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Recuperan el brillo de una casulla del siglo XVII

La pieza, que estaba "hecha jirones", perteneció al obispo de Barbastro Jerónimo Batista de Lanuza

Recuperan el brillo de una casulla del siglo XVII
Recuperan el brillo de una casulla del siglo XVII
Á.H.

BARBASTRO.- La casulla restaurada del obispo Jerónimo Batista de Lanuza (1616-1622) que estaba "hecha jirones" tras la restauración será una de las piezas textiles destacadas en discurso expositivo del Museo Diocesano de Barbastro-Monzón, antes de final de año. Los trabajos realizados por Lidia Santalices, de Kronos Servicios de Restauración, los ha costeado la Asociación Amigos del Museo que preside Miguel Ángel Ardanuy.

La subdirectora y restauradora María Puértolas destaca la casulla por sus características entre las piezas más importantes del Museo que abrirá sus puertas con motivo de las Fiestas de San Ramón (21 de junio) con algunas novedades "no expositivas" y un proyecto en el que se trabaja hace tiempo "para que podamos disfrutarlo en fechas próximas".

Respecto a la casulla del obispo Lanuza, que fue gran teólogo y predicador durante su etapa en la sede barbastrense, señala que "está realizada en seda bordada con hilos de colores e hilo metálico entorchado. La decoración se basa en flores de colores azul y amarillo, en la franja central con motivos a candelieri. El forro es de lino natural, forma un conjunto completo con estola y manípulo".

En términos concretos, "es un magnífico ejemplo de tejido de la primera mitad del siglo XVII, destaca por la armonía en disposición de los motivos decorativos de carácter e influencia italiana, por la finura y delicadeza en la ejecución, tanto en la elección de materiales como en el proceso de confección, de elevada complejidad por la gran cantidad de hilos metálicos aplicados que incorpora".

Se refiere al estado de conservación, "era muy delicado desde el punto de vista estructural. Así que el primer paso fue el encapsulado provisional para evitar la pérdida de fragmentos antes de su intervención. Se analizaron las fibras y los ligamentos, se llevaron a cabo los procesos previos a la intervención". En detalles concretos, "tras su desmontaje para favorecer la aplicación correcta de los tratamientos se realizó la limpieza mediante aspiración controlada a través de un tul que actúa de barrera".

En las tareas, "se eliminaron intervenciones anteriores por causar deformaciones o impacto estético al conjunto, siguió una limpieza química puntual en zonas que lo precisaban y tratamientos necesarios para recuperar la flexibilidad del tejido. Se procedió al alienado de las tramas y urdimbres y se consolidó el tejido de base y de hilos metálicos, labor muy minuciosa en la que se recuperó la posición original de cada uno de ellos".

En cuanto a las partes más dañadas, "el hombro y parte baja se protegieron con un encapsulado, el forro se ha tratado y por último se confeccionó un soporte de exposición adaptado a la pieza para garantizar su correcta conservación" explica María Puértolas. De momento, la pieza no se ha expuesto, "lo más probable es que se contemple antes de final de 2020 porque toca rotación de textiles. Su degradado estado de conservación hizo imposible la exposición en tiempos pasados. En términos literarios, estaba hecho jirones y cuando se integre en el discurso expositivo del Museo será, sin duda, una de las piezas textiles más interesantes".

COLECCIÓN DE 200 PIEZAS DE TEXTILES

Se refiere a la sección de textiles en términos de "deliciosamente rica" con referencias, "desde los más antiguos como el fragmento con decoración de ataurique, fechado en el siglo XII que se localizó en el interior de la teca de San Esteban de Ardanué, hasta los más modernos del siglo XX". Resalta otras piezas, "la mitra de San Victorián, siglo XII, la casulla mudéjar, siglo XIV, la variedad de tejidos del siglo XVI a base de terciopelos y bandas de imaginería bordadas, la casulla del obispo Lanuza, el terno del obispo Juan Móriz de Salazar, siglo XVII, o el conjunto textil de 21 piezas bordadas con hilos de oro sobre seda, siglo XVIII, del Cabildo de la Catedral".

A los investigadores que han visto la colección de tejidos, compuesta por casi 200 piezas, les llama la atención "el estado de buena conservación, cada tres años es recomendable rotar las piezas textiles expuestas, la incidencia prolongada a la luz, posición sobre las perchas y peso de tejidos hace recomendables rutinas de descanso que garanticen su conservación. Todavía quedan muchas piezas por exponer, el legado textil es muy valioso e interesante. Es muy curiosa la colección de calzado litúrgico con un ejemplar que se remonta al siglo XII y que esperamos exponer".

La restauración de textiles se realizará en cuanto sea posible acometer más intervenciones, "hay trabajo de sobra para años y muchas piezas que necesitan intervención para ser expuestas. El Museo ha trabajado en la elaboración de fundas textiles individualizadas para el almacenaje de los tejidos, tarea fundamental y necesaria en la conservación de este rico legado". En definitiva, "el patrimonio que tenemos en el Museo ha sido testigo de numerosas guerras, enfermedades, dificultades, se conserva para nosotros y contemplar las obras nos llena de belleza e inspiración. Hoy más que nunca animamos a disfrutarlo".