casi imposible”.

Una de las muchas propuestas emitidas por la Asociación es la creación de una comunidad energética verde en su territorio.