Sobrarbe

La Morisma vuelve a llenar Aínsa en una noche de emoción y sorpresas

La representación albergó la aparición de un dragón, ensalzando los símbolos de Aragón junto a la mítica cruz sobre la carrasca

Un momento de la representación la noche de este sábado en Aínsa.
Un momento de la representación la noche de este sábado en Aínsa.
Ayuntamiento de Aínsa

CUENTA el rey cristiano que se dice que la lluvia siempre ha respetado la Morisma de Aínsa. Y no ha fallado. Nada ha podido apagar la aparición de la cruz de fuego sobre la carrasca para ayudar a la victoria entre los aplausos de cerca de 1.000 espectadores que han llenado la plaza porticada de la villa medieval. Su luz ha iluminado los rostros de los ainsetanos que han recuperado, tras el parón de la pandemia, esta representación bienal, celebrada por última vez en 2018, sobre la conquista de Aínsa en el 724.

En esta cuarta edición nocturna, “hemos querido hacer un guiño al recordatorio del 50 aniversario de la recuperación de la representación en la etapa moderna. De ahí que surja una nueva figura, la del dragón, que es muy medieval y muy vinculada con los reyes, aunque no tenga que ver con la Morisma. Quisimos incorporarlo para que saliera en un momento álgido, como es la batalla, en contra del horror a las guerras, que saca lo peor del ser humano; y para reflejar esa persistencia del pueblo de Aínsa de recuperar la representación y mantenerla”, comentaba la presidenta de la Asociación Cultural La Morisma, Isabel Bergua. Pentafuria, el nombre elegido por los niños del colegio Asunción Pañart de Aínsa, ha arrancado algunos de los aplausos más intensos.

Esta edición ha sido especialmente emotiva, por el retorno de una representación que en 2020 hubiera cumplido 50 años de su etapa moderna. Precisamente, la Morisma ha rendido homenaje la noche de este sábado a José Garzón y José Manuel Murillo, por su empeño en rescatar este drama histórico que data al menos de 1676, cuando las Cortes de Aragón entregaron 10 libras jaquesas para su representación. Por lo que se conoce, dejó de realizarse en los años 20 y fue en 1970 cuando lograron recuperar los textos con ayuda de vecinos a los que consiguieron ilusionar para representarlos. “No hay nada testimonial que nos hable del siglo VIII, pero sea historia o leyenda, ha quedado en los anales de la historia de Aragón y ahí estamos en el escudo”, comentaba Bergua.

Siempre es la misma historia y el mismo final, y siempre emociona, pero nunca es igual.

Al margen de pequeñas variantes, sigue fiel a su esencia popular. Unos 500 vecinos de la villa, bajo la dirección de José Miguel Chéliz, ponen en escena este drama histórico con la participación de familias al completo que representan papeles que pasan de generación en generación. Pedro Miguel Bernad lleva más de 30 años interpretando al rey cristiano pero comenzó como pastor, siendo un chaval, en esa primera representación de 1970. “Después estuve unos años fuera de Aínsa y, cuando me reincorporé, ascendí a rey cristiano -bromea-. Nos gusta el ambiente, ahora es más espectáculo, pero lo importante es vivir la tradición”. Ahora, se plantea que su hijo Miguel o su sobrino Abel puedan tomarle el relevo. Por si acaso, ambos estudian el papel.

Combate cuerpo a cuerpo con el rey moro, representado por el joven Luis Lascorz, que debutó en la edición de 2018 tras tomarle el relevo a su padre. En las horas previas a la representación de la noche de este sábado, no podía evitar acordarse de su abuelo, también Luis Lascorz, quien representó la loa a la cruz desde que se recuperó la penúltima Morisma, pero falleció y ya no lo llegó a ver debutar. Pablo Mensa, otro de sus nietos, lo sustituyó. “Pensaba que me acordaría menos del papel, pero en el momento en que te pones, como le tienes tanto cariño…”, explicaba con la emoción de haberlo vivido desde niño.

Muchos lo han mamado en su casa y mucha gente incluso se sabe papeles de varios. Se vive como un día de fiesta y está muy asociado con la identidad de ser ainsetano y ser ‘morico’, que es como nos llaman”, apuntaba Bergua. En la representación hay 55 papeles en los que alude a pueblos y personajes del entorno. José Joaquín Capdevila lleva desde que se recuperó en 1970 interpretando el dicho de Infanzones y nunca ha cambiado de papel.

Aunque en esta edición no ha habido destacados relevos, sí se han incorporado dos mujeres como la chusma y una niña como monaguilla que acompaña al sacristán, interpretado por Joaquín Lalueza, ‘Moreta’, desde 1991, cuando tomó el relevo al homenajeado Murillo. Como el moro o cristiano gracioso, su papel es uno de los que aporta toques de humor sobre la actualidad nacional y local, y que siempre son muy esperados. En esta ocasión, ha comenzado con una reivindicación para el mantenimiento de Torre Cotón (entre Aínsa y Morillo de Tou), pero ha acudido con corbata y se la ha quitado atendiendo a la recomendación de Pedro Sánchez; y cuando ha llegado el momento de bautizar al moro, al que acostumbra a echar un caldero de agua, lo ha hecho con una jeringuilla, por el bando del alcalde de Aínsa, Enrique Pueyo, para llamar al ahorro. Siempre se va después a una celebración, pero en esta ocasión se ha quedado para compartir el reencuentro con el público.

En otros dichos ha habido alusiones a las depuradoras, a la importancia de la ganadería extensiva y a las placas solares de La Fueva. 

El presidente de las Cortes de Aragón, Javier Sada; la directora del Instituto Aragonés del Agua, Dolores Fornals; y el presidente de la Diputación Provincial de Huesca, Miguel Gracia, han acudido a la representación, igual que los senadores Antonio Cosculluela (PSOE), Rubén Villacampa (PSOE) y Ana Alós (PP). También han estado presentes el diputado aragonés Alfredo Sancho (PSOE) y los provinciales Maribel de Pablo (PSOE) y Gerardo Oliván (PP), entre otros representantes institucionales y políticos, así como el presidente comarcal José Manuel Bielsa.

La negritud de la noche ha vuelto a resaltar los juegos de luz y color que acompañan momentos tan intensos como la aparición de la Muerte, el Diablo, el Pecado y de la propia cruz, que representa el sentimiento de pertenencia a una tierra, que se expresa en el desfile triunfal de los cristianos: ¡Viva la villa de Aínsa, Viva el reino de Sobrarbe! Ha sido el momento cumbre de un intenso fin de semana en torno a la Morisma, que este domingo continúa.